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Cuatro cambios que transformarán los seguros en la era digital

El mundo de los seguros va a cambiar más en los próximos 10 años de lo que ha cambiado en los últimos 300. A fin y al cabo, los seguros de hoy siguen mutualizando el riesgo, es decir, el coste se reparte por igual entre sus clientes, del mismo modo que hace cientos de años los granjeros mutualizaban la posible pérdida de su ganado. Sin embargo, la oleada de #insurtech solo acaba de empezar y trae consigo innovaciones que cambiarán el sector para siempre:

Seguros atomizados

No falta mucho para que una pulsera inteligente en tu muñeca se dé cuenta de que te acabas de lanzar al vacío haciendo puenting y active de inmediato tu seguro de vida para deportes de riesgo. Si esta idea te parece una locura, fíjate en estas aplicaciones que ya existen: Trov, en EE.UU.,te permite asegurar tus esquís contra daños, roturas o robo, solo cuando detecta que estás en las montañas y supone que estás esquiando. Metromile, de EE.UU., es un seguro que te cobra por kilómetro solo cuando usas el coche, es decir, si tu coche está en el garaje, no pagas el seguro.Blablacar activa su seguro con AXA cada vez que compartimos coche, incluyendo al pasajero como posible conductor, en caso de que, en un viaje largo, se turnen. SocialCar, por su parte, ofrece un alquiler de coche de un solo día, entre particulares, con seguro incluido. Del mismo modo, AirBnB asegura las casas de sus usuarios solo las noches que se utilizan.

Comparemos esto con pagar una vez al año (y una abultada factura) el seguro de coche, el seguro de vida o el seguro de salud. A través de la atomización, las aseguradoras dejarán de ser esos proveedores a quienes das tu dinero con la esperanza de no tener que utilizarlos nunca, a integrarse dentro de tu vida para ayudarte a tomar decisiones de valor y sentirte seguro.

insurtech

Análisis de riesgo basados en personas

Suena ridículo, pero la mayoría de aseguradoras siguen poniéndote un precio más alto si tu coche es rojo y tienes 19 años. ¿Por qué?. Porque asumen que es una actitud demográfica de mayor riesgo. Los seguros de hogar siguen teniendo en cuenta el tamaño a la hora de determinar su riesgo y los seguros de impago para caseros valoran el código postal. ¿Son realmente relevantes estas variables? Sí lo son, por eso las aseguradoras las usan en sus modelos predictivos. Sin embargo, están claramente sesgadas.

Por suerte, en el futuro los seguros se orientarán hacia las personas. Hay jóvenes de 19 años que conducen mejor que otros de 45 con años de experiencia al volante. Del mismo modo, el impago de alquiler no tiene tanto que ver con dónde está la casa como con quién es el inquilino.

Las aseguradoras están empezando a entender que los riesgos están en las personas, no en las cosas. Y cuando dejas de pensar en datos demográficos y te centras en las personas, puedes ayudar a mucha gente a acceder a oportunidades que, antes, no podían alcanzar. Hay aseguradoras que, simplemente, prefieren no ofrecer cobertura a inmigrantes, estudiantes o autónomos, por ejemplo, ya que asumen un riesgo demográfico mayor. Así, se está limitando el acceso a oportunidades financieras a personas perfectamente capaces y honestas, solo por el hecho de tener trabajos no tradicionales, como pueden ser conductores de Uber, becarios, profesionales independientes, etc.

Si vamos más lejos, podemos incluso afirmar que las aseguradoras no confían en sus propios clientes y necesitan tener procesos para evitar que ciertos clientes se aprovechen del seguro. Sin embargo, esa es una actitud retrógrada y negativa. No tiene sentido que, después de 10 años siendo cliente, llames a tu aseguradora para denunciar un problema y te traten con absoluta desconfianza. Si las aseguradoras se fiaran de sus clientes, se reducirían tremendamente sus costes de atención al cliente y de venta a nuevos consumidores. Esto, a su vez, les permitiría ofrecer nuevos productos, como micro-seguros, a través de canales digitales automáticos que, a día de hoy, solo se atreven a ofrecer en persona y con un coste de adquisición muy elevado.

Prevención, no predicción

Las aseguradoras llevan años dedicándose a predecir si cierto grupo de personas se va a comportar de cierta manera o no. Sin embargo, el mayor valor no está en predecir, sino en prevenir. Lo que va a cambiar el mundo de los seguros para siempre no es saber si María tiene un riesgo del 8 o del 9%, sino si podemos hacer que María tenga un riesgo del 3%. María se beneficia (porque, evidentemente, no quiere problemas y prefiere tener menos riesgos) y la aseguradora se beneficia de márgenes más altos, a la vez que puede bajar sus precios.

