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¿Aún importa lo que lleve puesto Kate Moss?

Esta primavera vuelve con otra colección para Topshop. Está por ver si en esta ocasión repetirá éxito.

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Cordon Press

Hagamos memoria y recordemos cuál fue la última vez que nos encandiló una foto de Kate Moss. ¿En qué ocasión sentimos ese destello de sorpresa, el gusanillo de anticipación al verla? Probablemente el día de su boda, en 2011 cuando apareció con ese Galliano que parecía bordado por hadas. Así es. Porque no estamos hablando de editoriales de moda: a Moss no se le puede sacar reproches a su trabajo. Nos referimos a las fotos de Kate Moss de paisana; en una fiesta cigarro en mano, de vacaciones, en festivales o apartando paparazzi por las calles de Londres. Ya no es lo que era. Últimamente repite una sucesión de prendas. Una chaqueta de Saint Laurent, pitillos, botines, pantalones bombachos algo difíciles de ver y negro absoluto para los eventos. Antes fresco, ahora un tanto repetitivo y sin chispa.  “Hace tiempo que ni me fijo”, confiesa un estilista de Londres.

Todo un abismo comparado con lo que pasaba hace ocho, nueve, diez años. Ella fue la responsable de tendencias de alcance masivo como los vaqueros pitillo, las UGG, las Hunter o las Minnetonka. Ningún modelito rockero de ahora puede compararse al deleite que sentíamos cuando la veíamos combinando una parka con unas botas de Vivienne Westwood, un vestido amarillo limón con un abrigo de leopardo, o cuando iba a un sarao con un vestido de novia antiguo y acababa con él hecho trizas. Moss era relevante porque mezclaba caro y barato, bohemia y elegancia. Porque vestía con ingenio y con alegría de vivir. Y porque era tan accesible como inimitable.

Su primera colección para Topshop en 2007 arrasó porque ofrecía la oportunidad de hacerse con un pedacito del deseado armario de Moss. Coleó durante cuatro temporadas más, aunque les costase su directora creativa de entonces Jane Shepherdson, que no ve la gracia a ese tipo de intrusismo. Topshop ha anunciado que retoma la colaboración con una colección que sale a la venta esta primavera. Moss la está preparando junto a su amiga estilista Katy England. “Sabe mucho porque lleva 20 años en la industria”, dijo England a Style.com. “Ha trabajado con los mejores diseñadores, ha llevado la mejor ropa y sabe cómo funciona. Entiende el cuerpo y es buena con las hechuras. Y tiene olfato comercial. Si ella no se pondría una prenda, la retira de la colección”.

2005, cuando Kate Moss puso de moda las Hunter.

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Todo lo anterior es indiscutible y England ha revelado que las prendas esta vez serán más lujosas y especiales. Pero las circunstancias hoy son diferentes. Una pausa de tres años y montones de colecciones de famosas después, ¿nos fijaremos en otra tanda de vestidos años cuarenta, chalecos y chaquetas de flecos?

La realidad es que la top ya no es la bisagra indispensable entre la pasarela y la calle. Hay blogueras a patadas y de un instagramazo sabemos lo que Alexa, RiRi o Miranda Kerr llevan para ir a comprar el pan. Mientras Moss prefiere mantener el misterio, otras como Cara Delevingne acumulan más de un millón de seguidores en Twitter y se comunican de manera más directa con las adolescentes. Como apunta Lauren Crochane en The Guardian la respuesta del público en la colección de Topshop “dirá mucho sobre la manera en la que vestimos en la actualidad” .

Pero hay otros que creen que el encanto de Kate Moss sigue intacto. Y que su permanencia reside en su inmutabilidad. Es el caso de Laetitia, del blog icon-kate-moss dedicado exclusivamente a fotos de la modelo. “Su estilo siempre será relevante porque es muy personal. De hecho me gusta que use los mismos vaqueros o chaquetas durante una década. Las it girls y  las bloggers siguen la moda, Kate Moss la crea. Hay otras mujeres influyentes pero no crean estilo como Kate Moss”.

A punto de llegar a los cuarenta, Moss está de vuelta de todo. Ha encajado reveses, se ha forjado una carrera envidiable y se ha convertido en uno de los rostros más icónicos de los últimos años. No tiene necesidad de arreglarse para la galería. Ahora como colaboradora del Vogue británico y siendo la cuarta modelo más rica del mundo, puede ponerse lo que le dé la real gana. Como si quiere llevar lo mismo todos los días. Las tendencias las deja para su hija Lila Grace, que con sus beisboleras, leggings de flores y deportivas, refleja mucho mejor la manera en la que quieren vestir las jóvenes. 

El vestido de flores de la primera colección para Topshop fue todo un éxito.

En 2007. Con el vestido vintage que acabó hecho trizas

Getty Images

Kate y su hija Lila Grace

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¿La última vez que nos deslumbró?

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