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Roque Cardona: “La diabetes tipo 1 implica tomar decisiones frecuentemente: más de 60 o 100 al día”

El pediatra del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona alerta del gran reto sanitario que supone la diabetes tipo 1, una dolencia autoinmune y no prevenible que está al alza

Roque Cardona diabetes tipo 1
Roque Cardona, pediatra y experto en endocrinología infantil, ante el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, donde trabaja.Carles Ribas
Jessica Mouzo

Fue durante unos campamentos infantiles para niños con diabetes tipo 1 organizados por la Clínica Joslin de Boston a los que acudió durante su etapa universitaria, cuando el doctor Roque Cardona (Las Palmas de Gran Canaria, 44 años), pediatra y experto en endocrinología infantil en el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, tomó la decisión de derivar su carrera profesional hacia la atención y la investigación de la diabetes menos popular: la diabetes tipo 1. En ese campo, quedaba mucho por hacer. Y por saber.

La diabetes tipo 2, asociada a la obesidad y a hábitos poco saludables, se lleva la mayoría de los titulares y está en el punto de mira de las autoridades sanitarias por su prevalencia creciente. Pero la otra, la diabetes tipo 1, de carácter autoinmune y que suele aparecer en edades pediátricas, también está al alza y supone, advierte Cardona, otro gran reto sanitario: un estudio publicado en The Lancet Diabetes & Endocrinology alerta de que el número de personas con diabetes tipo 1 en el mundo se duplicará en 2040 (entre 13,5 y 17,4 millones, según las estimaciones de estos investigadores).

En ambos casos, se trata de una enfermedad que afecta a la forma en la que el cuerpo regula el azúcar en sangre. Esto es, la glucosa, gasolina imprescindible para alimentar las células y poner en marcha el organismo. La insulina no es más que la llave para entrar en esas células, pero, en el caso de la diabetes tipo 2, esa llave está averiada, como si no encajase bien; en la diabetes tipo 1, directamente no hay llave: los linfocitos del propio sistema inmune destruyen las células beta del páncreas, encargadas de producir la insulina.

Pregunta. ¿Qué hay detrás de la diabetes tipo 1? ¿Por qué sucede?

Respuesta. Desgraciadamente, la ciencia hoy no tiene una explicación para ello. Sabemos que existe una base genética, que equivale a decir como que uno tiene una serie de boletos de lotería que hace que sea más o menos factible que una persona puede desarrollar diabetes. Pero luego tiene que existir un agente externo que no está identificado, que hace que, al final, esa predisposición genética, acabe derivando en esta activación del sistema inmunológico que destruye las células beta.

P. ¿La población entiende el significado de un diagnóstico de este tipo?

R. Existe una gran tergiversación del concepto a favor de la diabetes tipo 2, pero son dos enfermedades completamente distintas. Comparten una manifestación común, que es la hiperglucemia, pero los mecanismos de producción, las consecuencias que genera y la forma de tratarlas son significativamente distintas.

P. ¿Qué diferencias hay entre un abordaje terapéutico de una diabetes y de otra?

R. La principal diferencia es que el tratamiento de la diabetes tipo 1, como el mecanismo que la condiciona es una destrucción de las células que producen insulina, va orientado a la sustitución de esa insulina que no puede producir el cuerpo. Por lo tanto, al final, de lo que se trata es de imitar la liberación del páncreas de una persona que no tiene diabetes. Y el cuerpo humano es la máquina más perfecta que existe. Y simular esa liberación de insulina con fármacos o con la tecnología actual, no acaba de ser del todo fácil.

Hay unas diferencias importantes con respecto a la diabetes tipo 2, donde el abordaje va más relacionado a la prevención, a los estilos de vida, y también hacia fármacos que al final consiguen regular el mecanismo por el que aparece esta diabetes, que es distinto: el de la resistencia a la insulina.

La diabetes tipo 1 condiciona, [de media], una pérdida de 17 años de calidad de vida para una persona que la sufre”

P. ¿Cómo cambia el abordaje terapéutico?

R. Es completamente distinto. [En la diabetes tipo 1] consiste en imitar la liberación de insulina del páncreas de una persona que no tiene diabetes. Eso obviamente se hace con preparados de insulina, que tienen un perfil de acción prolongada y de acción rápida, esta última para hacerla coincidir con los momentos de las ingestas. Pero además, la gran dificultad que tiene la diabetes es que conlleva la toma de decisiones muy frecuentes: una persona con diabetes puede llegar a tomar más de 60 o 100 decisiones a lo largo de su día. Por eso es muy importante la educación que, al final, consigue empoderar a los pacientes para que puedan llevar a cabo esas decisiones que exige la diabetes. Pero, aun así, suponen un desgaste muy importante. De ahí el impacto que tienen las tecnologías aplicadas a la diabetes, porque ayuda a automatizar la liberación de insulina, hacerla más programada y en función de los valores de glucosa que existen en ese momento. Con ello, quitan esa carga, esa toma de decisiones que es lo que al final acaba desgastando a personas con diabetes o sus cuidadores.

