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Sánchez trabajará la investidura pero mantiene en pie la maquinaria electoral

El presidente volverá a intentar un acuerdo, pero, por si acaso, el PSOE empieza a diseñar con discreción la preparación de la campaña electoral

Pedro Sánchez, rodeado por diputados socialistas, el pasado jueves en la votación de la investidura en el Congreso. En vídeo, los desencuentros entre Podemos y PSOE tras las negociaciones fallidas.Foto: atlas | Vídeo: ÁLVARO GARCÍA
Anabel Díez

Nada está escrito sobre las posibilidades de que haya Gobierno en las próximas semanas, como va a intentar Pedro Sánchez. Sobre el tapete está también que no pueda ahormarse una mayoría que salve la investidura y se vaya a elecciones. No se busca ese final, pero si la alternativa es forzar un acuerdo que altere el proyecto de Sánchez, las habrá y nadie en el PSOE lo discutirá, según la versión de la dirección y de distintas federaciones. Los afines a Sánchez y quienes fueron críticos confluyen en que la negociación con Podemos llegó al máximo posible. La máquina electoral empieza a funcionar, por si acaso.

El fracaso de la investidura de Pedro Sánchez, ha trastocado muchos planes. En la noche del 28 de abril, tras conocerse los resultados, los cálculos se hicieron rápidamente y se dio por supuesto que habría con facilidad una alianza del PSOE, al menos para la investidura, con Unidas Podemos, el PNV, Compromís y, previsiblemente, ERC. Tras una negociación extraña y presidida por la desconfianza, los planes de formar Gobierno en el mes de julio han sido anulados por la realidad.

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Se va a volver a intentar, pero los socialistas empiezan a trabajar con discreción en la preparación de la campaña electoral por si, finalmente, las elecciones son la única salida. No existe disidencia en el PSOE contra su dirección por cómo ha terminado la negociación con Unidas Podemos. No se podía ir más lejos de lo que fue Sánchez. Este es el criterio general y nada sorprendente en el común de la militancia y los dirigentes socialistas.

Los afines a Sánchez de siempre, que ahora son mayoría en los órganos de dirección, coinciden con su líder en que la oferta de Gobierno de coalición era muy arriesgada, pero la dieron por buena con tal de firmar un acuerdo. El rechazo de Unidas Podemos a las tres carteras y una vicepresidencia se les antoja incomprensible. Quienes fueron críticos con Sánchez y provocaron en octubre de 2016 su dimisión de la secretaría general, sienten que el tiempo les ha dado la razón cuando le impidieron que tratara de formar una mayoría con Podemos. Se sienten reafirmados, señalan algunos de ellos, ahora apartados involuntariamente de la primera línea precisamente por haber apoyado a la líder andaluza, Susana Díaz, frente a Sánchez.

Una mayoría del comité federal y algunos líderes territoriales impidieron entonces a Sánchez que intentara formar Gobierno, o conseguir una mayoría parlamentaria, con Podemos y los grupos independentistas. Ahora, ha sido él mismo quien ha desechado esa opción ante la exigencia de Podemos de parcelas de poder en el Consejo de Ministros. También les da la razón en que Podemos no mantenía unos criterios sobre el secesionismo catalán que pudieran asumirse desde el constitucionalismo. Entonces, no hay razón para que si, finalmente, hay elecciones por disparidad de criterios con Podemos haya reproche, sino comprensión, señalan fuentes socialistas.

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Si las bases de un eventual acuerdo con Unidas Podemos no están claras, mejor ir a elecciones, señalan dirigentes de distintas federaciones. No solo se discrepa de Podemos sobre la crisis en Cataluña, sino que también hay diferencias sobre el modelo económico y el camino que debe seguir la Unión Europea, ponen como ejemplo interlocutores socialistas.

Incluso en los aspectos más coincidentes, como son las políticas sociales, también hay divergencias sobre la disponibilidad del gasto para llevar a cabo los proyectos de bienestar social, señalan fuentes de la ejecutiva socialista. Estas incompatibilidades las manejó siempre Sánchez, que nunca quiso un Gobierno de coalición, sino un Gabinete monocolor, con independientes, en solitario con apoyos externos, señalan quienes conocen los pormenores de cómo empezó la negociación con Unidas Podemos.

Ahora se vuelve a las tesis iniciales de conseguir un Gobierno sin representación de los de Pablo Iglesias, y pactar con ellos la investidura sobre la base de un programa mínimo, aunque la extensión del mismo se puede debatir, señalan fuentes gubernamentales. Esta es la posición y el objetivo por el que ahora se va a trabajar en La Moncloa. Y nada más.

La disposición de Sánchez en este momento para pactar con Unidas Podemos excluye por completo la oferta de carteras. La lógica política lleva a pensar en el Ejecutivo que Iglesias no quería abocar al país a unas elecciones, pero no lo pueden excluir tal como ha terminado la corta y abrupta negociación. De los cálculos electorales que se hacen en La Moncloa y en la dirección del PSOE no se extraen conclusiones cerradas. Nadie se atreve a establecer certezas sobre el comportamiento electoral de los ciudadanos si se les convoca a otras elecciones.

Puede ser que el PP y el PSOE resulten beneficiados en detrimento de Ciudadanos y Unidas Podemos, señalan en la dirección socialista, como una hipótesis general. Se puede pasar del multipartidismo a un “bipartidismo imperfecto”, pero no hay forma de saber el porcentaje de cada partido y si, de nuevo, los bloques se mantienen impermeables cuando hubiera que ahormar una mayoría.

Compartir electorado

La intención de voto es favorable a Sánchez, recalcan en su dirección, pero evitan recrearse en las encuestas internas, aunque estas les indican que la fidelidad de voto de Unidas Podemos y de Ciudadanos es menor que la que registran el PSOE y el PP. Mucho separa al PSOE a Unidas Podemos, salvo algo fundamental: “Comparten parte del electorado”. Así es, como se pondrá de manifiesto de inmediato. Estas bases comunes promoverán que tanto el PSOE como Podemos sean precavidos respecto al comportamiento electoral de quienes les votaron hace tres meses.

La última palabra no está dicha entre los dos partidos, si bien el PSOE descarta la coalición. Pero hay que esperar “la presión de la izquierda política y social por un acuerdo para que no haya elecciones”, señalan interlocutores relacionados con movimientos sociales. Los firmantes del Manifiesto por un Pacto de Progreso, procedentes del mundo de la cultura, además de mostrar su profunda decepción, están entre quienes aún confían en que haya Gobierno. Algunos de ellos alertan ya sobre la abstención que pudiera haber en la izquierda si hay que volver a las urnas de nuevo.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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