“El guion está listo, ahora pasamos el ‘corrector de discriminación”
Un equipo de investigadores de Los Ángeles diseña un algoritmo que analiza lingüísticamente guiones cinematográficos y determina el grado de igualdad en la representación de géneros y minorías.
La realidad es tozuda y el mundo no cambia de la noche a la mañana, pero en las películas uno puede hacer lo que quiera. Por ejemplo, en el asunto de la igualdad de sexos. Esto le gusta decir a Geena Davis cuando presenta la labor de su fundación, que lleva décadas trabajando por la paridad en el cine. Ahora, el Instituto Geena Davis se ha asociado con Disney para poner en marcha una nueva herramienta tecnológica que permitirá analizar guiones a velocidad de vértigo.
Tras el análisis realizado por la máquina, el creador y el estudio contarán con unas cuantas sugerencias o cambios para no caer en un retrato demasiado convencional de la realidad. Un retrato, por ejemplo, donde los hombres son los jefes, los abogados o los médicos; y las mujeres secretarias, ayudantes o enfermeras.
Son tendencias subconscientes que los guionistas a veces perpetúan sin darse cuenta. Y aquí está un algoritmo de inteligencia artificial, llamado GD-IQ: Spellcheck for bias (algo así como corrector de discriminación), para alertar sobre estas y otras que tienen que ver con la representación de minorías.
Para Davis es la manera de prevenir antes que curar. Es decir, en lugar de pasarse la vida protestando por el porcentaje tan pequeño de películas taquilleras que cada año tienen mujeres entre sus protagonistas cuando ya no hay nada que hacer, ¿por qué no leer los guiones antes de que se conviertan en película y hacer esos cambios sutiles, pero que ella cree tan importantes, antes de ponerse a hacer el casting?
A su rescate ha llegado un grupo de investigadores de la facultad de Ingeniería de la Universidad del Sur de California, alma mater, casualmente, de George Lucas. En su departamento se desarrollan tecnologías de aprendizaje computacional para analizar y reproducir el lenguaje humano, y entre los muchos proyectos que tienen entre manos está este, que analiza de manera extremadamente sofisticada no solamente el número de líneas de diálogo que tiene cada personaje en el guión, sino el nivel del lenguaje que utiliza (si son palabras más o menos elevadas e ideas más o menos complejas, de lo que se deduce cuál es la inteligencia percibida por el espectador) y la profesión que ocupa, su papel en la trama, el tiempo que está en pantalla y un largo etc. (Como por ejemplo si el guión pasaría ese test de Bechdel que cuenta el número de veces en la historia en las que dos o más mujeres establecen un diálogo entre ellas para hablar de otras cosas que no sean hombres).
“No se trata de decirle al guionista lo que tiene que escribir. Es más bien una herramienta para detectar esas tendencias subconscientes que tenemos todos cuando escribimos, cuando creamos un mundo y unos personajes. A lo mejor ni te lo has planteado, y cuando ves el análisis de la máquina te das cuenta de que incorporando estos pequeños cambios, la historia no solo no empeora, sino que estás contribuyendo a una mayor representatividad”, explica a EL PAÍS Retina Shri Narayanan, director del equipo que ha creado el programa.
Narayaran puede hablar durante horas de sus hallazgos en los años que lleva analizando guiones y películas. ¿Sabías que, por ejemplo, Frozen, el gran éxito de Disney en 2013, a pesar de tener dos protagonistas femeninas, tiene un tiempo en pantalla de estas del 51% frente a sus co-protagonistas masculinos? ¿Que los personajes femeninos tienen un 27,8% del diálogo de El despertar de la fuerza de la trilogía de Star Wars? ¿Que en más de 100 películas analizadas, los personajes afroamericanos utilizan más palabrotas que los demás, y los latinos más palabras de referencia sexual? “A veces, cuando enseñamos los resultados de nuestros análisis a los propios guionistas, se sorprenden. No es algo de lo que ellos fueran en absoluto conscientes”, añade.
Las ventajas de que sea una máquina la que realiza este análisis frente a, digamos, el lector de turno del estudio, es que la maquina es en teoría neutral y constante, algo que no sería posible aunque fuera el mismo ser humano el que leyera todos los guiones. Pero, advierte, “no se trata de sustituir el papel de los expertos, se trata de servirles de herramienta, de ayudarles a ver de forma objetiva detalles que son muy elusivos a simple vista”.
Tiro con arco
En 2012, cuando se estrenaron Los juegos del hambre y Brave, se duplicó el número de niñas que se apuntaron a la asociación nacional de tiro con arco de EEUU. Ya que la influencia de Hollywood en la sociedad es innegable, ¿por qué no usarlo para algo bueno? Eso sí, el corrector no garantiza que la película vaya a ser buena.
Y el interés en este tipo de análisis no se reduce al cine: el equipo de Narayaran ha recibido peticiones de la cámara de comercio de EE UU (para entender cómo se perciben en el público las diferentes profesiones) y de la mismísima ONU, que busca analizar las transcripciones de sus reuniones. Todo en busca de esas cosas sutiles que nos puede decir el lenguaje.
“En la vida real es verdad que hay muy pocas mujeres que sean presidentas de compañías, y va a llevar mucho tiempo alcanzar la paridad. Pero en una película, podemos lograr mostrar la paridad inmediatamente, hoy mismo. ¿Cómo vamos a conseguir que aumente el número de mujeres y niñas interesadas en carreras STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas)? Podemos hacer que haya muchísimas de ellas en esas carreras en el cine, ahora mismo. Y entonces, pasará en la vida real”, aseguraba Geena Davis en la presentación de su acuerdo con Spellcheck for bias hace un par de semanas. Ella es una convencida de que la representatividad tiene un impacto directo en la sociedad y en las asunciones de cada individuo sobre sus aspiraciones.
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