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Cinco lecciones sobre desinformación que aprendimos de las campañas en EEUU y Brasil

A veces las noticias engañosas no buscan que te las creas, sino marcar agenda

Mari Luz Peinado
Algunas enseñanzas de otros procesos electorales
Algunas enseñanzas de otros procesos electoralesalashi (Getty)

Han pasado casi dos años y medio desde que Donald Trump ganó las elecciones en Estados Unidos y seis meses desde que Bolsonaro venciese en la segunda vuelta de las presidenciales brasileñas. Los análisis de ambas victorias estuvieron acompañados de términos como “fake news”, “desinformación”, “hechos alternativos” y “bulos”. En este tiempo, los expertos han estudiado sus estrategias de campaña y se han publicado varias investigaciones al respecto. Estas son algunas enseñanzas que nos han dejado:

1. WhatsApp es una fuente de información incontrolable

Una herramienta clave en la campaña de Brasil fue WhatsApp, donde se movieron millones de mensajes en los grupos. Este tipo de comunicación es muy efectiva para distribuir mensajes falsos o incorrectos. Al ser un sistema cerrado -no puedes saber de qué se está hablando en los grupos a no ser que estés dentro- permite que la información -la desinformación, en este caso- pueda moverse sin que haya ningún filtro periodístico. También es posible que una información circule sin saber quién es el autor original.

El ICFJ (Centro Internacional de Periodistas) realizó un estudio del uso de WhatsApp en Brasil durante los días previos a la elección, en el marco de su programa Truthbuzz. Una de las conclusiones fue que WhatsApp y otras aplicaciones de mensajería fueron la principal fuente de información para casi uno de cada cuatro entrevistados (24%). El porcentaje es prácticamente similar al de quienes se informaban a través de páginas de noticias (25%). Además, un 36% aseguró que enviaba o recibía noticias políticas por este medio todos los días.

Esta es la primera campaña en España en la que la que los partidos han incluido la mensajería instantánea en su estrategia de comunicación ya que todos los principales partidos han abierto su canal de WhatsApp para comunicarse con sus seguidores. La compañía ha cerrado los canales en las últimas horas, alegando que no cumplían alguno de sus términos de uso. Sin embargo, se trata solo de canales oficiales de los partidos. No existe manera de controlar que una noticia falsa sea reenviada de grupo en grupo privado.

2. La desinformación no son solo mentiras

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Existen noticias falsas en las que todo es engañoso: desde el titular hasta la plataforma desde las que se publican, que suele tener falsa apariencia de medio de comunicación. Pero la desinformación deliberada también puede formar parte de la estrategia política de los candidatos, a través de declaraciones falsas y de medias verdades. “La desinformación fue una constante durante la campaña en Brasil, por parte de todos los candidatos, no solo de Bolsonaro. Lo que pasó es que el volumen del contenido de la extrema derecha fue tal que la estrategia de oposición a Bolsonaro no funcionó”, explica Tai Nalon, responsable del proyecto de fact checking brasileño Aos Fatos (Los hechos).

Uno de los mensajes que se movieron en Brasil sugiriendo un posible fraude electoral
Uno de los mensajes que se movieron en Brasil sugiriendo un posible fraude electoral

Nalon explica que entre las mentiras más repetidas estaban las que sembraban dudas sobre la fiabilidad del sistema. Especialmente, se repetían contenidos que provocaban desconfianza con el voto electrónico y con la credibilidad de los institutos encargados de los sondeos electorales.

Especialmente ocurrió hacia el final de campaña, cuando ya no había mucho tiempo para localizar las mentiras, desmontarlas y hacer que llegaran a los votantes. Por ejemplo, el día anterior a la votación se compartió miles de veces esta imagen de Whatsapp, que mostraba resultados erróneos de encuestas electorales, con los porcentajes correspondientes a Bolsonaro estaban inflados. Estaba acompañada del hashtag #NãoAceitamosFraudes (no aceptamos fraudes) y de mensajes que sugerían que era imposible que Haddad venciera sin hacer trampas en el recuento.

3. El objetivo no siempre es que lo creas, sino que hables de ello

La noticias falsas no tienen efectos directos sobre el voto de cada persona que las lee. Pero hay maneras más sutiles de que esas noticias influyan en los electores como, por ejemplo, dirigiendo su conversación. El estudio Partidismo, propaganda y desinformación: los medios en línea y la elección presidencial de los Estados Unidos de 2016, del Berkman Klein Center for Internet & Society de la Universidad de Harvard, ha estudiado la influencia de algunos medios en la conversación.

Un buen ejemplo fue el tema de la inmigración, que Trump explotó durante la campaña con propuestas muchas veces imposibles de cumplir, pero que obligaban al resto a posicionarse. “El papel de Breitbart [el medio de ultraderecha fundado por Steve Bannon, uno de los ideólogos de Trump] durante las elecciones fue especialmente importante en la cobertura de la inmigración. En Twitter, las historias de Breitbart sobre inmigración se compartieron con más del doble de frecuencia que las de The Guardian, que ocupaban el segundo lugar”, dice el estudio.

