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El año electoral pone a prueba el liderazgo de Pablo Iglesias en Podemos

La formación afronta un ciclo electoral con pérdida de apoyos y con su secretario general de permiso por paternidad

Ana Marcos
Irene Montero y Pablo Iglesias, en el Congreso de los Diputados, el pasado mayo.
Irene Montero y Pablo Iglesias, en el Congreso de los Diputados, el pasado mayo.Julián Rojas

Unidos Podemos se prepara para un año electoral lleno de incertidumbres para la formación y que empieza con el secretario general, Pablo Iglesias, ausente por permiso de paternidad y con el liderazgo interino de Irene Montero, portavoz del partido en el Congreso y su pareja. Ese horizonte marcado por las urnas y el descenso de apoyos pondrá a prueba el liderazgo en la formación.

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El resultado de las elecciones andaluzas ha supuesto una nueva decepción para Podemos. Adelante Andalucía, la alianza que cerraron con Izquierda Unida, perdió tres escaños y 300.000 votos. Ni siquiera absorbió la caída histórica del PSOE. El partido de Iglesias ha repetido la experiencia de las últimas generales, cuando sus líderes prometieron una remontada que nunca ocurrió y perdieron un millón de electores.

Iglesias se despide temporalmente de la política con el apoyo de los 50.000 inscritos que lo reeligieron como candidato en las primarias del partido. Convocó el proceso convencido de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, iba a adelantar las elecciones. Volvió a conseguir el apoyo de la militancia y afianzó en puestos claves a su equipo más cercano. Pero la rapidez de la convocatoria y la falta de oposición volvieron a mostrar que su hiperliderazgo —aparejado a Podemos desde su fundación— provoca las críticas de las otras dos familias de la formación.

“Iglesias es consciente de que su liderazgo está arrasado”, dice el politólogo Pablo Simón. “No existe un reemplazo evidente hasta que Montero esté preparada para dar el paso. Es la operación que hay en curso. Si hay Gobierno de coalición de PSOE y Podemos, ella será vicepresidenta”, opina. Berta Bartet, politóloga y editora del colectivo Politikon, es más cauta: “Deben pensar muy bien quién, pero sobre todo para qué”.

Cuando Montero ocupe su escaño el 9 de enero, tras seis meses de permiso de maternidad, tendrá que manejar la difícil coexistencia con los fieles a Íñigo Errejón, centrado en su candidatura a la Comunidad de Madrid. “Creo que los Presupuestos se van a aprobar y no habrá adelanto electoral que justifique ninguna premura”, confía Errejón. Y en ese escenario, “dependiendo de lo que pase en las elecciones municipales y autonómicas, se puede inaugurar un ciclo de Gobiernos progresistas”.

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Miguel Urbán, eurodiputado de Podemos, y Teresa Rodríguez, líder del partido en Andalucía, cabezas visibles de Anticapitalistas, mostraron su disconformidad con las primarias, pero se mantienen en segundo plano tras perder las elecciones andaluzas y la posición de salida en la lista para las próximas elecciones europeas.

Montero coge las riendas de un partido que logró relevancia en el escenario político después del verano tras sellar con el Gobierno un acuerdo para los Presupuestos. El texto sigue pendiente de aprobación, una espera que ha permitido que el conflicto catalán y la entrada de la extrema derecha hayan copado protagonismo.

Pablo Echenique, secretario de Organización, lideró el acuerdo de Presupuestos y lucha ahora para que salga adelante. “España vive una encrucijada”, dice el dirigente, “solo hay tres futuros posibles”. “Que triunfe la reacción de los tres partidos ultras de José María Aznar. Que los poderes económicos y la derecha del PSOE vuelvan a intentar un Gobierno de Sánchez y Rivera para hacer recortes. O que sigamos el camino que abrió la moción de censura y que ha permitido subir el salario mínimo a 900 euros”.

Podemos reclama “el patriotismo de llegar a fin de mes”. Es la frase, casi el mantra, con el que pretenden contrarrestar el debate identitario. Aunque no les funcionara en Cataluña ni en Andalucía. “Este eje es la única oportunidad que tiene la izquierda”, asegura Simón. “El problema es que ni el Gobierno con todas las armas a su alcance consigue que se hable de temas sociales. Cataluña monopoliza la discusión”.

Posición subalterna

En el sur les acabó situando en una posición subalterna al PSOE, una de las causas de su derrota, analizan desde Podemos en esa comunidad. Un riesgo que el partido corre en el resto de España. “Lo decisivo en Andalucía ha sido la desmovilización del voto progresista”, plantea Errejón. “Es una tendencia nacional que tiene que ver con una mezcla de cansancio y falta de referentes intelectuales, culturales y políticos que generen confianza. No ha mermado el voto progresista, pero está desnortado y disperso”. Y desencantado con Podemos, reconoce la organización andaluza.

El otro problema es que Sánchez recurre al Consejo de Ministros para aprobar por decreto algunas de las medidas recogidas en el pacto. “¿Quién se pone la medalla?”, plantea Pablo Simón. “Nuestro trabajo como espacio político plural es trabajar a brazo partido para que se materialice el tercer escenario y podamos seguir siendo útiles a los que nos han votado”, dice Echenique. Mientras, trabajan en una segunda dirección, intentando afianzar distintos perfiles de votantes, lejos de la dinámica casta/pueblo como hacían en sus orígenes. Es su manera de intentar convencer al que no le gustó que se constituyeran en partido en 2014. Al que tampoco tiene claro la coalición con IU ni la sintonía con el Gobierno. O al que no se le olvida la casa de medio millón de euros que se compró Iglesias. Pero, como plantea el propio Echenique, si estas estrategias no funcionan, se preparan para el adelanto electoral: “Si vamos a elecciones por la falta de altura histórica de los partidos de la moción de censura, nosotros saldremos a ganarles; a los trillizos de Aznar, pero también a ellos”.

La cuestión territorial

“Sería un error asumir que hay dos agendas: una social y otra nacional y ponerlas a competir”, opina Íñigo Errejón. “Hay que anudarlas, articularlas: unir pueblo y nación, frente a los reaccionarios que tienen una idea estrecha y antigua de una España en blanco y negro a la que le sobra la mitad de su gente”. La formación liderada por Iglesias defiende un referéndum pactado y que Cataluña no se independice. Se parapeta tras su concepto plurinacional de España y mantiene confianza casi ciega en que la idea de que el diálogo prevalecerá cuando los ánimos se calmen. “La reconstrucción de la sociedad española, rota por la desigualdad y la precariedad, necesita también de una idea fuerte de país, de pertenencia”, plantea Errejón. En la cuestión territorial Podemos se juega otra carta electoral ante el riesgo de que el izquierdista asustado busque refugio en el PSOE. Pablo Iglesias, en EL PAÍS, auguró el final de los gobiernos monocolores situándose en una coalición con el PSOE. Pero va un paso más allá: el fin del bipartidismo es también el del voto útil.

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Sobre la firma

Ana Marcos
Redactora de Cultura, encargada de los temas de Arte. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Fue parte del equipo que fundó Verne. Ha sido corresponsal en Colombia y ha seguido los pasos de Unidas Podemos en la sección de Nacional. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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