La petición del jurado de revisar algunas pruebas prolonga la incertidumbre sobre Pablo Ibar
La solicitud arruina las expectativas de quienes esperaban una resolución rápida
La espera se prolonga en los juzgados del condado de Broward, en Fort Lauderdale (Florida), donde se acerca a su fin el cuarto juicio contra Pablo Ibar, el hispano-estadounidense acusado de un triple asesinato cometido en Estados Unidos en 1994, y por el que la Fiscalía vuelve a pedir la pena de muerte. Reunidos desde el miércoles para tratar de alcanzar un veredicto unánime, los 12 miembros del jurado solicitaron el jueves por la tarde al juez que se les leyeran las transcripciones de una serie pruebas, testimonios y peritajes.
La petición del jurado arruina las expectativas de quienes esperaban una resolución rápida, antes del fin de semana. E indica, así lo interpretan los abogados, que existen discusiones entre las ocho mujeres y cuatro hombres que deben decidir sobre la vida de Ibar. “Están peleando ahí dentro, y eso es lo que queremos”, explicaba, optimista, Joe Nascimento, el más joven de los letrados de la defensa. “En este sistema la presunción de inocencia es una falacia. La tabla está inclinada contra el acusado, lo ven ahí sentado y la tendencia es pensar que es culpable. Por eso, el hecho de que después de cinco días de pruebas de la Fiscalía los miembros del jurado estén discutiendo es buena señal”.
Todo, reconoce Nascimento, son especulaciones. Pero los últimos desarrollos indican que no existe, en un sentido ni en otro, la unanimidad requerida para condenar o absolver al acusado. De no alcanzarse un veredicto unánime, habría un nuevo juicio. Vuelta a empezar. Una vez más. Dos años después de que, en la que quizás ha sido la única alegría para Ibar en este largo proceso, el Tribunal Supremo ordenara repetir el juicio, por considerar que las pruebas que condenaron al acusado fueron "escasas y endebles", y sacara al hijo del pelotari vasco Cándido Ibar del corredor de la muerte, donde permaneció 16 años.
No es infrecuente, en estos casos, que la deliberación del jurado se prolongue durante varios días. No tienen límite temporal para llegar a un veredicto. Hasta entonces, sus miembros se reúnen a diario en una sala del juzgado, de nueve de la mañana a ocho de la tarde, con pausa para comer, y son escoltados después a un hotel cercano, donde no pueden hablar entre ellos del caso, ni utilizar móviles u ordenadores, ver la televisión o leer la prensa. Un total de 11 días tardaron en absolver en 2012 a Seth Peñalver, el hombre que fue condenado a muerte junto con Ibar por los llamados crímenes de Miramar, perpetrados por dos individuos que, la madrugada del 27 de junio de 1994, irrumpieron en una vivienda de dicha localidad del condado de Broward y asesinaron a sangre fría al empresario de la noche Casimir Sucharski, y a las bailarinas Sharon Anderson y Marie Rogers. El jurado, por cierto, no puede saber que Peñalver fue absuelto, después de estar en el corredor de la muerte por el mismo crimen. Como tantas otras cosas que no se les permite saber, en un caso con centenares de aristas y recovecos.
Rastro de ADN
El vídeo de escasa calidad, grabado por una cámara instalada por Sucharski en su domicilio y que recoge el brutal crimen, aportado por la Fiscalía como prueba, fue una de las piezas que el jurado pidió volver a ver. El jueves por la tarde se lo pusieron de nuevo. Quizá para tratar de comprobar, una vez más, si el individuo que, después de matar, se quita la camiseta que le cubría la cara para secarse con ella el sudor, es o no es Pablo Ibar, como sostienen, respectivamente, los expertos de la Fiscalía y la defensa. Quizá para tratar de determinar si el hallazgo de un poco de ADN de Ibar, tras una nueva prueba realizada en 2016, en dicha camiseta que está repleta del rastro genético (sudor, saliva…) de un individuo desconocido, es suficiente para administrar al acusado la inyección letal, o si puede deberse, como ha tratado de demostrar la defensa, a una contaminación en una prueba deficientemente custodiada durante ya casi 25 años.
Las dudas sobre rastro genético de la camiseta parecen estar detrás de dos de las otras tres peticiones del jurado. Solicitaron que se les leyera la declaración de Huma Nasir, la encargada de los primeros análisis de ADN, y el testimonio del genetista Allan Jamieson, experto de la defensa que rechaza la validez de la última prueba de ADN (la única que inculpa a Ibar). Por último, han solicitado, volver a escuchar el testimonio de un joven que convivía en aquella época con el acusado y cuyos zapatos, según la fiscalía, dejaban unas huellas que coinciden con las halladas en el lugar del crimen. Los extractos de los testimonios cuya repetición ha solicitado el jurado han tenido que ser transcritos y están siendo leídos por el taquígrafo. "Desde el principio, desde hace casi 25 años, esté caso está repleto de misterios", decía, entre la preocupación y la resignación, Cándido Ibar, padre del acusado.
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