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Esos grupos de WhatsApp que carga el diablo

Rajoy evitó usar esta plataforma y Sánchez tampoco es dado a mandar mensajes

Cospedal muestra un mensaje a Rajoy en el Congreso en 2016. En vídeo, Casado no cree que Cosidó sea el autor del WhatsApp sobre el CGPJ cuyo contenido asegura que era falso.Foto: atlas | Vídeo: Uly Martín | ATLAS
Ignacio Touza

Un mensaje de WhatsApp ha provocado un seísmo sin precedentes en la Justicia española. “Ponemos a un presidente excepcional y además controlamos la sala segunda desde atrás”. El botón de reenviar lo pulsó el portavoz del PP en el Senado, Ignacio Cosidó. El destino eran los 146 senadores de su partido. A las pocas horas, el mensaje ya había llegado a la prensa. Siete días después ya no hay pacto para renovar el Poder Judicial, no existe el grupo al que se envió ese mensaje y crece el recelo en la utilización de servicios como Whatsapp, Telegram o Signal.

“Hay que tener un mínimo de prudencia para no dejar información sensible por escrito”, apunta un miembro del gabinete de un ministro, que reconoce que se utiliza WhatsApp en el día a día. “Pero para nada importante” y menos para comunicarse con los altos cargos. Desde otro ministerio aseguran que usan estas aplicaciones a diario, pero tanto el ministro como los secretarios de Estado prefieren “llamarte al despacho” o usar el teléfono. “Son conscientes de que no pueden dejar ciertas cosas por escrito, pero además es que no podemos tener a un ministro recibiendo y contestando cientos de mensajes al día”, aseguran. En el Gobierno, los grupos de WhatsApp se limitan a los jefes de gabinete para coordinarse con La Moncloa. El presidente, Pedro Sánchez, tampoco es muy dado a mandar mensajes y prefiere llamar a sus ministros.

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En el PP han tomado nota del error de tener grupos tan amplios y tras eliminar el del Senado, mantienen otros dos más reducidos: del consejo de dirección y de comunicación. Sin embargo, en el Congreso siguen usando el chat que agrupa a los diputados, pero solo para agenda y votaciones.

Lo que más ha sorprendido a muchos diputados populares es que se utilizara un grupo tan amplio para reenviar información sensible para la dirección del partido, algo impensable para el PSOE. La dirección socialista en el Congreso y el Senado sí se comunican por WhatsApp, pero son grupos reducidos a una decena de integrantes. Las comunicaciones suelen ser mediante correos electrónicos. En los partidos políticos, con algunas excepciones, ocurre lo mismo. “Si hay algo relevante nos llama Teo [García Egea, secretario general del PP] o Javier Maroto [vicesecretario de Organización] para despachar directamente con nosotros”, dice un miembro del comité ejecutivo del PP. Lo mismo hace el presidente del partido, Pablo Casado, que prefiere llamar o citar directamente en Génova para tratar los asuntos importantes. “Nos llaman o nos citan en la sede. Para temas de agenda usamos WhatsApp o Telegram”.

Quienes en algún momento han colaborado con otro de los pesos pesados del PP, saben que Alberto Núñez Feijóo prefiere coger el teléfono antes que enviar un mensaje. Todo lo contrario, es lo que hace Unidos Podemos. La tercera fuerza en el Congreso de los Diputados usa Telegram, y no solo para distribuir información a su militancia sino también como herramienta de trabajo. La noche en la que se cerró el acuerdo de presupuestos entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, el líder de Podemos acudió solo a La Moncloa. Su equipo estaba pendiente de un grupo de Telegram en el que su líder consultaba las dudas.

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En Telegram, la información compartida se almacena en una nube, no en los dispositivos. Y tiene hasta una modalidad de chat secreto en el que los mensajes se autoeliminan con una cuenta atrás que el usuario establece. Esta herramienta fue la que utilizó la Generalitat para gestionar la consulta del 9-N. En el 1-O optaron por encriptar mensajes.

Eso no ha impedido que Podemos también haya tenido sus problemas. Como cuando Bescansa colgó por “error” en un grupo de Telegram su propuesta para desbancar a Iglesias. O cuando se filtraron los comentarios machistas del propio Iglesias hacia la periodista Mariló Montero.

Estos servicios son también una herramienta muy valiosa para los autodenominados Ayuntamientos del cambio, como Madrid y Santiago. Vigilar las comunicaciones tampoco es ninguna novedad en el entorno de la alcaldesa Ada Colau. Tanto ella como sus colaboradores y concejales provienen en su mayoría de los movimientos sociales. Exactivistas para los que en otras épocas no era raro sacar las baterías del móvil durante una reunión y ya utilizaban Telegram cuando el común de los mortales apenas descubría Whatsapp. Pero desde que ganaron la alcaldía se han relajado al tomar precauciones.

El riesgo a que mensajes con información delicada se hagan públicos provoca que algunos políticos veteranos prefieran evitar las nuevas tecnologías. “Si no estás en ningún grupo, nadie podrá acusarte de nada. Todo mejor en persona”, asegura un alto cargo del Gobierno. Mariano Rajoy evitó usar WhatsApp durante sus años de mandato. Optó por una vía que muchos consideran obsoleta: los SMS, que él quizás consideraba más segura. Sin embargo, uno de sus mensajes privados marcó para siempre su presidencia: “Luis, sé fuerte”. El resto, ya es historia.

Con información de Ana Marcos, José Marcos, Natalia Junquera, Sonia Vizoso, Clara Blanchar y Camilo S. Baquero.

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Sobre la firma

Ignacio Touza
Es periodista de la portada web EL PAÍS y de la edición del fin de semana, antes trabajó tres años en la sección de nacional del periódico. Comenzó su carrera profesional en el IE Business School y en la edición de Galicia de EL PAÍS. Es licenciado en periodismo por la Universidad Complutense y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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