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Verónica Pascual: “El principal acierto de Silicon Valley fue hacer sexy la tecnología”

Verónica Pascual iba viento en popa como consultora en una multinacional hasta que su tratamiento para la crisis de la empresa familiar le hizo ir aún mejor. Es la referencia robótica de la transformación tecnológica

Cuando vayas por la A-1 dirección Burgos, a la altura de Madrigalejo del Monte, lo verás entre los páramos: ASTI, número 1 europeo en robótica de vehículos autoguiados (AGV) e inteligentes para lo que se tercie en el proceso industrial 4.0. Verónica Pascual, CEO y cerebro de segunda generación, nos recibe en el Ágora de ASTI, un graderío para reuniones rodeado de puertas con dibujos de robots. Mazinger, Nono, DATA… Su favorito, Wall-E, por ser buena gente.

Burgos, 1979 / Ingeniera aeronáutica / Obsesiones: la customización y la hiperconexión / “La tecnología es divertida”.
Burgos, 1979 / Ingeniera aeronáutica / Obsesiones: la customización y la hiperconexión / “La tecnología es divertida”.

Al otro lado de la pared acristalada, en el taller ya oscuro al final de la tarde, brillan los pilotos verdes y rojos de los AGV que van y vienen solos toda la noche, en modo autotest, para comprobar su fiabilidad antes de salir hacia su destino.

Uno tiene pinta de grúa de puerto, en pequeño. En pequeño es un decir, cuando le acoplen la plataforma superior pesará 17 toneladas. Las ruedas de caucho blanco son deseo expreso del cliente, no quiere que deje marcas alrededor de su edificio en Silicon Valley cuando estos robots le limpien las ventanas. Aún es un proyecto semisecreto.

Verónica Pascual no asevera, dice mucho “creo que…”, en el sentido de opinar y en el de estar convencida. Cree que la inteligencia emocional es un motor de su fulgurante despegue, justo en los años más feroces de la crisis.

En 2004, con 25 años, era una española (consultora de multinacional) por el mundo. Pero recibió una llamada. La pyme familiar de fabricación de maquinaria industrial estaba en crisis. “Yo me debo a mi familia”, asegura.

Tomó el mando, mantuvo el fondo, cambió la forma, la emoción y la escala de la ambición: salvar la empresa no, catapultarla. En 2008 ASTI ya estaba a flote y Pascual compró el 100% de la compañía. Desde entonces ha multiplicado por ocho la plantilla y por 13 la facturación. En 2020 parece que nada impedirá otra multiplicación, y hablamos de solo tres años. Clientes en 15 países, la mayoría multinacionales.

¿Cualidad que fichas a ciegas? “Ser positivo. Somos una empresa pequeña con clientes y proveedores gigantes. Desarrollamos cosas que no existen y que no pueden fallar. Tienes que ser positivo para abrazar la incertidumbre como estímulo. Y pensar en grande”. En las entrevistas de trabajo preguntan al aspirante:

“¿Qué estás rompiendo ahora?, ¿cuál es tu última chapuza?”. Pone como ejemplo a un colaborador que “le diseñaba los recorridos a su padre con el tractor para optimizar gasoil y tiempo”. Otro tiene el hobby de montar peceras complejas, a veces se despide con un “bueno, me voy a bañar a los peces”.

Desarrollamos cosas que no existen y que no pueden fallar. Tenemos que abrazar la incertidumbre como estímulo

“Esto es muy divertido, no hacemos una línea de código que va dentro de otro código que saldrá dentro de diez años, sino proyectos que ves funcionar y transformar grandes empresas”. Pero no todos los jóvenes ven la ingeniería tecnológica así de divertida, aunque sean adictos a sus productos. “Por eso el principal acierto de Silicon Valley fue hacer sexy la tecnología, convencer a una generación de que trabajar allí simplemente molaba”.

Cree que en España no mola lo suficiente. Faltan políticas ex profeso de apoyo a las startups y pymes tecnológicas no por su facturación o el empleo que generan, sino “por su capacidad de habilitar el cambio y su efecto tractor”. “Da igual si desarrollan estampados, animación 3D o electrónica de automóvil. Se trataría de generar red y ecosistema, plataformas de trabajo en común”. La facturación, el empleo y el tamaño ya vendrán, igual que vino el viaje del garaje geek al rascacielos.

Verónica Pascual lidera un sector muy específico, de puerta de fábrica hacia dentro, pero significativo porque refleja toda una tendencia global: los AGV no dejan de ser dispositivos superconectados, con algoritmia enfocada a la inteligencia artificial y computación big data. “Son capaces de aprender del entorno, cada vez son más listos y además, customizados”. Es decir, un ejemplo y una oportunidad.

Ejemplo: hiperconexión e interconexión entre máquinas y humanos. “Desde el reloj que te despierta según tu agenda y tu ciclo de sueño al coche autónomo o el smartagro… Ese sentimiento de formar parte de un todo, de no ser individuos aislados, tiene una potencia enorme”.

Oportunidad: la economía digital de productos inteligentes que saben cómo los usa y cómo es el consumidor. “Esto nos lleva directo a la customización, una oportunidad magnífica para Europa y EE UU de recuperar industrias deslocalizadas, porque ahora hace falta talento de alto nivel para tecnología de alto nivel y es importante producir lo más cerca posible de ese cliente para el que personalizas un producto”. Pone un ejemplo de andar por casa, las zapatillas customizadas. Dice que su objetivo sería hacer de su empresa la Nike de los AGV.

En ASTI trabajan personas de ocho nacionalidades. “Cuanto mayor es el componente de innovación en un ámbito, más enriquece a un equipo esa diversidad cultural”. Hablamos de fútbol (es del Real Madrid), dicen que Luis Aragonés hizo triunfar a España no solo por tener una generación de talento sin precedentes, también porque hizo a los jugadores conciliarse con lo que son: locos bajitos (al menos más locos y más bajitos que los alemanes) que pensaban rápido y resolvían bien.

Tú que viajas tanto, ¿cómo ves la particularidad cultural del talento español?

“Hablo de los profesionales de la ingeniería que he conocido y de escuchar a muchos extranjeros valorar su talento. Creo que desarrollamos el ego colaborativo frente al ego individual, somos flexibles y ágiles, no nos ceñimos a un modelo rígido de pensamiento, cambiamos con facilidad, nos gusta trabajar en equipo y somos animales muy sociales. Eso es un pegamento organizativo excelente, nos mezclamos con los demás, no somos de generar colonia”.

“Y, contra los clichés, trabajamos más que la mayoría de los europeos. Es un lujo contar con personas con esa capacidad no de sufrir, sino de disfrutar con el esfuerzo”.

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