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Regreso al mundo real

La llegada de Maribel sirve para que Andrea deje a un lado las historias fantásticas por las que estaba dejándose llevar y ponga de nuevo los pies en la tierra

Manuel Bartual
Pau Valls
Manuel Bartual: Día 18

Pues sí, era Maribel. Menudo susto me llevé.

Resulta que, después de que hablara con ella por teléfono cuando entraron a robar, se quedó muy preocupada por mí y decidió regresar antes de tiempo de su viaje para hacerme compañía. Cuando la vi entrar a hurtadillas le dije que no tenía por qué haber vuelto. No es lo primero que le dije, claro, sino más bien lo segundo o lo tercero. Lo primero fue gritarle cuando me la encontré allí, a oscuras, en mitad de la cocina, y luego ya, después de darme cuenta de que era ella, mientras recogíamos los pedazos de la sandía que le arrojé —sandía que, por suerte, fue a parar a una pared y no a su frente—, ahí ya sí, en ese momento ya pudimos hablar un poco más tranquilas.

Maribel llegó muy tarde, y al ver que todas las luces de la casa estaban apagadas se pensó que ya estaría durmiendo y entró así, sin encender ninguna luz ni nada, para no despertarme. Si es que no se puede ser más buena persona.

Ayer pasamos el día por casa poniéndonos al día. Nos reímos mucho, la verdad. Me vino muy bien para desconectar un poco de todo, y muy especialmente de todo el tema extraterrestre, del que no le mencioné ni media porque para qué. Siempre me has dicho que soy muy buena montándome películas, y ayer me di cuenta de que la que me estaba montando era como para arrasar en los próximos Oscar.

Todo es mucho más sencillo siempre. Ponerme a leer aquellas noticias fue la puntilla para comenzar a ver fantasmas —no, perdón, extraterrestres— por todas partes. Te reconozco que ya es casualidad que encontrara aquellas noticias. No me refiero a las de los periódicos, sino a las otras, las que leí en la web del diario, todas publicadas días antes o después de las de los periódicos y que, de una forma o de otra, parecían darle sentido a algunos de esos supuestos fenómenos extraños. Aunque en realidad no encontré tantas. Y las que encontré solo eran eso, casualidades. Seguro que sí. De ahí a pensar que hay una mano negra —no, perdona otra vez, una mano extraterrestre— manejando los hilos y el destino de las personas y animales y cosas de esta isla, pues va un buen trecho. Uno bueno y bien largo. Así que aunque tampoco hacía falta que regresara de su viaje, me alegro de que Maribel esté aquí. Siempre me lo paso bien con ella, y tengo que agradecerle que me haya devuelto los pies a la tierra.

Eso sí, puede que sea por poco tiempo. Este viernes comienzan las fiestas del pueblo, de modo que hoy vamos a preparar nuestros disfraces para el desfile de marcianos.

Descubra las mejores historias del verano en Revista V.

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