¿Cómo se consigue la prevención? Con sensores e incentivos. Pensemos, por ejemplo, en la empresa Nest, adquirida por Google hace un par de años, que hace termostatos inteligentes. Inteligentes significa que, si la temperatura pasa de los 70 grados, el propio termostato llama a los bomberos. Si los bomberos llegan antes, el coste de la  reparación pasará de 20.000 euros, si hubiera que arreglar una cocina carbonizada, a 3.000 si solo ha sufrido daños menores. Ambos, cliente y aseguradora, son más felices.

Creo que, en el futuro, las aseguradoras acabarán regalándote todos estos sensores y soluciones. El servicio será el seguro y todos esos productos serán gratis, incluyendo pulseras que midan tu ritmo cardíaco, sensores para el coche, el gimnasio y, quién sabe, quizá incluso tickets de comida para productos sin azúcar. Acabarán regalándote soluciones como un brazo mecánico tipo Luke Skywalker que reducirá tu necesidad de acudir regularmente a un fisioterapeuta, ojos biónicos con zoom 100x que evitarán accidentes o exomúsculos que ayudarán a las personas mayores a caminar por su cuenta sin riesgo de caídas (esto, en particular, creo que va a ser absolutamente revolucionario) simplemente porque les saldrá más barato.

Este es el cambio fundamental que vamos a ver en el mundo de los seguros, porque modifica la realidad tal y como la conocemos. Para entenderlo mejor, miremos al pasado en vez de al futuro. Si hace 200 años hubiese existido una aseguradora que hubiera ofrecido seguros de vida para niños que murieran antes del primer año, los precios hubieran sido totalmente irracionales, simplemente porque esto ocurría en un 10% de los nacimientos.

En lugar de predecir si los niños de padres con coches rojos deberían tener un precio del 9% y con coches blancos del 11%, reduzcamos el riesgo en el parto al 0,001% y podremos tener un seguro viable. En los próximos años, veremos cómo nuestros riesgos van a ser medidos de una forma absolutamente personal, no solo por una razón de ahorro, sino para ayudarnos a vivir más seguros. Tu Google Maps te dirá por qué calles no deberías caminar solo; tu coche autónomo no se dormirá en la carretera ni conducirá bajo los efectos del alcohol. Esto es bueno, no solo para ti, sino para el resto de los conductores, reduciendo el riesgo para todos.

Beneficios transferibles

Hoy, muchos de nuestros seguros y beneficios están ligados al trabajo. El seguro de salud que ofrecen las empresas es más barato. El seguro del paro se vincula con los años trabajados. Los fondos de pensiones, en todos los países del mundo, mejoran si los paga la empresa empleadora antes de impuestos. Vacaciones, seguros de vida, acceso a crédito: todo es más fácil cuando trabajas en una gran compañía.

Sin embargo, el mundo está cambiando. Se estima que el 40% de la población de Estados Unidos será autónoma en el año 2020. Y España no estará lejos. Estos autónomos no se van a comprometer con un único trabajo, sino que tendrán distintas fuentes de ingresos, procedentes de distintos “trabajos”: unas horas trabajando en Uber, otras horas haciendo fotografías para bodas y, el resto, retocando fotos o haciendo bisutería para vender en ETSY. Esto ya está ocurriendo. No obstante, estas personas son completamente ignoradas por una sociedad que está preparada para perfiles que trabajan o han trabajado en una multinacional los últimos 10 años y tienen lo que hoy se considera un “trabajo estable”. El resto tienen serias dificultades para conseguir una hipoteca, un seguro de salud a un precio justo o un fondo de pensiones libre de impuestos.

Ni el Gobierno, ni la banca, ni las aseguradoras van a cambiar esta realidad macroeconómica. Lo único que pueden hacer es adaptarse y una gran parte de esto supondrá crear “beneficios transferibles”. Las hipotecas de las que hablaba antes son un ejemplo perfecto. Si en el futuro, un 40% de la población tendrá trabajos del tipo conductor de Uber, con salarios que varían cada mes, necesitamos una nueva realidad para lidiar con estos servicios. Urge una nueva forma de medición crediticia que acepte esta variabilidad en la vida de las personas usando, por ejemplo, su reputación o aceptando su historial de una forma más holística.

Una nueva forma de evaluar a las personas podría ser utilizar la tecnología Blockchain como base de ese historial. Si la gente se muda de casa cada 12 meses, en vez de cada 60, tenemos que crear servicios de seguros de vivienda con antigüedad transferible entre estados, países y aseguradoras. Lo mismo para el paro, seguros de vida, vacaciones y un largo etcétera que iremos descubriendo en los próximos años.

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