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María Teresa Campos: “No me acuerdo si era de izquierdas”

Feminista, audaz e incombustible, la leyenda de la radio y la televisión quiere seguir delante de las cámaras

María Teresa Campos, el 29 de junio en Madrid. FOTO: LUIS SEVILLANO | VÍDEO: SAÚL RUIZ Y PAULA CASADO.
Jesús Ruiz Mantilla

Su casa en las afueras de Madrid es una mansión de silencio a más de 30 grados con piscina climatizada donde María Teresa Campos (Tetuán, Marruecos, 80 años) exhibe fotos y trofeos. Los de una vida en la radio y la televisión, como leyenda y compañera de cafés por la mañana, sobremesas y tardes de sábado tirando de glorias y nostalgia. Feminista, audaz e incombustible, La Campos quiere seguir delante de las cámaras.

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Pregunta. ¿Qué hacía usted en la radio con 15 años?

Respuesta. Espectáculos cara al público, cuando no había televisión se hacía mucho eso en la radio. En el colegio recitaba el evangelio, pasajes muy largos, de memoria. Y el concurso de aquel día consistía en decir cosas con la misma letra. Me dieron el premio y así empezaron a llamarme y mucho, esa es la verdad.

P. Luego estudió, además, Filosofía y Letras.

R. Había estudiado arte dramático, solfeo, clases de piano en el conservatorio de Málaga. En aquella época, los periodistas despreciaban la radio, éramos locutores. Cuando murió Franco, yo pensé: ahora a los periodistas les va a interesar más la radio y nos van a acabar echando. Hacer radio en el franquismo era lo que era, por eso yo soy de donde soy.

P. ¿De dónde?

R. Bueno, tampoco lo voy a decir así… Tiene que ver con la ideología.

P. Usted siempre ha parecido bastante de izquierdas.

R. ¿Cómo?

P. Bastante de izquierdas.

R. Ya no me acuerdo…

P. Vaya por Dios. Siempre ha sido pionera en discursos feministas.

R. Luego entramos ahí. Uno de los premios de los que más orgullosa me siento es el Clara Campoamor, diputada precursora del voto femenino.

Yo he vivido todo. Y he retransmitido de todo.

P. Usted ha sido testigo de cómo ha cambiado la vida en este país en varias décadas. ¿Puede la nostalgia a la esperanza?

R. Yo he vivido todo. Y he retransmitido de todo. Épocas de lío, tensión en Andalucía. Antes de venirme a Madrid, leí el manifiesto contra el 23-F. Ese recuerdo me lo traje conmigo. Aquella tarde del Golpe entré en la radio justo cuando Tejero gritaba: ‘¡Todos al suelo!’. Y yo le pregunté a mi jefe: ‘Ay, Fernando, ¿qué retransmitimos? ¿Un serial?’.

P. ¡Qué noche!

R. Ahora que desgraciadamente nos han defraudado tantas cosas del rey Juan Carlos… Me apena que se haya desacreditado tanto.

P. ¿Lleva la cuenta de cuantos programas ha hecho?

R. No llevo la cuenta, pero sé lo que he hecho.

P. ¿Cómo se aguanta arriba en un mundo que quema?

R. A la gente cercana a mí les he advertido siempre: puedes dejar de gustar a la gente de un día para otro. No creo que eso me haya pasado a mí, pero no está mal. Sirve para no dormirse en los laureles: trabajar en algo que sabes que puedes perder de hoy para mañana te hace ponerte las pilas.

Esto no lo deja uno, la dejan a una.

P. Desde que le suspendieron su último programa, La Campos Móvil, en Mediaset, ha pasado usted a la reserva. ¿Quiere seguir?

R. La reserva es buena para el vino. Pero yo quiero seguir trabajando. Comprendo que la gente diga: es muy mayor y tendría que dejarlo. Pero mientras me quieran ver… Esto no lo deja uno, la dejan a una. Cuando yo lo note…

P. Usted ha ganado bastante dinero con la televisión…

R. Y con la publicidad…

P. Pero ¿cuánto han ganado la televisión y las marcas con usted?

R. Ves, eso no se me ha ocurrido a mí pensarlo. A mí me da igual lo que ganen ellos. No me he querido convertir en una mujer anuncio.

P. ¿Por qué cree que la gente se fía de usted?

R. La credibilidad es fundamental. Mi lema es poder decir lo que te dé la gana en el momento oportuno. Luego me di cuenta de que eso tenía un precio, que a veces se paga. Y te moderas un poco. A lo mejor no del todo, pero algo más.

P. ¿De ahí que no se acuerde si era de izquierdas o no?

R. ¡Hombre! ¡Era una broma!

P. Una broma moderada.

R. Desde luego, de extrema derecha no soy. Muchas veces tuve que oír en Televisión Española: ‘Ay, Teresa, con el programa tan bonito que tú tienes, no lo vas a estropear ahora con política, ¿verdad?’.

P. ¿Tiene que haber límites a la privacidad en la tele?

R. Bueno, eso, como lo sufro… Prefiero que cada uno haga lo que crea en ese aspecto. Cuando me ha tocado que la emprendan conmigo, busco hacer las paces. Entiendo que la gente anda con muchos problemas, que se sientan y ven que fulanita o fulanito se han separado, pues mira, si lo piensas, no son cosas tan graves.

Si dices todo lo que piensas, mal vas

P. ¿Qué diferencia hay entre una influencer y alguien con influencia, como ha sido usted?

R. No sé si lo he sido, la verdad. Me he callado muchas cosas, muchas veces: si dices todo lo que piensas, mal vas. Pero sigo con mis ideales. No debo decirlos. ¿Para qué me voy a echar encima yo a quien no piensa como yo?

P. Si yo le digo libertad, ¿usted lo identifica con tomarse algo en una terraza y ya?

R. Lo identifico con vivir la vida con felicidad y elegir quién le gusta a uno y quién no. Pero ser libre para hacer daño al prójimo, no.

P. Cuando una se ha dedicado casi toda la vida a la televisión y van pasando los años, ¿qué miedos entran?

R. La edad está en el espíritu, lo que yo vaya a hacer, tampoco se lo voy a quitar a nadie. Cada uno tiene su sitio.

P. ¿Qué adrenalina produce una cámara y un plató?

R. A ver, yo nerviosa no me pongo. Tengo una teoría: cuando hablo a una cámara y digo cosas, siento que algo mío va hacia allí y que el público me lo devuelve. Eso me llena mucho. Porque yo siento que hablo a personas concretas. A quien le gusta y a quien no. Si puedo convencer a este último, mejor que mejor.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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