Enrique Dans: “En inteligencia artificial nos están guiando cantos de sirena”
La comunidad internacional, un carnaval de opiniones: ¿Destruirá empleo? ¿Mejorará la sociedad? ¿Acaso existe?
1997. Deepblue vence a Kasparov. "¿Qué fue eso? Poder computacional". 2011. Watson gana en Jeopardy. "Un ordenador ya es mejor que muchas personas al interpretar el lenguaje natural, inventado y definido por nosotros". 2016. AlphaGo vence a Lee Sedol, uno de los mejores jugadores de Go del mundo. "Esto fue deep learning. Un hito muy gordo". 2017. Libratus gana a la élite del poker humano en un torneo que duró veinte días. "Aquí tenemos un sistema capaz de procesar un escenario con información imperfecta e incluso engañosa y, aún así, tomar mejores decisiones que los humanos".
Después de Libratus, Enrique Dans empezó a bromear con sus alumnos: "Habéis pagado un MBA carísimo y resulta que hay una máquina capaz de hacer lo que os van a pedir a vosotros. Y tal vez lo hace mejor...". Sin embargo, el profesor del IE y experto en innovación se muestra escéptico: "Nos están guiando cantos de sirena. Las compañías de machine learning están haciendo cosas interesantísimas y las que se definen como de inteligencia artificial están más en el mundo de las ideas".
Pero el debate ya está abierto. "La inteligencia artificial está llamada a transformar nuestra sociedad, no sólo reemplazando trabajos rutinarios, sino también apoyando y potenciando las actividades humanas y la toma de decisiones", promete Yuko Harayama, miembro ejecutivo del consejo de Ciencia, Tecnología e Innovación del gabinete de gobierno japonés. Esta premisa marcó el ritmo del reciente foro anual de la OCDE, al que Dans asistió en representación del IE, knowledge partner del foro: "No hay discusión sobre el hecho de que este cambio va a llegar. Y eso es bueno", admite.
Percibimos la Inteligencia Artificial como un poderoso catalizador, pero sus beneficios dependerán del modo en que se implemente Yuko Harayama
Una de las pocas certezas de los expertos internacionales que debatieron en París es que la inteligencia artificial está a la vuelta de la esquina. A partir de este punto, todo son preguntas: ¿Nos robará el empleo? ¿Perderemos la motivación para aprender? ¿Nos manipulará sin que seamos conscientes? ¿Quién es responsable de los accidentes causados por un coche autónomo? ¿A quién corresponden los derechos de una creación producida por estas tecnologías? "Por su potencial para equipar y moldear mejor nuestra sociedad, percibimos la inteligencia artificial como un poderoso catalizador, pero sus beneficios dependerán profundamente del modo en que se implemente y se utilice en sistemas socioeconómicos reales", añade Harayama.
El doble filo de esta tecnología podría ser la última certeza compartida. Rand Hindi -emprendedor, data scientist y fundador de Snips-, ha visto los dos extremos. Después de una década trabajando en el desarrollo de algoritmos para la toma de decisiones en el mercado financiero, vio como las operaciones basadas en estas tecnologías pasaron de representar el 3% del total hasta alcanzar el 90%. Un éxito. Al menos, hasta que estos mismos avances empezaron a reemplazar a los operadores financieros humanos. Y, entre ellos, a su padre. "Nuestro mayor reto será gestionar la colaboración entre humanos y máquinas", asegura.
Con esta convicción, colaboró con el gobierno francés en el desarrollo de una estrategia de Inteligencia Artificial pensada para el progreso común de máquinas y personas. "Nuestra conclusión fue que si se toma en consideración el elemento humano de todos esos empleos, la mayoría no desaparecerán: se transformarán. Tendremos doctores, pero en lugar de enfocarse al diagnóstico se centrarán en la relación médico-paciente", explica.
- ¿Más poder a los poderosos?
Lise Bitsch, de la Fundación Danesa de Tecnología -DBT-, celebra las posibilidades de la Inteligencia Artificial para ayudar a empresas e individuos a recolectar datos y ejecutar transacciones, análisis y transferencias. Pero advierte de las potenciales consecuencias de explotar estas ventajas fuera de un marco ético: "Podría conducirnos a una mayor concentración de riqueza en manos de quienes ya tienen demasiado". La sombra de esta acumulación de poder, que tendría las herramientas para situarse por encima de nuestros sistemas políticos sólo se disiparía, según Yuko Harayama, prestando cuidadosa atención al progreso de estas tecnologías.
"Por otra parte, si nos tomamos en serio la necesidad de una Inteligencia Artificial que trabaje con nosotros, tal vez incluso protegiendo nuestras sociedades de algunos de los abusos de poder que vemos hoy en día, esta tecnología puede darnos la oportunidad de desarrollar democracias más justas e igualitarias", añade Bitsch.
En octubre de 2016, la oficina de Ciencia y Tecnología del gobierno estadounidense publicó el informe Preparando el futuro de la Inteligencia Artificial, que aborda la necesaria adaptación de los marcos regulatorios actuales a la llegada de estas tecnologías: "Debe asegurarse que haya suficientes 'asientos técnicos' en la mesa de debate sobre las nuevas políticas regulatorias". Enrique Dans desconfía de entornos legislativos que se desarrollen antes del desembarco de la inteligencia artificial. "Cuando intentamos prelegislar, impedimos que el entorno se desarrolle de manera dinámica. Si hay una tecnología que te permite ser más competitivo y no la adoptas, lo hará otro", asegura.
Esta tecnología podría darnos la oportunidad de desarrollar democracias más justas e igualitarias Lise Bitsch
Otro consejo del profesor del IE, es relativizar la importancia de los grandes impactos informativos -Deepblue, Watson, AlphaGo, Libratus- y no perder de vista las posibilidades de las tecnologías que ya están a nuestro alcance. Por lo demás, el debate continúa: "¿Qué pasa cuando un algoritmo tiene sesgos derivados de los propios datos? Es necesario un comité ético que revise esas decisiones. ¿Pero quién supervisa a quién?".
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