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Condenados dos funcionarios de una prisión de Cádiz por torturar a un preso

La Audiencia Provincial considera probado que uno de los acusados propinó hasta dos palizas a un preso por haber matado a su bebé

Jesús A. Cañas
Agentes de la Guardia Civil en la puerta de la casa del detenido.
Agentes de la Guardia Civil en la puerta de la casa del detenido. ROMÁN RÍOS (EFE)

“Esta noche vas a dormir calentito”. La amenaza, pronunciada por un funcionario de prisiones, no tardó mucho en convertirse en dos palizas a un preso, en el interior de su celda de la prisión Puerto II de El Puerto de Santa María (Cádiz). El trabajador F.F.G.B. y su compañero R.R.F.B. actuaron así como represalias contra Isidro S.A., entonces reo preventivo por haber matado a su bebé de nueve meses y maltratado a su mujer en Arcos. La Audiencia Provincial de Cádiz ha condenado ahora a ambos empleados de la prisión a una pena de tres y un año de cárcel, respectivamente, acusados de un delito de torturas y otro de lesiones.

Ocurrió la noche del 8 de junio de 2017, apenas siete días después de que el hombre acabase con la vida de su hijo en un caso que conmocionó a la provincia y por el que acabó condenado el pasado mes de noviembre a 23 años de cárcel. “No alberga este tribunal ninguna duda de que (…) encontrándose en labores de funcionarios del Centro Penitenciario Puerto II, y aprovechando tal condición, que conllevaba la más absoluta indefensión para el interno, acudieron a su celda para propinarle una paliza en represalia por el hecho por el que se encontraba preso”, subraya la Sección Cuarta de la Audiencia en una sentencia contra la que aún cabe recurso de apelación ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA).

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Gracias al testimonio de hasta tres reos que presenciaron la agresión, la magistrada María Isabel Domínguez —presidenta del tribunal— considera probado que ambos funcionarios propinaron “patadas y puñetazos por todo el cuerpo” a Isidro mientras que le increpaban. Tras la amenaza previa, F.F. y R.R. se presentaron en la celda 11 en torno a las 23.45 de esa noche y pidieron al otro preso que estaba con el parricida que abandonara el habitáculo. El primero comenzó una agresión que culminó con la ayuda de R.R. y se alargó unos dos minutos, hasta dejar al preso “semiinconsciente, tumbado en el suelo y ensangrentado”, según recoge el pronunciamiento fechado el 30 de enero y al que ha tenido acceso EL PAÍS.

F.F. regresó ya solo sobre las 2.45 de la madrugada del 9 de junio a propinarle una nueva paliza, en una actitud que el tribunal tacha de “recalcitrante”. En esa segunda ocasión, el funcionario incluso pidió al preso de confianza que “le pisara el cuello para facilitar así las patadas” que le propinó a Isidro, hasta que el interno le pidió que no continuase. Lo ocurrido esa noche no se descubrió hasta que, a la mañana siguiente, el educador y la psicóloga del centro descubrieron al reo “deambulando con la mirada perdida y cubierto de heridas en el rostro y hematomas” en el hombro, el pectoral, el costado o las piernas.

El tribunal “no alberga ninguna duda” de lo ocurrido gracias a tres presos —incluido el que compartía celda con el agredido— que, durante el juicio celebrado los pasados 20 y 22 de enero, testificaron unos hechos similares. Gracias a este relato, los magistrados han establecido distintos grados de culpabilidad. Consideran que F.F. tenía “programado y calculado” el ataque desde el día antes, por lo que le ha impuesto una pena de tres años de prisión, diez de inhabilitación para su profesión por un delito de torturas, además del pago de una multa de 360 euros por lesiones y 720 euros más como indemnización. A R.R. le han condenado con un año de cárcel, ocho de inhabilitación y el pago de 180 euros, a lo que sumará un importe aún por determinar de resarcimiento para la víctima.

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Sobre la firma

Jesús A. Cañas
Es corresponsal de EL PAÍS en Cádiz desde 2016. Antes trabajó para periódicos del grupo Vocento. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Sevilla y es Máster de Arquitectura y Patrimonio Histórico por la US y el IAPH. En 2019, recibió el premio Cádiz de Periodismo por uno de sus trabajos sobre el narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar.

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