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La fibra óptica, una revolución para los pueblos más pequeños de España

La llegada de internet de alta velocidad está devolviendo población a zonas rurales tan aisladas de las grandes urbes

Nieves Trigueros, vecina de Meneses de Campos (Palencia), en su casa del pueblo
Nieves Trigueros, vecina de Meneses de Campos (Palencia), en su casa del pueblo.Daniel Alonso
Daniel Alonso Viña

Casi todos en Meneses de Campos, un pueblo de 40 habitantes al sur de Palencia, han caído prendados de la fibra óptica, que llegó a sus vidas hace un año. Allí vive Nieves Trigueros, representante del partido España Vaciada. Desde que el ansiado cable con internet de alta velocidad llamó a su puerta, ella y el resto de vecinos viven mejor, más tranquilos. “Antes era casi imposible trabajar desde aquí”, cuenta mientras pasea por las calles del pueblo. “Había que ir buscando la señal de wifi por las esquinas. En mi casa tenía localizada una habitación en la que había internet. Aunque no siempre”. Todavía les faltan muchas cosas, pero al menos saben que, cuando abran el ordenador para esa reunión por videoconferencia, no habrá interrupciones. “Esto es calidad de vida”, dice.

Los municipios más deshabitados de la península se están conectando al resto del mundo a pasos agigantados. En 2015, la cobertura de fibra óptica a nivel rural en España solo había llegado al 6% de los pueblos. Esa cobertura alcanzó el 79% en 2023, según datos de la Comisión Europea proporcionados por el FTTH Council Europe, una asociación de empresas del sector cuya misión declarada es “impulsar la conectividad con fibra óptica” en toda la región. Las últimas cifras sobre conectividad rural han colocado a España muy por encima de la media, que está en apenas el 48%, y en el quinto lugar en el ranking general. Solo le superan Letonia, Países Bajos, Dinamarca y Rumanía, países con mucho menos territorio que cubrir.

El tímido regreso de los jóvenes

El resultado se está empezando a ver en pueblos como Meneses de Campos. Trigueros hace de guía un sábado por la mañana, justo antes de la hora del aperitivo. Los pocos vecinos que se encuentran con ella están encantados de hablar del tema. Lourdes y su marido Fernando viven en Palencia, pero se escapan al pueblo siempre que pueden. La fibra ha transformado la dinámica de su familia, sobre todo en verano. “Nuestros nietos tienen más vacaciones que sus padres, y desde que tenemos fibra la familia se queda aquí mucho más tiempo. Los padres teletrabajan y nosotros cuidamos a los pequeños”, cuenta Lourdes antes de seguir con su paseo.

De camino al único bar-supermercado donde se reúnen los vecinos, Trigueros comenta que hay dos personas jóvenes que han vuelto al pueblo desde que se instaló la fibra, pero no quieren hablar para este reportaje. Se llaman Luis y Nacho, uno tiene 37 años y el otro 38. El primero trabaja en el Banco Santander, pero no quiere dar más información. “No te puedo contar nada más porque dicen que están muy bien como están”, explica Trigueros. Nacho trabaja como ingeniero para una empresa de Holanda. La hija de Belén Gutiérrez, otra vecina mayor, se pasa aquí el verano teletrabajando para Danone y la hija de Nieves, de 37 años, se ha comprado casa en el pueblo y lo tiene casi todo listo para venirse a vivir Meneses del Campo.

Trabajos de instalación de fibra óptica en imágenes cedidas por el Observatorio Asteo.
Trabajos de instalación de fibra óptica en imágenes cedidas por el Observatorio Asteo.Asteo

La instalación de la fibra está consiguiendo fijar y devolver población en lugares donde falta todo lo demás (médico, banco, colegio o supermercado, que solo llegan cuando hay un número mínimo de habitantes). Los pueblos de España han recibido a 300.000 habitantes desde 2018, según datos del ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico que presentó Teresa Ribera, la titular de ese departamento, en abril de este año. “En los municipios de menos de 5.000 habitantes se está produciendo un aumento de la población”, aseguró la ministra. “Es la primera vez que ocurre que, en lugar de seguir perdiendo población, se estanca o se produce un ligero crecimiento”, dijo Ribera.

Una de las causas que explican este retorno, según la ministra, son los planes que ha puesto en marcha su administración, y que han permitido canalizar más de 13.000 millones de euros a través de diversos programas para pequeños municipios. La mayoría proceden de los fondos europeos Next Generation EU y han sido activados a través del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Ribera aseguró que “por primera vez” estaban viendo un “cambio de tendencia” respecto a los movimientos poblacionales. “En los municipios de menos de 5.000 habitantes se está produciendo un aumento de la población en su conjunto”, aseguró.

