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Tres ‘startups’ para ganar dinero invirtiendo de forma sostenible

Iniciativas financieras buscan inversores que además de pensar en rentabilidad y riesgo tengan un impacto en la sociedad o el medio ambiente

Tal y como indica el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA (UNEP por sus siglas en inglés), la industria fintech ya está movilizando las finanzas ecológicas al reducir costes, promover la eficiencia, la transparencia, responsabilidad y colaboración. Las nuevas empresas creadas para la financiación de proyectos ecológicos o sociales mediante crowdlending o crowdfunding van más allá. Estas nuevas startups financieras buscan inversores que, además de pensar en rentabilidad y riesgo, como haría cualquier ahorrador tradicional, quieran crear un impacto en la sociedad o el medio ambiente. Dentro del panorama nacional destacan Ecrowd y La Bolsa Social.

La Bolsa Social es una plataforma online de equity crowdfunding que pone en contacto a inversores de impacto social con empresas sociales innovadoras. “Hay muchos inversores que no están dispuestos a financiar y fomentar con su dinero guerras, productos especulativos, contaminantes… Quieren saber dónde va su dinero. Por eso funciona la Bolsa Social”, afirma su director de comunicación y marketing, Pablo Escobedo.

Hay muchos inversores que no están dispuestos a financiar  guerras o contaminantes Pablo Escobero, Bolsa Social

A través de la Bolsa Social, primera plataforma de equity crowdfunding autorizada por la CNMV, se han financiado ya cinco empresas: Auara, startup que comercializa agua mineral embotellada para llevar agua potable a países en vías de desarrollo; WhatsCine, una tecnológica que acerca el cine y la televisión a personas con discapacidad audiovisual; Formidable, plataforma de fomento de la alimentación km 0 que une a consumidores y productores a través de colegios; Nostoc Biotech, startup dedicada a la fabricación, distribución y venta de biofertilizantes y biopesticidas con el objetivo de reequilibrar los suelos, preservar su salud y reducir el abuso de químicos; y Utopic_us, una empresa dedicada a los espacios de coworking.

La rentabilidad de estas inversiones que ofrece la Bolsa Social, según un estudio realizado por la fundación Nesta junto con la Asociación Británica de Business Angel, se sitúa alrededor de 2,2 veces el capital invertido en un periodo de inversión de 3,6 años. Esta cifra se traduce en un retorno anual superior al 20%. Pero es importante señalar que el 56% de las inversiones de este tipo generan pérdidas y que de esta muestra solamente un 9% genera un retorno superior a 10 veces la inversión. Por eso es tan importante diversificar aun más cuando se invierte en este tipo de proyectos.

Getty Images

Las campañas de inversión en la Bolsa Social se pueden abrir para proyectos concretos, como en el caso de la ronda de WhatsCine, en la que se consiguieron 300.000 euros en menos de un mes para extender su modelo de negocio en Estados Unidos y Latam, o de Nostoc Biotech, que alcanzó la cifra de 249.705 euros para aumentar su producción y abrir nuevas líneas de distribución en España. Pero también se pueden realizar ampliaciones de capital, como es el caso de Auara, que en menos de un mes sumó 212.000 euros.

Se trata de una plataforma online de crowdlending que pone en contacto a inversores con proyectos que tengan un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente. “Para que incluyamos un proyecto dentro de nuestra plataforma, este debe utilizar una tecnología probada que sirva para sustituir a otra con el fin de obtener unos retornos ya previsibles o que generen un flujo de ingresos que permitan pagar las cuotas del préstamo”, afirma Jordi Solémuntada, fundador de Ecrowd.

A través de Ecrowd se llevó a cabo la primera financiación de un proyecto de un ayuntamiento por sus vecinos. En concreto se instaló unos paneles fotovoltaicos en el tejado del ayuntamiento de Villademat. El importe de la financiación fue de 8.800 euros e invirtieron 23 residentes. Con esta iniciativa se consiguió reducir el coste de la electricidad del edificio en un 20% y las emisiones de CO2 en 2,5 Tm/año.

Se trata de invertir en el futuro de nuestros hijos con proyectos que mejoren la calidad de nuestro entorno Diego Azorín, Big Bank

Otros proyectos que se han financiado son la instalación de secaderos de biomasa en varios secaderos de jamones, sustituciones de calderas de gasoil por otras de biomasa, ampliaciones de redes de fibra óptica en varios municipios, instalaciones de fachadas de madera ventilada o climatizaciones y aislamientos para centros educativos.

De momento, el contante de todos ellos ha supuesto más de 1,6 millones de euros, sin ninguna incidencia de pago, con aportaciones a partir de 50 euros y una rentabilidad media del 5,25%. Lo que no significa que no implique riesgos: de hecho, Solémuntada insiste en la necesidad de diversificar y no invertir todo el dinero en un mismo proyecto.

Para poder invertir en este tipo de proyectos la CNMV ha puesto una serie de límites. Para hacerlo como inversor certificado se debe cumplir, al menos, uno de los siguientes requisitos: acreditar unos ingresos anuales superiores a 50.000 euros o un patrimonio financiero superior a los 100.000, ser un empresario individual cuyas partidas de activo sean iguales o superiores al millón de euros, que la cifra de negocio iguale o supere los dos millones y que cuente con recursos propios de más de 300.000 euros. Si no se cumplieran ninguno de los anteriores requisitos, la CNMV permite invertir bajo la categoría de inversor no cualificado pero con límites de 3.000 euros por cada proyecto y de 10.000 euros por plataforma.

El informe Fintech and Sustanaible Development: Assesing the Implicationes (Las fintech y el desarrollo sostenible: evaluación de las implicaciones), elaborado por el PNUMA, afirma que las fintech ya están movilizando las finanzas ecológicas, facilitando el acceso, por ejemplo, a personas con menos recursos a las energías limpias, mediante sistemas de pago innovadores. Y esto es precisamente la actividad que desarrollan desde BigBank. “Se trata de invertir en el futuro de nuestros hijos con proyectos que mejoren la calidad de nuestro entorno e impliquen un impacto negativo inferior a las energías tradicionales”, resume su director general en España, Diego Azorín.

Getty Images

A pesar de no ser una nueva startup financiera, ya que fue fundado en 1992 en Estonia, BigBank concede sus préstamos solo si los datos del cliente consiguen pasar el “complicado examen” de su algoritmo, que según su director general, incluye variables novedosas de Big Data. A través de este sistema se comprueban fuentes de información públicas y se combinan con modelos de decisión basados en diferentes variables, como la edad o el número de años en un mismo trabajo.

Este banco con corazón de fintech, como lo define Azorín, ha abierto una nueva línea de créditos verdes en nuestro país. Algunos de sus productos estrella son la financiación de la compra de coches eléctricos con un tipo de interés nominal (TIN) del 3,99%, o de coches híbridos con un TIN del 5,95%, aunque también ofrecen préstamos para la instalación de paneles solares (TIN 6,74%) o calderas de biomasa (TIN 9,99%).

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