Julián López: “Prefiero las ‘Variaciones Goldberg’ de Bach a una película de los Monty Python”
El cómico, nacido en ‘La hora chanante’, estrena ‘Descarrilados’ mientras sigue en las salas ‘Operación Camarón’, y en septiembre publica su primera novela, ‘Planetario’
Media mañana en El Provencio, municipio de 2.500 habitantes al sur de la provincia de Cuenca. Dicho de otra manera, el pueblo natal de Julián López, 42 años, cómico, que responde por teléfono desde allí a la entrevista. “¿Cómo es El Provencio? Ahora con calor asfixiante... Es un pueblo muy normal, ya me gustaría decir algo más. Hay que decir las cosas como son, y en realidad me gusta así. Tampoco puedes sentirte orgulloso de hechos que te han venido dados, como el lugar donde naces”.
En tiempos actuales de orgullos radicales, de los que López quiere alejarse, y del triunfo de lo políticamente correcto, ¿podría volver a hacerse en televisión La hora chanante? En 2002 un grupo de amigos que se habían conocido en la universidad en Cuenca comenzó un programa de humor en Paramount Comedy. Ahí arrancó la carrera de López, que este viernes estrena en cines Descarrilados, una versión de Resacón en Las Vegas con Interrail, mientras permanece en salas Operación Camarón, una de las películas que sufrieron en su estreno el parón provocado por la pandemia.
Vuelta a la pregunta sobre aquel mítico programa: “Uf, no sé cómo haríamos hoy La hora chanante, ni Muchachada Nui [su especie de continuación en 2007, en La 2]. No pienso tanto en la censura, ni siquiera en toda esa gente exaltada que grita en las redes, sino más en la cantidad de ventanas audiovisuales. Alguien con un móvil puede grabar vídeos con muchísima repercusión. Lo pienso mucho y creo que sería complicado. Y eso que no tocábamos temas religiosos o políticos. Aunque habría colectivos que protestarían, seguro”.
López estudió Magisterio en educación musical. Su pasión por la música clásica —”Lo reconozco, prefiero las Variaciones Goldberg de Bach antes que una película de los Monty Python”— no anunciaba su amor por enfangarse en los personajes más alocados de la actual comedia española: desde Jaime, el amigo del protagonista en Superlópez, a Manio Sempronio, el romano despistado de la serie Justo antes de Cristo, pasando por el terrorista Pernando de Fe de etarras y sus papeles en Pagafantas, Perdiendo el norte, La tribu, Torrente 5, o el mítico Juancarlitros de No controles. “Si la gente fuera educada y se pusiera en la piel del otro, si entendiéramos qué es humor y qué es burla, no habría problemas. Yo mismo lo medito mucho en casa”, explica. “Por otro lado, dejé de escribir guiones con Muchachada Nui, con lo que ahora defiendo textos de otros. Eso me da distancia. Pero me duele cuando veo los ataques a compañeros”.
El salto del Magisterio, que acabó, y del conservatorio a la comedia fue respaldado por su familia. “Excepto por mi padre”, cuenta López entre risas. “Él quería que yo hiciera algo de provecho. Yo creo que pensaba que lo mismo me descarriaba un poco. Me fui a Madrid, y mi madre y mis tres hermanas vivieron felices mis primeros pasos en Paramount Comedy. Hoy mi padre ya está tranquilo. A veces pienso: ‘¿En dónde estaría yo si hubiera seguido con la música? ¿Sería profesor de colegio, de conservatorio, me hubiera sacado una plaza en una orquesta?’. También ese viaje es complicado”. Y de ahí pasa a Operación Camarón, en la que encarna a un policía novato amante de la música al que infiltran en una banda de trap: “Respeto mucho la música clásica, y si alguna vez encarno a un músico en serio seré muy pejiguero. Aquí al menos como es una parodia no me duele”. Por eso nunca hizo sketches musicales o con instrumentos en La hora chanante.
Una duda, ¿por qué Julián López dejó de escribir guiones? “Porque otros lo hacían mejor que yo, y no tenía esa vocación. En realidad, durante un año, cuando decidí ser cómico en vez de músico, pasé un camino algo traumático. Me había educado para otra cosa. Así que pacté conmigo mismo que tenía que sentirme cómodo con todo lo que hiciera, y honesto. Y eso me ocurría cuando me daban una peluca y una camisa. Me costaba mucho más escribir. Es cierto que no he parado de tener ideas, aunque no las he volcado hasta...”, y se detiene en una pausa dramática: “Hasta que me he lanzado a la novela. Y el 23 de septiembre se publica Planetario. Es un libro que da salida a lo que tengo dentro de mí, y suena a autobiográfico para homenajear la memoria, la música, y los sueños que tenemos los niños en un pueblo en el que no pasa nada. Porque nunca se sabe qué va a depararte la vida”.
Descarrilados es un Resacón en Las Vegas de manual, que le reúne con otro chanante, Ernesto Sevilla, y con Arturo Valls. “La única intención es hacer reír”, insiste. Todo el viaje por Europa tuvo que rodarse en realidad en el País Vasco. “El guion prometía ir a Roma, a París, a otros países... Pero filmamos en 2020, con sumo cuidado por la pandemia, y al menos hubo suerte con las localizaciones en el País Vasco, que tiene todo tipo de paisajes”, recuerda. Y sobre su trabajo, confiesa: “Intento diluirme en los personajes, rehuir las similitudes, y proponer ideas que me alejen de la repetición. Se mezcla que el papel te posee a ti, y a la vez tú le buscas las cosquillas. El triunfo está en la amalgama”. Y se define como tranquilo: “Me siento así porque me proponen cosas distintas. Y te cruzas con regalos. Por Manio Sempronio luché. Había varios candidatos, hice la prueba y me fui a casa pensando en lo que ansiaba encarnar a ese romano”.
Cuando López era niño, que en un pueblo de Cuenca alguien fuera hincha, como él, del Athletic de Bilbao era normal. “Los tiempos corren en contra de románticos como yo”, dice. En su cuenta de Twitter canta los goles mencionando sencillamente el jugador que ha marcado: “En los ochenta había bastantes equipos que ganaban ligas y copas. Hoy no es así y encima se impone cierta territorialidad en los gustos”.
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