Último tren para modernizar la industria
La pandemia ha demostrado la necesidad de contar con un músculo industrial fuerte, digital y autónomo
La industria española ha demostrado durante los meses más críticos de la pandemia su capacidad de adaptación. Fábricas de coches cambiando cadenas de montaje por la fabricación de respiradores artificiales impresos en 3D. Laboratorios de biotecnología convertidos en empresas de creación masiva de PCR. La necesidad agudizó el ingenio, pero simplemente fue un parche para un sector que exige mayor inversión, mayor digitalización y mayor estrategia en I+D+i. La industria afronta su último tren para modernizarse y ser decisiva en la reconstrucción y transformación económica de España.
Como explica Dimitris Bountolus, director general de sistemas de información e innovación de Ferrovial, la crisis del coronavirus ha servido para catalizar cambios tecnológicos que no se acometían por el cortoplacismo de las estrategias corporativas. En el seno de las organizaciones ahora cuesta menos reformular ejes estratégicos debido a la rapidez de cambios que exige el contexto actual. “Pero no podemos olvidar los efectos colaterales provocados por estas dinámicas tan aceleradas. Es muy sencillo dejar atrás a determinados empleados y proveedores”, precisa.
En este intento por evolucionar la industria, la pandemia ha tenido un efecto positivo con respecto a la discriminación entre herramientas válidas y erróneas. Nicolás de Abajo, responsable de los centros de I+D+i en ArcelorMittal, tiene claro que existía aún demasiada innovación inmadura; y la covid ha sido el gran banco de pruebas para muchas de ellas. Al tensarlas, han evidenciado el rol que de verdad juegan tanto dentro de las organizaciones como en la actividad económica. Ha sido como un gran filtro. “El peso de la innovación en la industria es elevado, aunque también hay que adaptar esas tecnologías exponenciales y traducirlas a nuestros negocios. En algunos casos, no estamos preparados para sacar todo el partido que se les presupone”.
Dentro de las estrategias en I+D+i, todos los expertos coinciden en que la digitalización y la sostenibilidad serán dos pilares fundamentales, sobre todo cuando la industria representa el sector de uso más intensivo de innovación. De acuerdo con los datos expuestos por Luis Fernando Álvarez-Gascón, vicepresidente de AMETIC, la industria absorbe la mitad de toda la inversión privada en I+D+i. Alejada, sin embargo, del 80% en países punteros como Corea del Sur y Japón. “Hablar de I+D+i sin hacerlo del sector industrial es imposible. La industria es trascendental porque aglutina una serie de actividades que tienen un empleo de mayor calidad, mejor pagados y más resilientes”, razona.
FONDOS EUROPEOS
Da la impresión de que el momento es ahora o nunca. Precisamente, la llegada en los próximos seis años de unos fondos europeos sin precedentes, dotados con cerca de 140.000 millones de euros, permitirá unas inversiones que, mediante los cauces habituales, jamás habrían cristalizado. España se encuentra ante una oportunidad única. Paloma Peinado, CIO de Airbus España, mantiene que toca elaborar un plan común, con una agenda compartida entre administraciones y empresas acerca de cómo emplear tantos recursos. “La tecnología hay que seleccionarla en función del valor y competitividad que aporta. El uso y explotación del dato es la base de cualquier compañía para generar nuevos negocios y servicios y nuevas formasde entender los productos”, zanja.
Es una última llamada para digitalizar la industria y en ella la legislación es clave. Andrea Beloni, director de marketing y digital de Philip Morris para España y Portugal, comenta que de ella depende que se habilite o se inhiba la innovación. “Debe basarse en los datos y la ciencia. Necesitamos tener una mentalidad abierta. Dejar aparcada la ideología”, asegura.
Parte de la transformación se juega en el terreno político. Lo ideal, al menos así concluye Álvarez-Gascón, sería alinear las iniciativas públicas de innovación con las cadenas de valor añadido, más que centrarlas en los sectores. “Una regulación y unas normas desacertadas pueden frenar en seco la modernización que reclama la industria. Nuestro horizonte es aportar un 20% al PIB y ahora mismo solo llegamos al 14%”, lamenta.
En el Observatorio Retina ha quedado patente que la industria se encuentra ante un punto de inflexión. Y no simplemente por avanzar en la llamada industria 4.0, extensiva en el uso de tecnología, sino como transformadora de sectores como el de la movilidad, el financiero o el sanitario. Sectores a priori determinantes en una economía sin coronavirus.
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