En un análisis de los mismos autores del estudio, estos aseguraban: “Si bien la cobertura de los medios generalistas era crítica a menudo, no dejaba de girar en torno a la agenda establecida por la esfera mediática de derecha: la inmigración”.

4. Por muy disparatado que parezca, hay gente que puede creérselo

Pizzagate podría parecer un nombre ridículo incluso para una teoría de la conspiración. Se trata de una invención sobre una supuesta red de pederastia, secuestros e incluso sacrificios de niños en honor al demonio que supuestamente ocurrían en la parte trasera de una pizzería en Washington. Varias páginas vinculadas a las extrema derecha vincularon al jefe de campaña de Hillary Clinton con esta supuesta trama.

Sonaba tan irreal que incluso podría hacer gracia. Pero dejó de hacerla cuando un tipo llamado Edward Welch irrumpió en la pizzería Comet Ping Pong de Washington para “autoinvestigar” el asunto armado con un rifle de asalto y disparó contra la clientela. Afortunadamente, no hubo heridos y, también afortunadamente, es un caso extremo.

A menor escala, hay otros bulos que recuerdan que hay gente dispuesta a creerse cualquier bulo. Uno de los clásicos es el del supuesto cargamento de frutas contagiadas de SIDA, que reaparece cada cierto tiempo en redes sociales. Una de sus versiones, la de las naranjas provenientes de Libia, se compartió en dos semanas más de 800.000 veces en Facebook.

Una versión de las naranjas con sida: las manzanas con listeria.

5. Rectificar puede ser de sabios, pero olvidar es otra cosa

Compartir un bulo solo necesita un gesto (apretar un botón) pero compartir un desmentido cuesta mucho más. Por un lado, supone que la persona que ayudó a propagar la mentira reconozca que estaba equivocada. Y luego, que haga el esfuerzo de reconocerlo ante sus amigos y contactos.

En las elecciones brasileñas, en Facebook se compartieron al menos 3,8 millones de veces, según las cifras de Aos Fatos. Para esta campaña en España (y de cara a las elecciones europeas de mayo), Facebook ha organizado un programa de verificación que avisa a los usuarios de que el enlace que está a punto de compartir es dudoso o falso. Cuando esto ocurre, la plataforma ofrece a los usuarios la explicación de alguno de sus verificadores. En España, este trabajo corre a cargo de AFP, Maldita y Newtral. Pero es solo una advertencia: si el usuario sigue queriendo compartirlo, puede hacerlo.

El aviso de Facebook cuando intentas compartir un enlace identificado como mensaje falso
El aviso de Facebook cuando intentas compartir un enlace identificado como mensaje falso

Incluso una vez que el bulo ha sido desmentido, es muy difícil que no quede algo en el recuerdo. O en Google. Si ahora mismo alguien busca la falsa agresión a tres mujeres en Palma, uno de los bulos más difundidos últimamente, verá que hay que bajar hasta el cuarto resultado para llegar a la rectificación.

“En Aos Fatos, aprendimos que el objetivo del fact checking no es solo desmentir bulos puntuales, sino que hay que hacerlo con el objetivo de recordar constantemente a la gente que no pueden confiar en cada información que se encuentran en redes sociales”, explica Tai Nalon.

Consejos para intentar luchar contra la desinformación

Durante esta campaña electoral veremos algo que está ocurriendo a nivel global: prácticamente, tras cada afirmación de los candidatos hay una réplica que se encarga de comprobar si es cierto lo que dice y, en caso de que no sea así, de desmentir y ofrecer el dato correcto. Las plataformas de fact checking también, como Maldito Bulo. Pero, además de esas plataformas, existen una serie de pautas para que cada uno intente identificar un contenido sospechoso:

- Si la noticia no resulta familiar de algo, quizá sea un bulo que cada cierto tiempo vuelve a compartirse.

-Si es demasiado buena para ser verdad, es mejor sospechar.

-  Hay que desconfiar de un pantallazo que llega que WhatsApp o por redes sociales. Si no va acompañado de un enlace en el que poder comprobar si es cierto, puede que sea un montaje.

- Lo más importante es intentar identificar la fuente original: si no cita fuentes o la información viene de "un amigo de un amigo", es probable que no sea cierto.

- Atención al aspecto. Muchas webs de contenido falso juegan a tener un nombre o una estética similar al de medios de comunicación conocidos.

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Sobre la firma

Mari Luz Peinado
Redactora jefa de Estrategia Digital. Ha sido directora de Verne, por lo que recibió el Premio de Periodismo Digital José Manuel Porquet junto a Lucía González. Antes, fue redactora de El País en México y trabajó en Smoda, MSN y Soitu.es. Escribe el boletín semanal 'Correo sí deseado', que selecciona historias positivas y que aportan soluciones.

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