Para el PP todo esto no está pasando
Cospedal cree tendenciosas las frases del fallo sobre Rajoy y niega la caja b, los sobresueldos, los martillazos en ordenadores y hasta que sea noticia
María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP desde hace diez años, cuando empezó el caso Gürtel, tuvo que ir justo ayer, tras la sentencia, a la comisión que investiga las cuentas del PP en el Congreso. Llegó con Rafael Hernando, los dos sonrientes, con la cara que ponen en el PP en las peores situaciones como de que todo es normal. Aunque luego Hernando se largó y quedaron tres del partido. Con Cristina Cifuentes, el PP llenó la sala y se hincharon a aplaudir. Pero, ay, al día siguiente estalló el escándalo del máster y ahora han debido de pensar que trae mala suerte.
Cospedal se bastó ella sola y, es más, quiso transportar a la oposición, como en una hipnosis colectiva, al mundo del PP. Con una idea genial: esto no solo no ha pasado, y si pasó era cosa de otros, sino que no está pasando. Lo de Rajoy, hacer como que no pasa, ya no es suficiente. Manejó un concepto interesante, la “apariencia de la actualidad”. Gürtel es antiguo, en su día ya se dieron explicaciones y la sentencia “genera una ilusión de actualidad que no es real”. Aunque mientras hablaba caía la Bolsa y se amontonaban mociones de censura.
Esta negación del principio de realidad, de psicoanalista, incluyó el fallo y lo que no pudo obviar, lo puso en duda. Uno de los puntos más graves, que los jueces no se creen la madre de todas las negaciones: dan poca credibilidad a Rajoy cuando negó la caja b y los papeles de Bárcenas. Cospedal acusó a los jueces de usar un argumento “muy poco jurídico y muy tendencioso”, pues solo se apoyaría en “que si decía lo contrario era malo para él”.
A preguntas de Txema Guijarro, de Unidos Podemos, sobre si le parecía normal que un tribunal desacredite a un presidente del Gobierno y no dimita, Cospedal fue más allá: “Lo que no me parece normal es que en una sentencia se utilice un argumento de carácter subjetivo para fallar sobre un asunto que no está directamente relacionado con eso, (…), para descalificar la prueba testifical de uno de los testigos porque sea el presidente del Gobierno (…). No me parece normal que en un país democrático pueda pasar eso en una sentencia”. Lo remató con una reflexión llamativa en una ministra: “¿Pero es que los jueces son infalibles?”. También impresionó que comparara la sentencia, sin citarla, con la de la Manada, porque todas son discutibles. Todo en Cospedal era para preguntarse ayer si estaba poseída por un antisistema.
Quizá por eso surgió una insperada química con Gabriel Rufián, de ERC. Su afán de convertir cada intervención en un diálogo de cine negro -si pudiera y el tiempo acompañara iría al Congreso con gabardina- y tener delante al guardaespaldas más duro del PP dio buenos momentos:
-¿Se avergüenza de algo?
-De este tema que estamos hablando aquí no.
-¿Quién es M. Rajoy?
Al final derivó más bien en algo de los hermanos Marx, como la parte contratante o la indemnización en diferido. Cospedal dijo que la trama Gürtel no es el PP, sino que “son personas que hacen cosas”. “Los catalanes también hacemos cosas”, replicó Rufián. Al final hasta se reían. Luego volvían a pegarse cortes. Acabaron mal, citándose fuera, a ver si eso me lo dices en la calle, como ya le había pasado a la ministra con Artemi Rallo, el portavoz socialista, que le había acusado de mentir por decir que no había cobrado sobresueldos. “¿Me está acusando de falso testimonio? Supongo que está usted protegido por su inmunidad, pero si sale y lo repite ante la prensa le pondré inmediatamente una querella. Porque es una acusación muy grave. Le pido, por favor, que lo reitere fuera”. Dio la vuelta a la comisión: de esperar a ver lo que decía ella por el pasado, a ver lo que se atrevía a decir la oposición a la salida. Pero con Rufián fue al revés: en ese caso a ella se le escapó decir que en ERC también había corrupción, pero no fue capaz de citar un caso. "Si tiene agallas, dígalo fuera", le soltó Rufián.
Cospedal aguantó cuatro horas impertérrita, echando broncas. Único gesto de descontrol, parpadeaba a toda velocidad. Fue un vano repaso de los entresijos de Gürtel, porque el PP nunca tenía nada que ver. Caja B: “La sentencia no acredita la caja B del PP. Otra cosa es que fuera la de algunos”. Sobresueldos: “Será una contabilidad de este señor”. Los papeles de Bárcenas: “No son verdad, porque no lo son en relación a mi persona”. El famoso finiquito del extesorero, 200.000 euros anuales de 2010 a 2013: “Es perfectamente habitual en las empresas”. La destrucción de los discos duros: “Absolutamente normal. Ocurre en todas las empresas, el informático del partido no sé si reseteó o como se dice”. Y tampoco fue a martillazos: “Eso lo dijo alguien del PSOE”.
También seguía creyendo, “a veces sí pasa”, que Gürtel es una trama contra el PP. ¿Pedir perdón? “Ya hemos pedido muchas veces”. Y autoabsolución final: “Aun así hemos ganado las elecciones. Porque los españoles entendieron que habíamos asumido nuestra responsabilidad. Y cada vez que el PP ha gobernado le ha ido bien a España”. Y todo esto, para acabar la terapia, sería un principio de placer de libro.
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