Hovik Keuchkerian: “La autodestrucción es atractiva y muy, muy adictiva”
El actor, excampeón de boxeo, poeta y humorista, encadena premios y celebra haber recuperado “la lucidez” tras un periodo oscuro
Hovik Keuchkerian nació hace 48 años en Líbano, país del que huyó a los tres con su madre, navarra, y su hermano al estallar la guerra. Su padre, armenio, se reunió posteriormente con ellos en España. Fue campeón de boxeo. El boxeador no sabía que sería poeta; el poeta, que se haría monologuista; el monologuista, que se dedicaría a la interpretación, y el actor no puede asegurar que vaya a jubilarse en esa profesión. Se ha llevado casi todos los premios existentes por Osorio en la serie Antidisturbios; es Bogotá en La Casa de Papel, pero de lo que más orgulloso está ―“si fuera el Tour, el siguiente personaje estaría a 10 horas”― es del Wahab de Un obús en el corazón, una versión del libanés Wajdi Mouawad y su primera obra de teatro. No le gustan los saraos ni las aglomeraciones; prefiere pasar el rato con su Harry Potter, amigo del alma y proyeccionista suplente en la Filmoteca. Explica, en su casa de Alpedrete (Madrid), con generosidad su “potente” proceso de desintoxicación y muestra un humor excelente después de unos días oscuros.
Pregunta. Boxeador, poeta, humorista, actor... ¿Qué aprendizaje de cada una de esas vidas le fue útil en la siguiente?
Respuesta. Lo que más me ha enseñado y condicionado es el boxeo. Se puede hacer una analogía perfecta de la vida con el boxeo: la rutina, el sacrificio, la victoria, la derrota, los golpes que das, los que recibes, caerse, levantarse… Y tiene muchas similitudes con la interpretación: un estado de alerta relajada, reaccionar a lo que hace otro...
P. Dígame un tópico que sea real y uno falso de ambos mundos.
R. Me cuesta encontrar uno auténtico, que no sea extrapolable a cualquier otra cosa. En el boxeo hay idiotas y trapicheos como en todos lados. Y en la interpretación igual: se dice que los actores tienen mucho ego, por ejemplo, pero por cada uno que sí lo tiene traigo dos que no.
P. Fue un profesional del humor, pero pasó mucho sin reír.
R. He tenido temporadas largas de repudiar la risa y no es sano. Por ejemplo, antes del 10 de mayo, cuando empecé la dieta detox. Entonces tendría 25 kilos más y un tercio en la mano. Ahora, aquí, hay otra persona.
El concepto de que cuanto más trabajes más cerca estás de tu sueño es la mentira más grande que nos han colocado
P. ¿La felicidad cuesta y la vais a pagar con sudor? ¿Qué ejercicios hace para recuperar la ilusión cuando la pierde?
R. La felicidad es un estado transitorio. La paz interior es más sólida, y para mí consiste en gestionar el sufrimiento. El físico también condiciona tu estado de ánimo. Yo he estado físicamente en el fango y físicamente hecho un toro y se está mucho mejor, por lo menos, limpio. El esfuerzo no está tanto en sumar como en quitarse obsesiones y estar tranquilo. Yo me obsesioné, por ejemplo, con ser campeón de boxeo y me destruyó. No busqué ser actor, la comedia, o publicar libros y en cambio todo eso vino. El concepto de que cuanto más trabajes más cerca estás de tu sueño es la mentira más grande que nos han colocado. No entiendo por qué no hay en los colegios una figura que te explique que está muy bien tener un plan, pero que no por mucho trabajar lo vas a lograr. Trabajar te va a enseñar a estar en el camino, pero no te asegura la meta.
P. ¿Debería existir una asignatura para aprender a manejar la frustración?
R. Sí. Que nos enseñaran desde niños que vamos a sentir cosas, que vamos a llegar a callejones sin salida, que tendremos que tomar decisiones y que cuanto más tranquilo estés, mejores serán. También habría que enseñar boxeo, ajedrez, a comunicarse...
La felicidad es un estado transitorio. La paz interior es más sólida, y para mí consiste en gestionar el sufrimiento
P. “Sin amores imposibles no se podría escribir”. ¿Es mejor musa el dolor que la felicidad?
R. Lo que he escrito ha sido desde lugares casi siempre oscuros. Aún no he escrito desde la felicidad, pero lo haré.
P. Otra: “La autodestrucción es atractiva”. ¿Por qué?
R. Es atractiva y muy, muy adictiva. La mía era solitaria: mi casa, mi botella, mi marihuana, cada vez más. Llega un momento en que dejas de sentir lástima por ti y te empieza a gustar. Te parece romántico, funcionas laboralmente y crees que sin ese motor tóxico y ese dolor no serías capaz de transmitir, pero es mentira. Hay gente que se acerca más porque eso genera una atracción y te acaba gustando muchísimo. Caes en el error de pensar que dices cosas superimportantes porque tú sabes lo que es el sufrimiento y los demás no, lo cual es una absoluta payasada.
P. No tiene televisión. ¿Qué otras formas de rebeldía practica?
R. Vivo en 19,86 metros cuadrados, un chamizo reformado con una parcela de mil metros. No tengo tele, pero no por rebeldía, sino por comodidad. No la necesito. En un iPad veo series y películas desde mi colchón-cama-sofá. No tengo mucho de nada. Entre calcetines, gayumbos, calcetines y zapatos no creo que tenga más de 50 prendas. No entiendo a esa gente que dice: “Hoy no puedo quedar porque tengo cambio de armarios”.
El físico también condiciona tu estado de ánimo. Yo he estado físicamente en el fango y físicamente hecho un toro y se está mucho mejor, por lo menos, limpio
P. ¿Por qué abandonó las redes sociales?
R. Tenía Twitter y Facebook. Un día me pidieron una opinión política y uno de esos arroba ―bandido― enmascarado me dijo que era excesivamente liviana. De repente me sorprendí a mí mismo con angustia, teniendo que posicionarme en 140 caracteres, invirtiendo mi tiempo en contestar a un soplapollas sobre algo que ni me iba ni me venía y cerré todo. Mi carrera irá más despacio, no me llamarán para que me ponga unas gafas por 20.000 pavos, no haré fotos a mi entrecot porque lo estaré disfrutando y no pasa nada.
P. En su próxima vida, ¿qué será? ¿Se retirará siendo actor?
R. Tengo la fortuna de ejercer una profesión que me apasiona, pero no descarto que surja algo que me llame mucho la atención y vaya para allá. Si ahora hiciera Selectividad, estudiaría Filosofía o Psicología.
P. ¿Para entender o para ayudar?
R. Para conocer mejor mi cabeza, saber si lo que me ha pasado le ha pasado a otros y, por supuesto, para ayudar. Nunca es tarde.
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