_
_
_
_

“Los espacios de acogida están repletos, necesitamos más plazas”

El repunte migratorio obliga a rehacer un sistema de acogida desmantelado en la última década en Canarias

Desembarco de una patera en las islas Canarias el 27 de diciembre de este año.
Desembarco de una patera en las islas Canarias el 27 de diciembre de este año.BORJA SUAREZ (REUTERS)

Mamadou, maliense que cumple este lunes 25 años, está doblado sobre un banco de madera del centro de acogida de Santa Cruz de Tenerife, un albergue municipal que da techo y comida a quien lo necesita. Con la mirada perdida en el suelo y una lágrima que le parte la cara en dos, se queja de un dolor en el pecho y explica que quiere irse a Barcelona. Lo llevan al médico. Es el último que queda en la ciudad de la veintena de subsaharianos que salieron del centro de internamiento de extranjeros (CIE) de Tenerife a finales de octubre y se quedaron en la calle, a pesar de que deberían haber ido a un programa de acogida de emergencia. Durmieron durante semanas en un parque ruinoso. Poco a poco les han encontrado plaza en algún albergue de la Cruz Roja. Solo queda él.

“Hay que rehacer el sistema de acogida en Canarias”, afirma el consejero de Administraciones Públicas, Justicia y Seguridad del Gobierno autónomo, Julio Pérez. A punto de cerrar 2019, este año han llegado a las islas 2.571 personas en 129 embarcaciones, el doble que en 2018. Un tránsito en el que han muerto ahogadas al menos 170 personas, según datos de la Organización Internacional de Migraciones. Los controles en la ruta del Estrecho han aumentado las salidas de embarcaciones desde la costa Oeste del Atlántico, y algunas fuentes temen que haya países africanos que estén mostrando una mayor laxitud para recibir fondos de la UE.

Hasta principios de diciembre, apenas había unas 72 plazas de acogida integral, según datos del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, estancias de tres meses prorrogables por razones de vulnerabilidad y a las que pueden acceder aquellos migrantes que vienen por mar y no son devueltos a su país. Tienen atención psicológica, se les enseña el idioma, se intenta facilitar su integración. Esa cifra ha aumentado en los últimos días a 103 plazas, y se han habilitado también 546 de acogida en emergencia, gestionadas por la Cruz Roja.

Mamadou no ha tenido esa suerte. “Exigimos coordinación, que cuando se va a poner a alguien en la calle se nos avise”, dice un miembro de una ONG que prefiere no dar su nombre. “Tener que dormir debajo de un puente es una vergüenza. Se ha estado dejando a gente en la calle y no se nos ha avisado”, añade. “La policía los trae directamente aquí y los deja en la puerta”, decía este sábado un trabajador del albergue municipal. “Puede que hayan fallado los mecanismos de coordinación y control”, admiten desde el Ministerio del Interior, el departamento encargado de pedir que se activen las plazas a Trabajo.

El sistema estaba poco preparado después de unos años con escasa afluencia de embarcaciones a las islas. En estas semanas, el Gobierno de Canarias, 22 Ayuntamientos y el Cabildo insular de Fuerteventura han ofrecido instalaciones a la Delegación de Gobierno para nuevos alojamientos. “Los espacios que tenemos están repletos, necesitamos más plazas”, afirma Antonio Rico, presidente de la Cruz Roja en Canarias. “Necesitamos más plazas para asistencia humanitaria urgente”. Rico considera que lo más funcional es concentrar al máximo los lugares donde se aloja a los migrantes. “Los voluntarios no pueden pasarse el día desplazándose de un sitio a otro”.

Pero Canarias es solo el primer paso del periplo migratorio. La mayor parte de quienes llegan quieren seguir hacia la península o Europa. “La cuestión no es solo seguir abriendo plazas de emergencia”, comenta Gonzalo Andradas, de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado. “Hay que facilitar que, previa valoración, estas personas continúen su tránsito migratorio. En Canarias o te dan un salvoconducto para viajar en avión o te quedas aquí encerrado”. Andradas recuerda que muchos tienen familiares en la península y en otros países de la UE: “En algunos casos, el Estado ni siquiera tendría que pagarles el viaje, la familia podría hacerlo”. “La solución no pasa por traslados a la península; la prioridad del Gobierno es atender a los inmigrantes que llegan en situación de vulnerabilidad”, dice Trabajo.

Mamadou seguía este sábado en el albergue de Santa Cruz de Tenerife. Allí recibió la visita de Ana Mendoza, una señora de la burguesía santacrucera que ha cuidado a los malienses desde que los vio tirados en un parque. Se sacaron una foto juntos. Y parecía más tranquilo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Suleimán quería dinero para una casa. Jojo era camarera. Tina partió con su hija de dos años. Todos murieron cuando el cayuco volcó en el mar. EL PAÍS reconstruye el viaje con los supervivientes

Historia de un naufragio

José Naranjo | Nuadibú (Mauritania) / Barra (Gambia)

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_