P. ¿Qué tipo de decisiones tienen que tomar?

R. ¡Muchísimas! Sobre la dosis de insulina, el momento en que me la voy a poner, la cantidad de comida que voy a comer: si son hidratos de carbono, proteínas, grasas… y cómo va a afectar eso a mi glucosa; si voy a realizar ejercicio físico, si voy a estar quieto o si tengo una enfermedad concomitante esos días, como una gripe o un catarro, y eso va a afectar mis niveles de glucosa. Eso conlleva una serie de decisiones que no son fáciles de gestionar, sobre todo en niños y adolescentes.

P. El estudio de The Lancet Diabetes & Endocrinology presenta un índice, como una base de datos, para mapear y medir el impacto humano y económico de la diabetes tipo 1. ¿Por qué es necesario tener esa información?

R. El impacto económico que tiene la diabetes tipo 1 es muy elevado, tanto en tratamientos como en la producción de complicaciones que pueden llevar a una muerte prematura. Por lo tanto, es esencial tener estos datos para poder hacer una adecuada planificación de los recursos o identificar las necesidades. Por ejemplo, una de las cosas que sabemos en España es que, en términos generales, la diabetes tipo 1 condiciona, [de media], una pérdida de 17 años de calidad de vida para una persona que la sufre.

P. En la práctica, ¿qué calidad de vida tienen estas medidas?

R. Dentro de la comparativa que permite realizar este índice en los distintos países, España tiene una de los mejores resultados en diabetes tipo 1: con las insulinas que hay y las tecnologías disponibles, pueden tener una vida igual de larga, saludable y feliz que una persona que no tiene diabetes. Pero este índice nos ayuda a identificar, a ponerle cara, a determinados aspectos que podemos mejorar para poder reducir el impacto asociado a la diabetes tipo 1. Por ejemplo, si consiguiésemos una financiación para los sistemas de bombas de insulina, sensores y sobre todo, sistema de liberación automatizada de insulina, eso condicionaría poder ganar casi cuatro años de media ajustados a calidad de vida por persona que tiene diabetes tipo 1 en España, en las estadísticas generales.

P. ¿Qué hace que, de media, haya una pérdida de 17 años de calidad vida por la enfermedad?

R. Hay un factor que es claro que determina la evolución de la diabetes tipo 1: la consecución de objetivos de control glucémico. Ese es el principal factor identificado en la literatura, pero hay otros factores, como son los de riesgo cardiovascular, que es importante controlar en las personas con diabetes tipo 2, pero también en las que tienen tipo 1: el control de la tensión arterial, el control de los lípidos, la obesidad y la ausencia de tabaquismo.

P. ¿Qué sucede dentro del organismo para que un diagnóstico de diabetes implique, de facto, un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular?

R. La hiperglucemia puede dañar tanto vasos sanguíneos de pequeño calibre como de gran calibre: la enfermedad microvascular puede afectar a la retina o al riñón, mientras que la enfermedad macrovascular es aquella que puede condicionar, por ejemplo, un infarto de miocardio o un ictus. Tanto los valores de glucosa sanguínea como los factores de riesgo cardiovascular son los que determinan que una persona con diabetes pueda tener una evolución u otra. España tiene uno de los índices de buena evolución de la diabetes, pero todavía hacen falta medidas por parte de la Administración.

Estamos más cerca de lo que nunca hemos estado de una cura, pero todavía nos queda un largo trecho”

P. ¿Cómo cuáles?

R. Por una parte, acceso a sistemas de liberación automatizada de insulina o de páncreas artificial para todos los pacientes: hoy todos pueden recibirlo, pero hay una lista de espera para acceder a este tipo de sistema. Y, por otra parte, la inversión en investigación para poder investigar en diabetes y avanzar en el conocimiento.

P. En el artículo de The Lancet Diabetes & Endocrinology advertían de que iban a aumentar los diagnósticos. ¿Eso por qué pasa?

R. Los nuevos diagnósticos no sabemos muy bien por qué. Tiene que haber algo en el ambiente que esté condicionando que estén aumentando los casos de diabetes tipo 1. Pensemos en cosas que puedan alterar el sistema inmunológico: una es la hipótesis de la higiene, es decir, cada vez nos movemos en un entorno mucho más higiénico y eso hace que nuestro sistema inmunológico pudiera estar menos expuesto a esos agentes extraños y al final, lo que hace es atacar lo propio, ya que no tiene enemigos externos. Eso es una posible hipótesis. También es verdad que los diagnósticos cada vez son más precisos y se escapan menos casos. Pero lo que alerta este índice es que el número de personas con diabetes va a aumentar significativamente y eso es, hasta cierto punto, bueno, porque quiere decir que las personas con diabetes viven más, y pueden llegar a igualar la esperanza de vida de una persona que no tiene diabetes.

P. ¿Están cerca de una cura?

R. Estamos más cerca de lo que nunca hemos estado, pero probablemente todavía nos queda un largo trecho. Porque para poder curar la diabetes tipo 1, necesitamos conocer muy bien cómo funciona el sistema inmunológico y hay muchas características que aún desconocemos. Muchas terapias tratan de regenerar la célula productora de insulina, la célula beta, pero es importante, además de regenerar, actuar sobre el sistema inmunológico para que no vuelva a destruirla.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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