La autopsia confirma la muerte a golpes del edil de IU en Llanes
El edil, de 52 años, fue hallado sin vida a 300 metros de su vivienda
Las incógnitas rodean la muerte violenta del único concejal de Izquierda Unida en Llanes (Asturias), cuyo cadáver fue encontrado en la madrugada del jueves en un camino rural que lleva a su vivienda. El informe preliminar de la autopsia ha confirmado este viernes que Javier Ardines, de 52 años, falleció por varios golpes en la cabeza. La Guardia Civil interrogó a familiares y vecinos sin descartar hipótesis, —salvo la del robo— mientras los allegados apuntan a móviles relacionados con su cargo público.
El cuerpo sin vida del político de Izquierda Unida apareció tumbado boca abajo a unos 300 metros de su casa en el camino que lleva a la vivienda en la pequeña localidad de Belmonte de Pría, en la falda de los Montes del Cuera, un entorno verde y bucólico por donde pasa el Camino de Santiago y los peregrinos se mezclan con los turistas. Un vecino lo encontró sobre las ocho de la mañana cuando paseaba a su perro, aunque el edil había salido de su casa para dirigirse a pescar hacia las seis. Nadie vio nada, según relatan los vecinos, aunque los dos labradores de la casa frente a la que yacía el cadáver sí despertaron a su dueño con sus ladridos. El asesino huyó sin ser visto.
Javier Ardines salió de madrugada a pescar como todos los días, porque esa era la actividad con la que se ganaba la vida. No cobraba sueldo por su trabajo político como concejal de playas, medio rural y personal del Ayuntamiento de Llanes (13.000 habitantes), en el que era el único edil de Izquierda Unida, miembro del Gobierno municipal en un cuatripartito integrado por el PP, Foro y Vecinos por Llanes.
En el camino hallaron también unas “vallas amarillas de obra” que pertenecían al Ayuntamiento de Llanes, a unos 20 kilómetros de la pequeña localidad, con las que el autor o autores de su muerte podrían haber cortado el paso de su vehículo para tenderle “una emboscada”, apuntan en el entorno próximo al edil. La presencia de esas vallas no estaba justificada por ninguna obra cercana, así que alguien las llevó a propósito. El concejal debió salir del coche a retirarlas para continuar la marcha, y recibió varios golpes en la cabeza. El vehículo e fue encontrado aún encendido, a unos 60 metros del cuerpo. Ni rastro del objeto con el que le golpearon.
“A Javi tuvieron que atacarle entre varios, uno solo no habría podido con él, era un hombre fuerte”, reflexiona un amigo que prefiere mantener el anonimato. El camino en el que mataron al concejal de IU no es de paso sino que lleva solo a una decena de casas particulares, la mayoría con amplios terrenos, y termina en una vivienda, sin salida. En el entorno de Ardines creen que le vigilaron porque la madrugada del jueves salió más tarde de lo que acostumbraba para ir a pescar. Otro detalle apunta a la vigilancia: la semana anterior, Ardines ya había encontrado una de esas vallas en el camino, y lo contó en casa.
La reconstrucción del crimen se ha perfilado este viernes con las declaraciones de los vecinos y familiares, pero el móvil de su asesinato permanecía todavía rodeado de incógnitas. La Guardia Civil no apunta de momento a ninguna línea de investigación prioritaria, mientras en el círculo personal y político del concejal destacan el ambiente de “hostilidad brutal, irrespirable” que se vivía en el Ayuntamiento fruto de tensiones por la actuación del equipo de Gobierno tras 28 años de poder del PSOE.
Ardines era el responsable del entorno rural y de playa y el jefe de personal del Consistorio desde 2015, además del único edil de IU, partido en el que militaba desde 1999. Mano derecha del alcalde, Enrique Riestra, de Vecinos por Llanes, el concejal fallecido “se enfrentaba a pecho descubierto a todo el mundo”, describe un amigo y compañero de partido. El edil y el regidor han protagonizado lo que fuentes cercanas a ambos definen como “una cruzada para aflorar la red clientelar en torno al anterior Gobierno municipal”. Así, el Gobierno cuatripartito tumbó el Plan General de Ordenación Urbana del anterior equipo y decidió intervenir en el estatus de parte del personal del Ayuntamiento, sacando a concurso 16 plazas que estaban ocupadas por trabajadores que no habían aprobado la oposición necesaria. Varios de los afectados por el proceso acusaban al edil de acoso laboral. “Aquí, igualdad, mérito y capacidad suena a acoso”, dijo Ardines en su última entrevista, publicada por el diario El Comercio.
Los amigos y allegados se dolían este viernes por la mañana sin comprender el motivo que podía haber llevado a alguien a asesinar a un hombre con una amplia vida social y un fuerte compromiso ético en la política. Ardines estaba casado con una profesora de instituto y tenía dos hijos rondando la treintena. Era abuelo. Y “cumplía con su trabajo en el Ayuntamiento después de salir al mar, a veces hasta tarde y sin cobrar, era un político de los de chapeau”, manifiesta una de sus conocidas. A ninguno de los allegados con los que el edil había compartido mesa y comida el día anterior a su muerte les había contado que tuviera un problema con alguien o algo le preocupara. Su muerte es todavía un misterio.
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