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El reto de Unidas Podemos en las dos Castillas

Iglesias reduce su presencia durante la campaña en la España vacía, donde caen las perspectivas electorales según el CIS

Ana Marcos
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, y el coordinador federal de Izquierda Unida, Alberto Garzon, en un acto en Málaga.
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, y el coordinador federal de Izquierda Unida, Alberto Garzon, en un acto en Málaga.Daniel Perez Garcia-Santos (Getty Images)

Unidas Podemos empieza la campaña en Madrid, en la circunscripción que más escaños reparte. Durante dos semanas Pablo Iglesias, candidato a La Moncloa, visitará el País Vasco, Valencia, Galicia y Cataluña, pero no la España vacía. En estas regiones del interior del país la coalición se desplegó en la precampaña, defienden en el partido rechazando cualquier tipo de intención de abandonar estas zonas. Su intención, como la del resto de formaciones, es tratar de conseguir alguno de los 103 de los 350 sillones del Congreso que se reparten en las provincias más pequeñas. Unidas Podemos puede perder, según el CIS, la mitad de los escaños que consiguió en 2016: entonces obtuvieron 69 y ahora podrían quedarse en 34. En las dos Castillas, representantes de las regiones más despobladas, se quedarían en cero según el último barómetro. El partido cuestiona estas predicciones y argumenta que el escenario está muy abierto porque aún hay un 40% de electores que se declaran indecisos.

“Todos los partidos sufren en las circunscripciones pequeñas. Pero, ¿cuántos diputados tiene Podemos en esas provincias? Muy pocos”, plantea Carolina Bescansa, la que fuera la experta en demoscopia y fundadora del partido. “Esas circunscripciones van a hacer sufrir al PP”, añade. Lo cierto es que Unidos Podemos obtuvo 15 diputados en la España vacía en 2016, entendida como aquellas provincias que reparten entre uno y cinco escaños. En la formación se muestran convencidos de que el bipartidismo no les doblará en votos, es decir, que PP y PSOE no se anotarán un escaño adicional en las dos Castillas.

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El 28-A Unidas Podemos tiene el reto de no caer por el abismo de un sistema electoral que suele penalizar a los partidos que no alcanzan el 14% de votos (el último CIS les otorga un 13% en intención de voto). IU conoce bien ese triángulo de las Bermudas de la ley española. No quieren que se repita un resultado como el de 2015: el partido sumó un millón de votos, pero solo consiguió dos diputados. Sus votos fuera de Madrid no valieron ni un escaño.

Madrid parece ahora terreno más firme. Allí se reparten 37 escaños y Unidas Podemos, según el CIS, puede superar los cinco diputados, asegurando el asiento para Iglesias, Irene Montero, Rafa Mayoral y Gloria Elizo, además de Enrique Santiago en el caso de IU. Con superar el 3% de los votos se consigue un escaño.

En Andalucía, Garzón, número uno por Málaga, revalidará su asiento en el Congreso, según las predicciones electorales. Pablo Echenique, secretario de Organización, se estrenará en el Parlamento desde Zaragoza, la ciudad donde empezó a hacer política con Podemos, y donde se espera que logre su escaño.

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Los principales dirigentes de la coalición parecen tener sus escaños asegurados. Pero los datos del CIS sugieren que otros miembros reconocidos están en peligro. En Valladolid, la lista que lidera Juanma del Olmo, secretario de Comunicación, se reparten cinco escaños y no está claro que uno vaya a ser para Podemos. Depende de que Vox no les supere —que podría ocurrir— y de que el PSOE no les duplique en votos. También parecen estar en el aire los cabezas de lista de IU por Palencia y Segovia. En 2016 Ciudadanos se quedó fuera en esas provincias, pero ahora pueden arrebatarles la representación.

“Podemos tiene margen para crecer, pero no como para que se plantee la incertidumbre del posible sorpasso [al PSOE] que había en 2016”, explica Lluís Orriols, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III. En el partido quieren movilizar a los cinco millones de votantes que sumaron en esa cita electoral. “El resultado no pondrá en duda que Unidas Podemos sea necesario para un gobierno de izquierda, sino que su capacidad de negociar en la investidura o su entrada en el Ejecutivo se verá afectada”, plantea Orriols. “El PSOE prefiere a Podemos que a otros socios nacionalistas más incómodos”, augura.

Con información de Kiko Llaneras

El caso de Cataluña

En Comú Podem, la coalición de Podemos en Cataluña, ganó las elecciones generales de 2016 con 848.526 votos, el 24,51%, lo que se tradujo en 12 escaños en el Congreso. “En Cataluña, tradicionalmente, se producía un voto dual. CiU era la opción mayoritaria en las autonómicas y PSOE en las generales”, explica Sílvia Claveria, politóloga y profesora en la Carlos III. “A partir de 2015 esta situación cambia, hay más opciones porque entran más partidos y ERC se convierte en la opción para las catalanas y En Comú Podem para las generales. Consiguieron sumar a sus electores, votantes del PSOE y de la CUP que consideraban que podían ser unos buenos aliados en el Parlamento”.

En aquel momento, Xavier Domènech, un profesor universitario que defendía el diálogo para tratar de rebajar el conflicto catalán, lideraba a los comunes. Tras su dimisión el pasado septiembre, le sucede Jaume Asens, número uno por Barcelona, que se ha declarado más cercano al independentismo. En el partido defienden que es soberanista. Cuenta con el apoyo de la alcaldesa Ada Colau, con la que trabaja en el Ayuntamiento de Barcelona, y el de Iglesias.

“Un ala del partido considera que la apuesta por Asens es un error porque no es tan atractivo para los no independentistas como podía serlo Domènech”, dice Claveria. Es decir, esa parte del voto propio de Podemos que se sitúa en la posición de diálogo y de búsqueda de un nuevo encaje territorial. La misma postura que comparten los votantes socialistas que en la anterior elección les dieron su apoyo. “La diferencia es que en 2016 el PSC estaba en caída libre, ahora ya no”, acompaña.

Existe otra parte del partido que, según la politóloga, “confía en que Asens recoja el voto de la CUP y de esos votantes que no son independentistas, pero que están muy enfadados por la represión policial del 1-0, por la aplicación del 155 y el mensaje que repite la derecha de volver a aplicarlo, en algunos casos como el del PP de manera indefinida. Además de estar en desacuerdo con el juicio del procés”.

Podemos mantiene que “no se ha movido ni un milímetro de la posición” que defienden desde sus orígenes, en palabras de la diputada Noelia Vera. Una postura que en campaña no les ha funcionado. “La cuestión catalana está más presente que en las elecciones anteriores y Podemos se siente menos cómodo en este debate”, opina Orriols.

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Sobre la firma

Ana Marcos
Redactora de Cultura. Forma parte del equipo de investigación de abusos en el cine. Ha sido corresponsal en Colombia y ha seguido los pasos de Unidas Podemos en la sección de Nacional, además de participar en la fundación de Verne. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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