El tapón legal que impide que el móvil sirva para encontrar a personas desaparecidas
La ubicación de los móviles, que registran Google y Apple, facilita enormemente la búsqueda de desaparecidos, pero los equipos de rescate no pueden acceder a ella cuando buscan a personas que están inconscientes.
El cuerpo sin vida de Juan Manuel Zornoza se encontró en la Serra de Gallcanta, cerca de Manresa. Tenía 68 años, había salido a caminar por la mañana y empezaron a buscarlo después de mediodía. Pese a que su móvil daba tono de llamada, es decir, estaba encendido y con cobertura, fue imposible localizarlo y ahorrar un día entero de búsqueda.
La familia pidió que se utilizara cualquier medio para localizar el smartphone del desaparecido. Se intentó la triangulación por antenas, pero no daba un punto preciso. Y no había ningún cauce rápido y legal para obtener la geolocalización del móvil, normalmente activada por defecto en estos dispositivos. Los equipos de rescate siempre aluden a la importancia de las primeras horas para encontrar con vida a la persona. Pero aquí se topan con un muro en el que están implicados el derecho a la privacidad, la burocracia interna de las compañías y la falta de protocolos de actuación.
Google y Apple, las dos empresas que dominan los sistemas operativos de los móviles, registran información periódica sobre la ubicación de los Android y de los iPhone. Cuando esta se encuentra activada se emplea para mejorar algunos servicios, así como para enviar publicidad online basándose en intereses personales. En las políticas de Google se ilustra con este ejemplo: “Si tienes el historial de ubicaciones habilitado y visitas estaciones de esquí frecuentemente, puede que se te muestre un anuncio de equipamiento de esquí al ver un vídeo en YouTube”.
Sin embargo, no existe un protocolo útil para usar esta información en rescates. Ello a pesar de que conocer la ubicación del dispositivo facilita enormemente la tarea a los equipos de búsqueda. Así lo han comprobado en el cuerpo de bomberos del GERA (Grupo Especial de Rescate en Altura) de la Comunidad de Madrid. Desde finales de 2012, si la persona buscada está consciente y con cobertura de datos, le piden que les envíe su ubicación a través de WhatsApp.
“Desde hace unos años, cuando empezó a mandarse la ubicación por WhatsApp, esto ha pegado un salto tremendo. Ahora, cuando alguien se pierde, se le localiza en cuestión de minutos si te consigue mandar el mensaje con la localización. Es ir a tiro hecho”, afirma Miguel Ángel Rodríguez, jefe de dotación del GERA en Navacerrada. “Antes no era así. Cuando tú contactabas, aunque la persona te cogiera el teléfono, solo te podía decir desde dónde había salido, por dónde había circulado, qué veía.”.
Google y Apple también tienen un servicio para emergencias, que al llamar al 112 envía automáticamente la ubicación del móvil a las autoridades. A mayo de 2020, en España aún no estaba implementada esta herramienta. En cualquier caso, todo esto solo es posible cuando la persona está consciente y puede manipular su teléfono.
La realidad
El caso de Juan Manuel Zornoza muestra la realidad de otro tipo de búsquedas, en las que no se puede contactar con la persona, pese a que el móvil tiene cobertura. Isabel, su mujer, solo tiene palabras de agradecimiento para los equipos de rescate y para los voluntarios que ayudaron en aquellas horas de incertidumbre. Pero le queda la amargura de que no se pudiera localizar el móvil de ninguna forma. No puede comprender cómo con toda la tecnología que existe hoy esto no era posible. La respuesta de los equipos de búsqueda siempre era la misma: no es legal. “Pero en un caso de vida o muerte…”, insiste ella.
Los dos habían preparado la ropa para ir a caminar al día siguiente. Madrugaron y desayunaron juntos. Pero Isabel estaba cansada y Juan Manuel le sugirió que se quedara en casa tranquila. Él iría a hacer la caminata, si a ella no le importaba.