Nieves Trigueros, vecina de Meneses de Campos (Palencia) con su tablet.
Nieves Trigueros, vecina de Meneses de Campos (Palencia) con su tablet. Daniel Alonso

Una de las medidas más importantes ha sido la “aspiración de universalizar la cobertura digital de banda ancha”, dijo la ministra, reduciendo la brecha digital que existía entre las ciudades y los pueblos. El proceso que les ha llevado hasta aquí lo explica Paco Boya, secretario general para el Reto Demográfico del ministerio. “Era una de las peticiones que tenía la gente de los pueblos desde hace tiempo. Y a través del plan UNICO se han invertido casi 450 millones de euros en esto”, dice por teléfono a este periódico. “Estar o no conectado es la diferencia entre tener una opción de futuro o no tenerla”, sentencia Boya. “Lo único que puede salvar a los pueblos ahora es la tecnología. Que tengan la tecnología necesaria para que los jóvenes puedan volver y trabajar en remoto”.

Las pequeñas empresas que llevan internet

El programa UNICO Banda Ancha ha sido el que ha permitido la colaboración con actores privados para instalar el cableado. A esos se han añadido otras pequeñas empresas que dan el servicio final de internet a precios que rondan los 30-35 euros al mes. Una encuesta de Asteo Red Neutra, una empresa que instala fibra en las zonas más despobladas de España, certifica que la vida rural cada vez necesita internet con más desesperación. El 64% de los encuestados ―de una muestra de 802 personas mayores de 18 años y con acceso a Internet que actualmente residen en zonas rurales ―declararon que no podrían ejercer su profesión desde el pueblo sin internet. Allí teletrabaja más gente que en las ciudades: el 22% de las personas encuestadas teletrabajan desde el pueblo, frente al 14% que lo hace de media, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

En España hay 7.360 municipios con menos de 10.000 habitantes, y agrupan al 20% de la población. De ellos, 4.982 tienen menos de 1.000 residentes y representan un 3% de la población total a nivel nacional. Asteo nació en 2021 con la única misión de conectar estos pueblos a la fibra óptica. “Desplegamos la mayoría de nuestra fibra en municipios de menos de 1.000 habitantes”, explica por videoconferencia Pedro Abad, director de la compañía. Además de los jubilados y los niños, Abad defiende que los trabajadores o los que tienen una empresa necesitan el servicio más que nadie. “Los negocios que sobreviven allí tienen que digitalizarse. No hay remedio, todo pasa por ahí. Si una granja no tiene conectividad, no puede digitalizarse y va a tener que moverse a un lugar donde sí haya internet”, explica. Abad defiende la importancia del negocio rural y su importancia para el desarrollo económico de los pueblos. “La sociedad tiene que estar conectada, ya no es una opción. Se ha convertido en un bien de primera necesidad”, asegura.

Trabajos de instalación de fibra óptica en imágenes cedidas por el Observatorio Asteo.
Trabajos de instalación de fibra óptica en imágenes cedidas por el Observatorio Asteo.

Alejandro Rojo, de 31 años, toma algo en el bar de Meneses de Campos y es plenamente consciente de la realidad descrita por Abad. Es comercial de la empresa AgroPro y se encarga del mercado del aceite de girasol en Castilla y León. “Compro la semilla de girasol de la región y la vendo para distintas fábricas”, explica. Tienen sede en Aranda de Duero, un pueblo de Burgos a casi dos horas de distancia en coche de Meneses. También es concejal del partido España Vaciada y un apasionado de su pueblo. “Yo de aquí no me voy”, asegura, aunque nadie se lo ha puesto fácil. Durante cuatro años, cuando no había internet de calidad para trabajar en remoto, Rojo tenía que hacer todas las mañanas sus casi dos horas hasta Aranda. “Ahora hago todas las reuniones por internet y sin problema”, cuenta.

Victoria Díaz, fotógrafa de origen madrileño, vive con su familia desde hace 19 años en San Quirce de Riopisuerga, una pedanía de Alar del Rey (allí tiene el estudio), al norte de Palencia. Desde que llegó la fibra a su casa en Navidades, su vida ha cambiado por completo. Antes, cuando tenía que mandar archivos a algún cliente, tenía que esperar casi un día entero hasta que se completaba el envío. “Y eso si no se me cortaba la conexión y me tocaba ir en coche hasta Alar del Rey en mitad de la noche para mandarlo”, cuenta Díaz por teléfono. “Desde que tengo fibra soy la persona más feliz del mundo”, dice, y añade: “Esto va a ser como el agua en los sesenta, cuando empezaron a canalizarla hasta los pueblos. Aquellos a los que no llegaron, se vaciaron. La fibra va a ser lo mismo”.

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