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Gorgui, el héroe sin papeles que salvó del fuego a un discapacitado

El senegalés Lamine Sow, de 20 años, no lo pensó: trepó por una pared y sacó a Álex Caudeli de su casa en llamas en Dénia

Ferran Bono
El senegalés Gorgui Lamine Sow y el hombre al que salvó Alex Caudeli, este martes, frente a la casa incendiada.
El senegalés Gorgui Lamine Sow y el hombre al que salvó Alex Caudeli, este martes, frente a la casa incendiada.Monica Torres (EL PAÍS)

Gorgui Lamine Sow estaba vendiendo sus collares y pulseras, como acostumbra. Se había separado unos metros de su novia y el bebé de ambos. Era viernes, inicio del puente de la Constitución, y Dénia se estaba llenando de visitantes para el largo fin de semana. Pasaban las 11.30 de la mañana cuando este senegalés de 20 años, que vive sin papeles, empezó a oír gritos no muy lejos, en una calle perpendicular al mar. Vio que salía una humareda negra por el balcón de una casa de dos plantas y trepó por la fachada. “Yo no pensé nada. Solo oí gritos y salí corriendo para ayudar”, manifestó este martes el joven, junto a Álex Caudeli Webster, el hombre que aún no se ha recuperado de todo el humo que inhaló en su casa.

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“Él me ha salvado la vida. Se subió por la pared, tiró la persiana que estaba ardiendo, porque cuando yo quise salir al balcón con el tacatá me golpeé con ella en la nariz y en la oreja y mira como las tengo. Me cogió como si fuera un saco de algarrobas y aguantó todo, porque, además de no poder caminar, tengo un problema en las piernas, también padezco de vértigo, y no podía quedarme quieto”, explica Àlex, de 39 años, sentado en su silla de ruedas y con su perro Luky a su vera.

Gorgui luce una camiseta con el escudo de Superman. Es un regalo que le hizo este martes Álex. “¿A que está guay. La niña tiene otra”, comenta este convaleciente de un ictus, con la nariz, la oreja y el brazo, vendados. El senegalés se ha puesto la camiseta encima de la camisa. Corpulento, alto, solícito, sin dejar de sonreír, el vendedor ambulante se encoge de hombros cuando se le pregunta si se siente un héroe. “Lo hice sin pensar”, reitera. “¿Un héroe? No sé si lo es: es una buena persona”, responde su mujer Gana Gadiaga, también senegalesa, que lleva a su hija Ndeye de siete meses en la espalda. Ambos se conocieron en Madrid hace un par de años y cuando tuvieron el bebé decidieron cambiarse de ciudad y piso. “Allí vivía mucha gente en la casa. No era sano para el bebé. Aquí no tienen tampoco una habitación, pero hay menos gente”, apunta Serigne, el hermano mayor de Gorgui. Toda la familia vive en Gandia y se traslada a menudo a Dénia para vender sus mercancías.

Los vecinos de la calle del Port de la turística localidad alicantina también se movilizaron rápidamente cuando se declaró el incendio a causa de calefactor que tal vez se prendió porque el perro, que pudo escaparse, tiró la manta que lo tapaba sobre él, apunta Álex. Roberta trajo un extintor y otro una escalera para que Gorgui y Álex pudieran bajar del balcón. Todos se mostraron muy colaboradores y todos señalaron el pasado viernes al entonces joven desconocido como el héroe del siniestro. Apenas descendió del balcón, el senegalés se marchó sin esperar nada a cambio. Tenía que recoger a su mujer y a su hija.

Momento en el que Gorgui Lanine, joven senegalés salva a Alex del incendio de su casa. © Roberta Etter
Momento en el que Gorgui Lanine, joven senegalés salva a Alex del incendio de su casa. © Roberta Etter© Roberta Etter (EL PAÍS)
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Durante todo el fin de semana se especuló en el pueblo, emplazado bajo el imponente macizo del Montgó, sobre su identidad. El lunes, el Ayuntamiento de Dénia anunció que iba a condecorar al héroe senegalés y un periodista local del Levante EMV dio con él. Todo se precipitó. Este martes, el Consistorio pidió al Gobierno que regularice su situación y la de su familia. La Delegación de Gobierno de la Comunidad Valenciana está estudiando su situación en España y, si cumple los requisitos legales para casos extraordinarios, se le facilitará el permiso de residencia, sin menoscabo de otros beneficios.

El sueño de ser camionero

Un caso que, inevitablemente, recuerda al del inmigrante maliense Mamoudou Gassama, si bien este escaló el pasado año varios pisos de un edificio en París para salvar la vida de un niño que estaba colgado de un balcón. Este recibió la nacionalidad francesa y entró a formar parte del cuerpo de bomberos, como quería, y llegó a reunirse con el presidente Emmanuel Macron.

Puestos a elegir, a Gorgui le gustaría ser camionero, conductor de camiones, pero se conforma con tener trabajo. Confía en que la publicidad en torno a su persona le ayude a mejorar su situación y la de su familia. Salió de su país —“no hay trabajo, está muy mal”, apostilla— hace más de tres años. Pasó por Ecuador, Brasil y Argentina antes de recalar definitivamente en España. “Nos queremos quedar aquí. Se está bien”, dice cargado de bártulos, camino de regreso a su casa en Gandia.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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