Hablaron por teléfono durante la mañana. “Ya tenía la voz débil, aunque coordinaba bien. Y le dije ‘no te muevas de ahí, siéntate en una sombra que ahora mismo vamos a buscarte’”, recuerda Isabel. Después fue imposible encontrarlo. “Un repetidor daba por un sitio, el otro daba por otro. Y yo erre que erre, por favor que tiene batería intervenidle el móvil y que no era legal, que no era legal”.
Para buscar a Juan Manuel se desplegaron dos helicópteros y ocho dotaciones terrestres, de Mossos d’Esquadra y Bombers de la Generalitat de Catalunya. Se pidió la triangulación de las antenas para localizar el terminal, pero no se pudo hacer nada para obtener la ubicación del smartphone que registra periódicamente la cuenta de Google (en este caso se trataba de un Android). Finalmente un familiar lo encontró, ya fallecido, buscando con su moto de motocross. Había pasado un día entero.
El derecho a la privacidad frente al de integridad física
El abogado especializado en nuevas tecnologías Sergio Carrasco afirma que técnicamente Google o Apple pueden ofrecer la ubicación del dispositivo, siempre que este tenga cobertura para enviarla. “El problema es cómo se la pides. Por ejemplo, Google España no es el sujeto que trata esos datos. En el caso de Europa está designada Google Irlanda, así que tendríamos que enviar a través de un juez un exhorto a Google Irlanda para que pudiera facilitar esos datos”.
El proceso internacional complica esta cesión, más aún en un caso de urgencia, cuando se requiere agilidad. Carrasco apunta que ocurre algo parecido con los datos de las operadoras, aquellos que sirven para triangular el móvil y que se solicitan a un juez, para que este lo pida a las compañías. “Obtener estos datos siempre es complicado, hay limitaciones para evitar abusos”, comenta. A esto se suma que los datos de las operadoras no siempre son precisos, pues únicamente ofrecen la última conexión del teléfono. (En algunas partes de Estados Unidos se da el historial de las últimas conexiones para ganar en precisión).
“Los datos que tiene Google los tiene para una determinada finalidad. Eso quiere decir que en el caso de una cesión de datos tendrá que ver por qué se da. Cuando hay un juez de por medio pondera derechos y puede limitar el derecho a la privacidad en favor del derecho a la integridad física, pongamos por caso”, señala Carrasco.
Derecho a la privacidad
Google y Apple enarbolan el derecho a la privacidad de los usuarios ante las solicitudes de información de las autoridades. Aun así, ambas tienen cauces para cursar peticiones relacionadas con urgencias. Google tiene cauces para “solicitudes de información en emergencias”. En este apartado se incluyen casos de “personas desaparecidas” o “prevención de suicidios”, al lado de casos de “amenazas de bomba” o “tiroteos en escuelas”. Apple permite hacer “peticiones de urgencia” para obtener información de los usuarios en varios supuestos, uno de ellos es cuando está en juego “la vida o la seguridad de las personas”.
Pero los equipos de rescate consultados para elaborar este reportaje coinciden en la incapacidad de obtener a tiempo la ubicación del móvil de un desaparecido, de parte de Google o Apple. “Son unas demoras muy largas en el tiempo. Los compañeros de medios técnicos o de investigación te dicen desde el principio que es inviable”, comenta el jefe de Unidad de Intervención en Montaña de Mossos d’Esquadra Ramón Arqué. “Sería bueno poder agilizarlo, pero tendríamos que encontrar la manera de poderlo articular”.
“Si hay un familiar directo que tenga acceso a la cuenta de Google podemos ver la localización”, señala Arqué en referencia al historial de ubicaciones y la función ‘Encontrar mi dispositivo’, que Google y Apple ofrecen para casos de robo o pérdida. Pero se necesita que alguien conozca la contraseña o haya una sesión abierta en otro equipo, como un ordenador. Es lo máximo a lo que aspiran los equipos de rescate en este ámbito cuando la persona desaparecida no contesta al móvil.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.