Innovación disruptiva: ahora o nunca
Empresas como Patagonia, Ben & Jerry’s, Nike, The Body Shop, Unilever o Ikea son un ejemplo de compañías que han vinculado la innovación y la sostenibilidad con su día a día
La sostenibilidad ligada a la innovación se ha convertido en la palanca clave para integrar la sostenibilidad en el negocio. La innovación sostenible (o social) ha ido ganando presencia y vinculación en todas las áreas de las compañías. Ha permitido a las empresas adaptarse a los retos y tendencias del momento para dotar de legitimidad y propósito a su existencia, reforzando el impacto de las empresas en la sociedad.
Durante el siglo XXI la sensación de cambio constante y de incertidumbre se ha acelerado, a la vez que el desarrollo sostenible se ha ido incorporando en la agenda de las empresas, gobiernos y sociedad civil. En 2015, el Acuerdo de París para frenar el cambio climático y la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) supusieron un punto de inflexión en la sostenibilidad, con el compromiso de los países (gobiernos, pero también ciudadanía y muchas empresas) para reducir el calentamiento de la Tierra y de impulsar una agenda global hasta 2030 para mejorar las condiciones de vida de los más de 7.000 millones de habitantes, respectivamente.
Este impulso de la sostenibilidad en las empresas ha provocado que la innovación no sólo se desarrolle en los productos o servicios y sea un pasaporte para la cuenta de resultados, sino que se vea en clave disruptiva para impactar en el entorno, tanto a nivel económico, social o medioambiental.
Se ha generado notoriedad en torno al concepto de innovación social, que como se define en el Informe Cotec de 2018 es: “Una nueva solución a un problema social que es más efectiva, eficiente, sostenible o justa que las actuales soluciones y que genera valor para toda la sociedad, más que únicamente para individuos concretos”.
La innovación social se ha convertido en necesaria para afrontar los retos comunes, como el cambio climático, la desigualdad, la lucha contra la pobreza y el hambre o la educación. Empresas que han nacido con ese carácter social durante la última década están tratando de encontrar soluciones comunes y las grandes empresas también están poniendo el foco en la innovación social, presionadas, en parte, por esa necesidad de acometer cambios transformadores.
Redesigning The Good Life: Brands Serving Humanity es el lema de la cuarta edición de Sustainable Brands Madrid 2018, que se celebrará del 8 al 9 de octubre, donde el factor humano, las personas en el corazón de la innovación, será uno de los cuatro grandes bloques del encuentro en el que más de 30 ponentes internacionales compartirán las claves para incentivar los cambios que necesitan las empresas para generar innovaciones transformadoras y con impacto. En definitiva, ideas que nos mejoren nuestra vida. ¿Cómo? Situando a las personas en el centro de todas sus decisiones y pensando si sus productos y servicios tendrán un impacto positivo en nosotros como ciudadanos.
Empresas como Patagonia, Ben & Jerry’s, Nike, The Body Shop, Unilever o Ikea son un ejemplo de compañías que han vinculado la innovación y la sostenibilidad con su día a día, que ya no se entiende sin estas dos realidades. Además, han dado un paso más, situando su propósito, entendido como la respuesta de por qué y para qué están en el mundo, como la base de su actividad.
La tecnología tiene que estar al servicio de todos y tiene que servir para que estemos conectados de verdad como personas
Por otra parte, la tecnología ha ayudado al proceso de aceleración de la innovación, sobre todo con la aparición de Internet en la década de los 90. Muy pocos se atreverían a pronosticar por aquellos años que dos empresas de base tecnológica como Apple y Amazon se convertirían en 2018 en las primeras empresas de EEUU en alcanzar el billón de dólares en capitalización bursátil.
La tecnología ha cambiado también nuestra manera de relacionarnos y de trabajar. Además, ya está generando dilemas éticos entre la mano de obra de las personas y la robotización del empleo, en la que los robots compartirán y nos quitarán muchos de los trabajos que ejercemos en la actualidad. Según el reciente estudio del World Economic Forum “The Future of Jobs Report”, los robots y la inteligencia artificial destruirán 75 millones de empleos hasta 2022, pero crearán 133 millones de empleos, lo que supone que se podrían generar 58 millones de empleos más hasta 2025. Desde luego parece que ante la robotización del empleo también se generan nuevas oportunidades para todos, pero para no perder la perspectiva, las empresas tendrían que innovar situando a las personas en el centro de sus decisiones tanto a la hora de generar empleo como en la elaboración de sus productos.
La tecnología tiene que estar al servicio de todos y tiene que servir para que estemos conectados de verdad como personas, no sólo virtualmente y beneficiarnos de las oportunidades que genera tanto a nivel profesional como personal. En la pasada edición de Sustainable Brands Vancouver 2018, celebrada en junio, Tristan Harris, cofundador del Center for Humane Technology, compartió con los asistentes las cinco problemáticas que la tecnología genera y que tenemos que afrontar: Identidad, Autonomía, Comunidad, Novedad y Velocidad. ¿A qué os resultan conocidas?
El camino de la innovación pasa por generar proyectos disruptivos para transformar la sociedad. ¿Os sumáis?
Sandra Pina es socia y directora general de Quiero y directora de Sustainable Brands
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