Marta Ferrusola apeló al “riesgo” del sistema español para ocultar su fortuna en Andorra
La BPA abrió 10 cuentas del clan Pujol pese a que la familia no acreditó el origen del dinero
Cuando Marta Ferrusola, esposa del expresidente de la Generalitat catalana Jordi Pujol, tocó a la puerta de la Banca Privada d’Andorra (BPA), en diciembre de 2010, para abrir una cuenta, se enfrentó al cuestionario de rigor. Una suerte de tercer grado donde el cliente debe desnudarse financieramente. El objetivo: evitar que en este Principado –donde hasta el pasado año regía el secreto bancario- anidaran fondos de origen inconfesable.
La matriarca del clan explicó así la razón que le empujó a abrir una cuenta en la BPA: “[Soy una] persona muy sensibilizada por el riesgo del sistema financiero español”, escribió en el documento interno conocido como Know your customer (conozca a su cliente, en inglés).
EL PAÍS ha tenido acceso a los formularios confidenciales que rellenaron entre 2006 y 2015 Ferrusola y cinco de sus siete hijos para justificar la fortuna que depositaron en la BPA. El clan movió más de cinco millones en esta entidad del país pirenaico a través de –al menos- una madeja de diez cuentas y tres fundaciones panameñas creadas por el propio banco, según un informe de la Unidad de Inteligencia Financiera de Andorra (UIFAND) de diciembre de 2017.
El análisis de los expedientes confidenciales de la saga revela que el banco, pese a cuestionar las explicaciones de la familia sobre el origen de su fortuna, abrió las cuentas. Y las blindó, además, mediante una sociedad instrumental de la BPA para ocultar la identidad de los ilustres clientes frente a los trabajadores del banco.
El juez de la Audiencia Nacional José de la Mata investiga al expresidente catalán, su esposa y sus siete hijos por blanqueo, fraude fiscal y falsedad documental. El clan Pujol ocultó presuntamente 30 millones de euros al fisco mediante una madeja societaria y de cuentas en Estados Unidos, Paraguay, México y Argentina.
Marta Ferrusola –que manejó 1,1 millones en una cuenta numerada entre 2010 y 2012- se presentó a la BPA como “jubilada”. Justificó que su cuenta se nutriría de una transferencia de un millón de euros del Andbank, donde hasta 2010 permaneció supuestamente la herencia de su suegro, Florenci Pujol, un banquero fallecido en 1980 que hizo fortuna con el contrabando de divisas.
1,1 millones en efectivo
Aunque la esposa del expresidente de la Generalitat precisó en el formulario que preveía hacer “pequeños reintegros” desde su cuenta, no cumplió sus planes. Y vació 1,1 millones mediante cuatro retiradas en efectivo entre 2011 y 2012.
Uno de los documentos que rellenó Marta Ferrusola para sacar 30.000 euros en efectivo de su cuenta en la BPA llevó la firma de su hijo mayor, Jordi Pujol Ferrusola, que el pasado diciembre abandonó la prisión madrileña de Soto del Real tras depositar 500.000 euros de fianza. El juez de la Audiencia Nacional José de la Mata le investiga por fraude, blanqueo y falsedad y por controlar supuestamente las cuentas del resto de la familia.
A la pregunta de “motivos para abrir una cuenta”, la esposa del expresidente de la Generalitat respondió “ahorro y seguridad”. Y añadió que desconocía a otros clientes de la entidad. Obvió así que su hijo Josep controlaba desde 2006 una cuenta numerada en el mismo banco con 1,3 millones. Y pasó por alto que, cuando la matriarca desembarcó en la institución financiera -diciembre de 2010-, sus vástagos Pere, Marta y Mireia se hicieron también clientes.
Sin rastro de la herencia del abuelo Florenci
La BPA puso en entredicho el relato de “la herencia” esgrimido por Marta Ferrusola. “No se observa ninguna documentación y soporte de la misma [herencia] en el expediente del cliente”. Y tampoco dio credibilidad a los argumentos de Pere, Marta y Mireia Pujol Ferrusola. “No tenemos ningún KYK (Know your customer, conozca a su cliente, en inglés) actualizado que acredite la actividad ni en relación con los fondos depositados”, precisaron los responsables de la entidad de prevención de blanqueo.
En el caso del benjamín de la saga, Oleguer Pujol, la BPA le abrió una cuenta en noviembre de 2012, pese a calificarlo de cliente de “riesgo alto”. Como su madre, Oleguer fue tildado de Persona Políticamente Expuesta (PEP), que es como se denomina en la jerga financiera a aquellas personalidades que, por haber ocupado un cargo público o tener proximidad familiar a una autoridad, deben someterse a un control especial para prevenir el blanqueo.
El tercer hijo del matrimonio, el economista Josep Pujol, no tuvo reparos en reconocer que eligió la BPA por “seguridad y discreción”.
Tras estallar el escándalo, Josep Pujol reconocería en una entrevista en el diario Ara en mayo de 2017 que su familia decidió en 2010 transferir sus fondos desde Andbank a BPA ante la negativa de la primera entidad de mantener el dinero del clan.
Los Pujol regularizaron su fortuna el mismo día -25 de julio de 2014- que el patriarca y expresidente de la Generalitat confesó a través de una carta que ocultó durante tres décadas dinero en el extranjero. Los fondos, dijo, procedían de la herencia de su padre, Florenci Pujol.
Andorra intervino en marzo de 2015 la BPA por un presunto delito de blanqueo. Los dueños del banco, que llegó a tener 9.000 clientes y un volumen de negocio de 8.000 millones de euros, niegan estas acusaciones.
investigacion@elpais.es
Blindaje ante los trabajadores
Los Pujol encontraron en la Banca Privada d’Andorra (BPA) la entidad idónea para blindarse, según declararon los exejecutivos de este banco ante la juez de Andorra que indaga a la cúpula de esta entidad por blanqueo.
El banco andorrano puso a disposición de la familia del exmandatario un sistema de fundaciones panameñas para blindar la identidad del clan frente a las miradas indiscretas de los trabajadores.
El que fuera director adjunto de control de la BPA entre 2010 y 2015, Santiago Rosselló, reconoció ante la magistrada del Juzgado de Instrucción número dos de Andorra este sistema de salvaguarda. “Queríamos otorgar más confidencialidad a los titulares de las cuentas. Así era más difícil de manera interna (empleados) identificaran al propietario de los fondos. Por esa época, varias entidades bancarias europeas habían tenido problemas de personal que revelaba información”, indicó el exdirectivo.
La exdirectora de la filial del banco andorrano BPA Serveis Cristina Lozano declaró ante la jueza el pasado septiembre que la familia “tenía miedo que se filtrara a algún medio de comunicación [sus cuentas en Andorra]”.
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