Los ultras más radicales se camuflan en Colón
Hogar Social Madrid asegura que ha “dejado las diferencias de lado para estar junto a los españoles”
En la masa rojigualda que este domingo cubría la madrileña plaza de Colón apenas había notas discordantes. Alguna insignia carlista, el logo de la Legión o el de la Guardia Civil, e incluso alguna bandera arcoiris, eran los pocos símbolos que aportaban colores diferentes en un mar de amarillo y rojo, pero los símbolos franquistas o fascistas brillaban por su ausencia, aunque partidos y asociaciones situados en el espectro más radical de la extrema derecha como Falange, España 2000, Hogar Social y Movimiento por España anunciaron que participaban en la concentración para pedir la dimisión del presidente del Gobierno. Melisa Ruiz, presidenta de Hogar Social, asegura que su grupo ha “dejado las diferencias de lado para estar junto a los españoles”.
Junto a la estatua de Colón, en plena plaza, se alza solitaria entre miles de banderas españolas la del yugo y las flechas de la Falange, con fondo negro y rojo, antes de la lectura del manifiesto. A los pocos minutos, desaparece. El joven que la portaba, grande y con un chándal oscuro, discute con un señor mayor vestido de domingo, que le recriminaba: “Esto aquí no, no es el lugar, así no vamos a llegar a ningún sitio”. Al final, el joven pliega su enseña, la guarda y se cambia de sitio.
Algo más arriba, a la entrada del barrio de Salamanca, en el corazón más conservador de Madrid, unestudiante agita una insignia carlista: una cruz de Borgoña sobre un fondo blanco y el escudo de los Austrias en medio. Algunos curiosos le preguntan por el significado y él responde ufano: “El carlismo fue el primer movimiento político que entendió la importancia de la unidad de España.” Aunque declina identificarse, el estudiante explica su elección. “Esta bandera representa a mucha gente que dio su vida por la unidad de este país. Es un orgullo llevarla.”
En una esquina del paseo de la Castellana se colocan los integrantes de Hogar Social Madrid. La concentración ya está acabando, pero el colectivo neonazi toma posición junto a la antigua sede del Banco Madrid, que okupó hasta julio del año pasado. No son muchos, pero es uno de los pocos grupos que se diferencian del resto: están juntos, con una pancarta que les identifica, y venden camisetas de su asociación. Melisa Ruiz, su presidenta (aunque ella prefiere definirse como “responsable”), explica que han venido a estar “al lado de los españoles, más allá de ideologías o filiaciones políticas”. Pero marca distancias con el PP, Cs y Vox: “Esos son movimientos electoralistas. En cuanto lleguen al poder, se bajarán los pantalones en Cataluña también”.
Hogar Social son prácticamente el único colectivo de extrema derecha que se significa en la concentración. A pesar de haber apoyado la manifestación, los miembros de partidos como Falange o España 2000 apenas se distinguen de cualquier ciudadano de a pie que haya decidido acudir a Colón. Para Álvaro, un hombre de 29 años que pertenece a Hogar Social y no quiere decir su apellido, es lo normal: “Aquí hemos venido como españoles, no como miembros de nada. Lo importante es echar a Sánchez y que cese el colaboracionismo con Cataluña. Luego ya veremos”.
Pilar Gutiérrez, presidenta de la asociación filofranquista Movimiento por España, dice que su organización ha venido para “acabar con el gobierno de okupación de Sánchez”. Gutiérrez (que es hija del exministro franquista Joaquín Gutiérrez Cano y ha ganado celebridad por su intervención en algunas tertulias televisivas) considera que con el dictador había “una calidad democrática que ha desaparecido en España ahora mismo”. “El pueblo no se siente representado como con Franco”, concluye, mientras varias personas esperan para hacerse una foto con ella. La plaza de Colón se va vaciando mientras Hogar Social sigue en su esquina vendiendo parafernalia. Dos hombres de mediana edad, completamente vestidos de negro, lanzan un “arriba España” mientras pasan delante del colectivo neonazi. Un grito anecdótico en una concentración en la que la extrema derecha no quiso significarse demasiado.
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