Día 1 | Ola de calor en Gran Vía: Belén Esteban y “el ofertón de agua que mola mogollón”
El centro de Madrid vive su primer día de ola de calor con brisas y 33 grados
“Persigue el calor. Tienes que perseguir el calor hasta el domingo”. Cuando un jefe ordena que hagas un diario del calor durante cuatro días bajo la premisa de “perseguir el calor” lo lógico sería irse a Zaragoza, que es donde se está gestando la ola de calor máxima jamás contada de la historia de todos los junios del mundo, según las noticias. Pero eso será mañana, que será aún peor. Si estás en Madrid y hace calor, el resto de España tiene que enterarse. Lo mismo ocurre cuando llueve y cuando nieva. El calor y el centrismo capitalino se perseguirán hasta el último domingo de nuestra era.
Esta mañana en la madridcentralizada Gran Vía hacía 33 grados, no había ni rastro de manteros, el color negro no aparecía en las indumentarias de los viandantes, el alquitrán del asfalto repartía fuego y, por si acaso, Agustina, de 26 años, se metía en el Primark para comprarse una sudadera verde con capucha por ocho euros. “Qué mejor manera de disfrutar del calor de Madrid que con una sudadera”, pensarán algunos. Nada de eso. “En Uruguay es invierno”, explica. “El calor de España no es normal. Hasta me broté y todo. Estos días me vino alergia por el calor, ¿viste?, de ese agobiante”. Agustina se marchará mañana a su casa de Montevideo y dirá adiós a la imprevisible ola de calor jamás contada de este junio. Y según la aplicación del tiempo del iPhone, disfrutará de unos 15 grados de máxima en la capital uruguaya. Si pierde el vuelo ya sabe que los termómetros de Madrid podrían llegar a marcar el triple: 45 grados. “Hace mucho calor, mucho calor”, insiste. No hay que olvidar que también lo llaman verano.
Más allá del calor —“qué calor, por favor”— este miércoles existían otro tipo de preocupaciones y recados. Las sombras se cotizaban al alza, las cañas se despachaban en terrazas con agua vaporizada… A eso de la 13.00 Juan Carlos acababa de recibir un mensaje de WhatsApp de su mujer: “Compra la revista Hola, que sale la Belén Esteban”. Y el funcionario Juan Carlos se presentó en el quiosco más cercano al Primark de la Gran Vía. “Yo la leeré ahora en el Metro. Hoy hace mucho calor, mucho calor. Duermo con el aire acondicionado porque estoy muy gordito. Se me da bien el aire, lo aguanto bien”.
Beatriz Pascual, de 54 años, es la dueña del quiosco y… del agua. "Solo me quedan cinco Holas. Hoy se están vendiendo todas porque sale la Esteban, la pricesa del pueblo".
— ¿Cuántas botellas vende al día?
— Pfffff.
El “pfffff” equivale a 10 cajas. Y 10 cajas son 240 botellas. Y 240 botellas son 240 euros al día. “Sin contar el fin de semana”, remarca. Beatriz dice que tiene el aire acondicionado puesto. “Claro”, por si las dudas. “Antes el calor era de otra manera. No sé si será el cambio climático. Mira los del Primark, tienen el aire a tope”. De hecho, muchos turistas y españoles espabilados se hacen los suecos y acuden a él para refrescarse. “Planta 1: 23 grados”, “planta 2: 25 grados”, presumen en sus televisores. Ni que decir tiene que la planta uno triunfa más que la planta dos.
La quiosquera Beatriz cuenta que trabaja de 9.00 a 16.45 y que alguna vez los clientes se le han quejado por vender los botellines de agua a un euro. Por si acaso, les manda a la competencia. “Pero yo les mando a un chino o al Carrefour. Sé que hay otro quiosco en Callao que las ha puesto a 0,50, pero a mí no me afecta; eso les afecta a los de abajo”.
Javier Reines es el dueño del quiosco que ha roto el mercado de las aguas en Gran Vía. Tiene 47 años, lleva en el negocio desde hace 18 meses. “Sí, vendo la botella de agua de medio litro a 0,50 céntimos. Lo llamamos el ofertón que mola mogollón”. Javier dice que apenas libra durante la semana porque con “el ofertón que mola mogollón” no da abasto. “Vendo 400 botellas al día”. En su minúsculo espacio del negocio tiene un ventilador. “¡Y una extractora para el calor!”.
Hoy el calor de Madrid no era asfixiante, pero el Mickey Mouse de la Puerta del Sol se puso hasta guantes: "Hace mucho calor", cuenta este pakistaní. "Hoy muchas horas, muchas horas", chapurrea en castellano. Y sin contar las que vienen, según los informativos: “La ola de calor ya está aquí. Mañana la alerta naranja estará en Aragón”. Ese será el Capítulo II.
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