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¿Es necesario atar o sedar a la fuerza?

Todos los implicados coinciden en el objetivo de eliminar las contenciones de las personas con problemas de salud mental. Lo complicado es ponerlo en práctica.

rafael ricoy

Todos están de acuerdo, pero no se hace. Iniciativas como #0contenciones han dado visibilidad al problema del uso de sujeciones en la práctica médica con personas que tienen alguna enfermedad mental. Y cero es cero. No se refiere solo a las correas que aún a veces se usan para atar a un paciente a la cama. También incluyen las contenciones farmacológicas –sedar al afectado hasta dejarlo inconsciente- e incluso, las afectivas, como los chantajes –“si te levantas, no dejo que vengan a verte”-, dice Nel Anxielu González Zapico, presidente de Salud Mental España. “Tenemos un posicionamiento claro: las contenciones son una grave violación de los derechos humanos”.

La campaña Cero Contenciones ha dado visibilidad al dolor de víctimas, familiares y cuidadores

González Zapico representa la voz de los afectados y sus familias, pero, en este asunto, los profesionales coinciden. “El objetivo tiene que ser el de cero contenciones”, respalda Ana González-Pinto, presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica.

No se trata de un acuerdo solamente desde la teoría, desde la perspectiva de los derechos. Es que “se ha demostrado que las contenciones no sirven terapéuticamente para nada más que para causar sufrimiento, tanto al que las sufre como al que las hace”, señala González Zapico.

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Un dolor como el que recogen algunos testimonios de la campaña de cero contenciones del grupo Locomún. “Soy un ser sufriente que necesita ayuda, compresión; no violencia, ni contención, ni anulación. Este tipo de prácticas psiquiátricas deben desaparecer, denigran, humillan y en algunos casos incluso han muerto personas sin recibir la asistencia que requerían”, dice en la web Rebeca, una paciente. “Me han quedado secuelas en forma de fobias que limitan mi vida. Espero que esto se acabe para siempre”, añade A. R. G.

La unanimidad, sin embargo, muestra fisuras cuando se pasa a los casos concretos. “Lo de contenciones cero es como lo de accidentes de tráfico cero; está muy bien como objetivo”, matiza González-Pinto. Ana Lancho, gerente del hospital de día Lajman para personas con enfermedad mental, se disculpa de antemano por ser políticamente incorrecta, pero expresa:  “Está constatado que si en los momentos de agitación un profesional intenta calmar al enfermo hasta que la medicación le haga efecto, se puede prescindir de la contención, pero no hay personal suficiente en los hospitales para esta labor". Lancho pone como ejemplos de estos casos extremos que “actualmente, ante la falta de medios humanos y profesionales para atender a personas en brotes psicóticos, se las contiene mecánicamente para evitar que se puedan lesionar ellos mismos o a sus cuidadores. En este caso el mayor riesgo es que no existen a nivel estatal protocolos de actuación y se deja en manos de cada establecimiento o profesional la forma de contención”.

Sin embargo, González Zapico tiene claro que “siempre hay alternativas”. Pero no son baratas. Hacen falta formación y recursos. “Si se hace un seguimiento correcto de la persona se puede intervenir antes del brote”, dice. Y “hay protocolos cuando, por ejemplo, la agitación se debe al consumo de sustancias y sucede en la calle”, apunta la psiquiatra. En estos casos, lo primero es intentar calmar a la persona, y, si no se consigue, se acude con ella a urgencias.

No se trata, por tanto, de un proyecto utópico. “Acabo de volver de Trieste, donde se han reducido muchísimo las contenciones”, remata el representante de los afectados. “Es cuestión de voluntad”. González-Pinto cierra: “No sé si las Administraciones están en ello, pero desde luego tienen sobre la mesa nuestra petición”.

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