Dorantes: la patria es la infancia

Una identidad desnuda, a corazón abierto. Eso es lo que mostró el pianista flamenco (aunque más que flamenco, jazzístico y gran pianista sin más) David Peña, Dorantes, que esta vez, la noche del martes, actuó en la última de las galas de la 60ª edición del Festival Internacional del Cante de las Minas de La Unión (Murcia), acompañado por el enorme cantaor Pedro el Granaíno, antes de que el prestigioso certamen se sumerja en los diversos concursos que desembocarán el próximo sábado en la concesión de una nueva Lámpara Minera, máximo galardón del festival.

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Se dice que la patria es la lengua, pero también que la patria es la infancia, más allá de geografías, culturas o etnias. Lo dejó escrito Lamartine. Pues bien, Dorantes, en esta nueva muestra de su talento creador, Identidad, composición recientemente estrenada, va desgranando a través de diferentes palos del flamenco (rondeña, soleá más bulerías, granaína, alegrías, seguirilla...) un viaje real, de recuerdos y sucesos que marcarían su devenir en la música y en la vida, y sobre todo emocional, lleno de ternura y sensibilidad, fiel reflejo de la personalidad de Dorantes, que es así tanto en la vida como frente al teclado de un piano.

Dorantes ha mostrado sobradamente durante estas décadas de vida profesional su versatilidad, tanto en los temas como en los estilos, y también tanto su actitud más pasional, más atacando los sonidos turbios del flamenco o del jazz, como la limpieza técnica para mostrar una delicadeza o melancolía suaves, tiernas, según los temas, las ocasiones y su propio estado de ánimo, lo que se transmite al espectador, aunque este no conozca exactamente la historia que hay detrás de cada composición.

Así fue esta noche en La Unión, así es en esta Identidad con títulos como La hazaña, Corredera, Arriba en el monte, La puerta, El paso o La ciudad, etcétera, alguno de ellos estrenado en la última Bienal de Arte Flamenco de Sevilla, y con los que va recorriendo su desgarro con el primer traslado familiar desde su Lebrija natal a otra población, o el descubrimiento, entre las pertenencias de su padre, de un bandoneón que le abriría a un mundo de nuevos sonidos desconocidos que marcarían su amplitud musical futura.

En esta ocasión, por primera vez, Dorantes presentó estos temas junto al cantaor Pedro el Granaíno, que comenzó interpretando la habanera con aires de modernismo literario Yo te diré, de la película Los últimos de Filipinas, de 1945, para seguir con granaínas, seguiriyas y otros palos, con su desgarro camaronero que lo convierte en uno de los mejores cantaores del momento. Fue un concierto breve, con alguna propina incluida, suave, nostálgico, casi con aroma de nocturnos. Un excelente concierto y recital. Lástima que la entrada fuese discreta, pero las circunstancias no permiten otra cosa. Son malos tiempos para la lírica. Pero... ¿cuándo fueron buenos tiempos para la lírica?

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