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Los dos bloques refuerzan la idea de Gobiernos de coalición antes del voto

Los debates televisivos dejaron muy claro que solo parece haber dos opciones posibles

En vídeo, selección de algunos momentos de los actos de cierre de campaña de los partidos. En foto, Pedro Sánchez, durante el mitin del PSOE en Valencia.Vídeo: MONICA TORRES VIDEO: QUALITY
Carlos E. Cué

La anomalía española está a punto de acabar. El único de los cinco grandes países de Europa que nunca ha tenido un Gobierno de coalición desde que recuperó la democracia entrará previsiblemente en la normalidad europea después del domingo. Bastaba mirar los números para confirmarlo, pero este viernes los líderes de los dos bloques han cerrado el último día de la campaña admitiendo que esa es la única vía posible. Pedro Sánchez confirmó que no tendría problema en tener ministros de Podemos, como exige Pablo Iglesias, y Pablo Casado admitió que si la derecha suma él no tendría reparos en ofrecer ministerios a Vox.

España también era el único de los grandes países europeos que no tenía una formación ultraderechista en el Parlamento, pero las elecciones de este domingo derribarán todas esas particularidades españolas. Para bien o para mal, España será ya totalmente europea. Vox entrará a lo grande, porque al contrario de lo que sucede en muchos de esos países, no habrá cordón sanitario en la derecha contra ellos y si suman pasarán de ser extraparlamentarios a tener ministros.

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Hasta ahora, España tenía alergia a las coaliciones. No siempre hubo mayorías absolutas, pero nadie se animó nunca a tener ministros en La Moncloa de dos partidos diferentes. Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero saben lo que es gobernar en minoría. Pero les bastó con apoyos puntuales de los nacionalistas catalanes y vascos sin meter jamás un ministro de estos grupos.

Aznar le llegó a ofrecer esa coalición a Jordi Pujol, entonces líder absoluto del nacionalismo catalán, pero él rechazó la propuesta. Los eternos ministrables catalanes, primero Miquel Roca y después Josep Antoni Duran i Lleida, nunca llegaron a ocupar una cartera.

Más extraño aún fue que esta particularidad española se mantuviera después de la explosión de la política que supuso la llegada de Podemos y Ciudadanos. El intento de Gobierno de coalición que probaron Pedro Sánchez y Albert Rivera en 2016 fracasó y, después de la repetición de elecciones, pese a que Mariano Rajoy solo tenía 135 diputados —la absoluta está en 176—, Rivera no quiso un Ejecutivo con el PP, solo apoyo externo. La gran coalición que gobierna Alemania era y es impensable en España.

En las autonomías sí ha habido coaliciones, en especial en las que tienen lengua propia. Pero Ciudadanos las evitó durante varios años, pese que los partidos liberales son un elemento natural de esas alianzas que dominan la política europea. Hasta diciembre, cuando pactó con el PP en Andalucía y dio un vuelco a la política española que aún sigue dominada por esa experiencia. Esa decisión ha cambiado el perfil del partido de Albert Rivera y marca el ambiente enrarecido en el que se votará mañana, con media España con miedo a que la formación ultraderechista tenga un enorme protagonismo en el próximo Gobierno y otra media con un gran deseo de que la derecha sume para poder echar del Ejecutivo a Sánchez.

Toda la campaña que terminó este viernes gira en torno a la división en dos bloques. Los debates televisivos dejaron muy claro que solo parece haber dos opciones posibles: PSOE con Podemos y algunos otros socios, o PP con Ciudadanos y Vox. Sin embargo, hasta el último día de campaña los líderes de esos dos grupos esquivaban la pregunta sobre coaliciones para gobernar con el fin de evitar desvelar sus cartas y, sobre todo, para pedir que todo el voto se concentrara en sus partidos.

Pero en la recta final ya fue inevitable, y la campaña se cerró con las cosas mucho más claras. Ya nadie puede llamarse a engaño mañana. Sánchez, en una entrevista en EL PAÍS, señaló por primera vez que no tendría “ningún problema” en cerrar un Gobierno de coalición con Podemos, como exige Iglesias. Casado fue aun más lejos: “Vox y Ciudadanos, tengan 10 o 40 escaños, van a tener la influencia que ellos quieran para entrar en el Gobierno. ¿Para qué vamos a andar pisándonos la manguera entre nosotros si lo que tenemos que hacer es sumar?”.

Aun así, tanto Sánchez como Casado hicieron llamamientos al voto útil en sus cierres de campaña. El PSOE teme que en el último momento Podemos recupere voto que se estaba marchando con los socialistas y el PP intenta frenar la fuga sobre todo a Vox. El final de la campaña vivió el epílogo de la batalla en la derecha que la ha dominado, con el PP y Vox luchando para exhibir músculo en sus dos mítines multitudinarios en Madrid, mientras el PSOE y Ciudadanos competían en Valencia, donde también se juega mucho mañana. Ahora solo queda por decidir qué coalición gobernará.

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