Iglesias propone un plan contra la precariedad laboral
El candidato de Unidas Podemos busca reactivar a las bases indecisas con propuestas sociales
“Hay algunos que prefieren hablar de ETA”, ha dicho este lunes Pablo Iglesias en Palma en referencia a las palabras que dijo este domingo Pablo Casado en Galicia. “Yo invito al resto de candidatos a hablar de otra cosa, de la Constitución y de lo que estarían dispuestos a hacer para que se cumplan los artículos que protegen a la gente”. El candidato de Unidas Podemos, como adelantó en su discurso de vuelta a la política el 23 de marzo, ha recuperado su particular batalla contra los que denomina “los poderosos”. En esta edición electoral, combate a las élites con la Constitución en la mano en cada mitin.
A “la gente” a la que hace referencia Iglesias les ha prometido que volverá a subir el salario mínimo: “No nos conformamos con 900 euros, la Carta Europea establece que debería llegar a 1.200”. Defenderá, además, un único modelo de contrato, el indefinido, y que acabará con “eso que se llama ‘flexibilización’ que instalaron las reformas laborales del PP y PSOE”, ha planteado. “Llegará el fin de la uberización de la economía, quienes dependan de plataformas digitales serán considerados trabajadores”, le ha asegurado a los repartidores de comida de aplicaciones como Glovo. A las kellys les ha ofrecido “contrato directo por el establecimiento hotelero y posibilidad de jubilarse de manera anticipada y sin penalización”.
Representantes de colectivos de pensiones, migrantes y kellys (camareras de piso) han intervenido durante casi la mitad del encuentro. “Esto es España, historias de España que conforman la realidad de este país”, ha reclamado.
Cada propuesta siempre acompañada de la coletilla: “para cumplir la Constitución”. Y para intentar disminuir la temporalidad laboral que ronda el 35% en el sector servicio, un porcentaje mayor que en el conjunto del sector laboral, según cálculos de Turespaña a partir de la Encuesta de Población Activa de 2018.
El equipo de Iglesias es consciente de que la movilización está en su fase más baja por eso apuestan por una campaña discreta con la que afianzar a sus votantes. La mañana del lunes fue el testimonio de que la época de los grandes mítines ha llegado a su fin en España. También para el partido que consiguió trasladar el fervor del 15M a las campañas de 2015 y 2016. El hito que marcó la capital de Baleares en la campaña de 2015 abarrotando el velódromo Palma Arena con casi 5.000 personas es un bonito recuerdo de los orígenes de Podemos. Su objetivo ahora es intentar asegurarse el voto de los cinco millones de españoles que les otorgaron 67 escaños y les convirtieron en la tercera fuerza política. Parte de su base electoral se ha ido a ese gran cajón de sastre del 40% de indecisos, según el último barómetro del CIS.
Por eso el acto de Palma de este lunes tiene más de simbolismo que de marcar músculo. La plaza de España durante las movilizaciones de 2011 se convirtió en la plaza de Islandia, en homenaje al país que inspiró el 15M. Y en este espacio público se volvieron a reunir los que entonces reclaman reiniciar el sistema político español. “Estas historias tienen que llenar las urnas”, les ha pedido Iglesias a los asistentes.
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