La campaña llega a su fin sin perspectivas de desbloqueo
Los datos que se manejan apuntan a un empate de bloques, pero el PSOE confía en el voto femenino
Hace poco más de seis meses, la izquierda votó en masa para frenar a la extrema derecha y respiró aliviada la noche electoral cuando vio que el bloque progresista dominaba el Congreso y Vox se quedaba en 24 diputados. Desde entonces, el entusiasmo de ese 28 de abril ha ido dejando paso a una enorme frustración por el bloqueo político que la campaña electoral que terminó anoche no parece haber despejado. Al contrario, todo indica que se está reforzando.
Todas las encuestas, incluso las que han manejado en los últimos días los partidos pero no se han podido publicar, apuntan hacia una situación aún más compleja que la de abril. Los dos bloques tienden al empate, con la posibilidad cierta de que se refuerce ligeramente el de la derecha y se debilite un poco el de la izquierda —que en abril ganó por 20 escaños—, lo que haría aún más difícil la gobernabilidad.
Desde el PSOE, sin embargo, se mostraban absolutamente convencidos de que su apoyo está mejorando en la recta final. La dirección socialista cree que hay muchos indecisos que se inclinarán por ellos. Sostienen que les dará un fuerte empujón final el voto de las mujeres progresistas que se movilizarían contra Vox. A ellas apeló la ministra María Jesús Montero en el último debate, precisamente entre políticas, que se vivió el jueves en Atresmedia.
Vox ha dominado la recta final de la campaña. Su ascenso destruye el gran mensaje de las elecciones de abril: España logró frenar a la extrema derecha en un momento en el que está en auge en casi todos los países vecinos salvo Portugal. La formación que lidera Santiago Abascal ha tenido una inesperada segunda oportunidad con el regalo añadido de votar en plena crisis catalana, su caldo de cultivo natural. Y puede ser el gran vencedor de las elecciones pasando de quinto a tercer partido y con una gran capacidad de influir en la derecha.
Ante esa realidad, todos han tratado de plantarle cara pero solo en la recta final, después de constatar que la estrategia seguida por los líderes el lunes de no contrastar con Abascal no fue una buena idea.
En el PP y en Cs están convencidos de que el PSOE ha alentado a Vox para dividir el voto de la derecha. Es la misma acusación que se hizo siempre a François Mitterrand. En 1982 el presidente socialista francés, en teoría en aras de la pluralidad, pidió que Jean Marie Le Pen pudiera tener presencia en las cadenas públicas. En España fue el PSOE quien promovió en abril, sin éxito, que Vox estuviera en un debate a cinco en Atresmedia. La Junta Electoral lo impidió. En 1985 Mitterrand volvió a ayudar a Le Pen: cambió la ley electoral y fue al sistema proporcional que permitió al Frente Nacional sacar 35 diputados en las legislativas de 1986. Eso debilitó la mayoría de la derecha de Jacques Chirac, que más tarde reestableció el sistema mayoritario, aún vigente, que arrincona a Le Pen. En España nunca se ha hecho nada así.
El Frente Nacional empezó rompiendo la derecha, pero acabó devorando a buena parte del electorado comunista y socialista. Las encuestas no detectan que eso esté sucediendo aún en España, pero por si acaso ahora todos se lanzan contra él, también los socialistas. “Aquí está el PSOE para frenar a la ultraderecha”, clamó Sánchez.
La campaña no ha servido para marcar una posibilidad de desbloqueo. Solo Cs ha cambiado su posición y promete ahora “arrimar el hombro” para que haya Gobierno, pero las encuestas señalan que sus votos no serán suficientes, al contrario que en abril. Pero la semana previa al 10-N sí ha mostrado giros importantes en las estrategias.
El PSOE tenía diseñada una línea clara: giro al centro en busca del voto de Cs. Sin embargo, y ante la evidencia de que no estaba funcionando, los socialistas han acabado con una campaña similar a la de abril, llamando a la movilización de la izquierda contra la ultraderecha. Para ello ha usado el regalo de una especie de nueva foto de Colón en la Asamblea de Madrid, donde PP y Cs apoyaron una iniciativa de Vox para pedir la ilegalización de los partidos independentistas que atenten contra la unidad de España.
Mientras, Pablo Casado también dio un viraje. Empezó la campaña con un tono moderado, muy diferente del de abril, y acabó endureciéndolo al comprobar que Vox volvía a comerle terreno y frenaba su espectacular crecimiento.
Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, por el contrario, mantuvieron la línea fijada, uno con la propuesta de coalición de izquierda y el otro con la garantía de que él sí ayudará a desbloquear. Sin embargo, mientras todos los sondeos indican que, contra pronóstico, Unidas Podemos resiste bien a la repetición electoral, Más País no parece haber encontrado nunca el espacio intermedio que buscó. El domingo mostrará quién tenía razón. Habrá vencedores, perdedores y es posible que también dimisiones. Pero está por ver si también habrá desbloqueo.
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