Doris Sung, arquitecta: “Las fachadas de los edificios deben utilizarse para el bien común”
La diseñadora estadounidense es impulsora de la llamada arquitectura bioclimática, un método para elaborar construcciones que se adapten a las condiciones climáticas sin utilizar energía eléctrica
Los veranos cada vez más intensos en todo el mundo han hecho casi inimaginable la vida en las grandes ciudades sin aire acondicionado. Si uno vive o trabaja en un edificio de hormigón y fuera la temperatura supera los 35 grados, parece no haber alternativa a un sistema de enfriamiento, que, paradójicamente, agrava el problema del que se intenta escapar. Debido a esto, la arquitecta y diseñadora Doris Sung (Hollywood, California, 60 años) cree que la forma de construir debe atravesar un cambio radical y tener en cuenta las condiciones climáticas, la eficiencia energética y el bien común dentro y fuera de las edificaciones.
La estadounidense es pionera en la llamada arquitectura bioclimática, un método que integra tecnología y diseño para que los edificios se adapten a su entorno con un mínimo consumo energético. Esta propuesta sostenible busca responder al cambio climático con la sombra y la ventilación natural como armas. Por videollamada con EL PAÍS desde DO|SU, su estudio en la ciudad californiana de Rolling Hills y fundado en 1997, Sung define este método como la búsqueda de “edificios que respiren y que, como la piel humana, respondan a los cambios”.
Sung, profesora de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de California del Sur, ha diseñado estructuras como el InVert, un sistema de paneles de sombra que responde a la posición del sol con el uso de bimetales. Estos materiales reaccionan a los cambios de temperatura sin necesidad de electricidad. Cuando se calienta, un bimetal puede curvarse o doblarse. Es un material utilizado comúnmente en dispositivos de control de temperatura, como termostatos y disyuntores eléctricos.
Con su diseño a partir de bimetales, el InVert, que le valió a Sung un Premio Nacional de Diseño en 2021, logra bloquear la entrada del sol directo y mantener la iluminación en todo momento. “Está funcionando todo el tiempo, de forma automática. Debería ser natural que un edificio haga cosas así porque las ventanas son de los grandes culpables de la necesidad de aire acondicionado”, elabora la experta, y aclara que los bimetales nunca se han utilizado para grandes construcciones.
Con diseños como el InVert o el Bloom —una estructura fabricada con bimetales para bloquear el sol de su interior—, la arquitecta quiere dar a conocer alternativas sostenibles a los bloques de hormigón. “Tengo ideas bastante radicales sobre cómo las ciudades deberían cambiar, pero no son descabelladas. Todo depende de las leyes y las políticas públicas”, afirma.
Para Sung, además, las construcciones deberían tomar en cuenta a quienes están fuera de ellas: “Los exteriores de las fachadas de los edificios deberían utilizarse para el bien común, con una tecnología muy pasiva para que los peatones disfruten de zonas más frescas. Si podemos poner estos paneles en las ventanas, ¿por qué no pensamos en el resto de la fachada?”
La arquitecta reconoce que esta visión de nuevas ciudades va a requerir grandes cambios políticos en gobiernos locales y nacionales, así como “un verdadero cambio de actitud por parte de los propietarios de los edificios”, quienes, a su juicio, nunca van a gastar dinero para beneficiar a la gente del exterior. “Tanto los inquilinos como quienes están en las calles deberían empezar a exigir este cambio”, opina.
Imitar a la naturaleza
La inspiración de Sung en la naturaleza viene de largo. De joven, la estadounidense cursó un grado en biología y pensaba continuar sus estudios en investigación médica, pero decidió hacer un giro abrupto hacia la arquitectura. Aun así, nunca abandonó las inquietudes científicas y ambientales que surgieron en aquellos años.
“Comencé a leer mucho sobre el cambio climático y me preguntaba por qué nadie tenía esa preocupación, especialmente en el campo de la arquitectura. A mediados de la década de los 2000 empecé a buscar nuevos materiales que fueran más resistentes al clima que nos rodea”, relata. De ahí surgió su interés por los materiales inteligentes, como los bimetales, y las materias orgánicas, como las membranas, otra pieza fundamental de sus diseños.
Estos materiales, según la arquitecta, son un recordatorio de que los seres humanos están demasiado acostumbrados a la eficiencia. “Cada hoja de un árbol es diferente. Hay variaciones, hay flexibilidad, hay adaptabilidad y, al final, resiliencia. Los materiales orgánicos no siempre funcionan perfectamente, pero hemos sido entrenados para valorar la eficiencia, por lo que creo que necesitamos cambiar de marcha”, señala.
Sung cree que es “deprimente” que los métodos de construcción no hayan progresado en más de 100 años. Desde el siglo XIX, el hormigón ha tenido un dominio absoluto del mercado, y esto no ha cambiado a pesar de que se sepa que es una de las sustancias que más carbono emiten hacia la atmósfera. “Esto no va a cambiar a menos que los gobiernos se involucren para que sea factible utilizar otros materiales y no pensar solo en el costo y asequibilidad”.
La experta considera que la resistencia al cambio en la industria no se debe a que no existan alternativas, sino a una falta de interés por parte de gobiernos y propietarios: “Al menos en Estados Unidos, no les importa. Quieren cumplir los requisitos energéticos mínimos porque, al final, son los inquilinos los que tienen que pagar el aire acondicionado, no los propietarios. Por lo tanto, los propietarios no tienen ningún incentivo para mejorar la eficiencia energética”.
Sung sabe que no es realista pensar que el cambio en la industria vaya a ocurrir de la noche a la mañana, pero sí que puede empezar a darse en “pequeños niveles”, con esfuerzos como el que hacen en su estudio: “El coste de instalar nuestro sistema es muy razonable. Compensa otros gastos porque en los edificios nuevos no hay que poner persianas ni cortinas, así que al final resulta casi un ahorro”. La primera prioridad con el InVert, según la diseñadora, es ponerlo en las escuelas y espacios de recreación en Los Ángeles. “Ahora mismo está disponible en el mercado a gran escala y estamos empezando a ponerlo en diferentes proyectos arquitectónicos, así que poco a poco se convertirá en parte del paisaje”, augura.
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