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Prohibida la música en directo en los locales de Santiago

La Ley de Espectáculos de Galicia prohíbe actuaciones en salas de conciertos, bares y pubs y pone en peligro el trabajo de 200 grupos en la capital gallega

Actuaciones musicales en las calles de Santiago.
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Silencio de puertas adentro. Los hosteleros de Santiago prescinden desde el pasado mes de abril de las actividades de ocio en sus locales; fundamentalmente, los conciertos de música en vivo característicos de la noche compostelana. El apagón musical envolvió la ciudad en el puente del primero de mayo, fecha en la que el sector confiaba en potenciar la actividad artística (musical y teatral) que atrae a los turistas a sus establecimientos. Los empresarios optaron por adelantarse en el cumplimiento de la primera Ley de Espectáculos públicos y actividades recreativas de Galicia, aprobada el pasado enero con los únicos votos del PP y que entrará en vigor el dos de julio, para evitar posibles sanciones de oficio: la nueva norma, que concede a la Xunta la competencia en el interior de los establecimientos, tumba la colaboración que mantenía el Ayuntamiento de Santiago con la Asociación Cultural Cidade Vella (del casco histórico) que, pese a la prohibición impuesta por un decreto del año 2005, autorizaba las actuaciones mediante convenios trimestrales. “Si la Xunta no lo corrige en el mes que queda para que entre en vigor la ley, se producirá “un cierre masivo de locales y de grupos musicales”, alertan los colectivos afectados. Un serio contratiempo, especialmente para la turística ciudad del Apóstol.

Interpretar música en directo en discotecas, pubs, karaokes y bares es ilegal en Galicia. La primera Ley de Espectáculos de que se dota la comunidad gallega autoriza la música enlatada en estos locales, pero no las actuaciones en vivo, aun en el caso de que alcancen los mismos decibelios. Y se da la paradoja de que los ayuntamientos, con competencia en la vía pública, pueden autorizar los conciertos en la calle, a las puertas de estos mismos locales, aunque ello solo sea factible con el buen tiempo. No es cuestión del volumen de ruido.

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“Esta ley supone un retroceso de unos 40 años”, clama el músico Valentín Caamaño, miembro de la directiva compostelana de la asociación Músicos ao Vivo. Asegura que en su trayectoria de 30 años, la práctica totalidad ejercidos en Santiago, jamás llegó a imaginar “que se pudiese llegar a esta situación”: la desaparición de una actividad de la que viven en torno a 800 músicos compostelanos y 3.000 en Galicia según el censo de la asociación. “Nosotros no queremos que se pueda hacer más ruido, ni que se amplíen los horarios ni se incumplan los aforos; solo pedimos que no se discrimine a los músicos y que en un local con licencia para música amplificada pueda actuar un cantante, un pianista o un grupo musical”, detalla Caamaño sus demandas.

Junto a los músicos, y a los actores que realizan actividades de cuentacuentos o microteatrro en estos locales, el resto de colectivos afectados -representados en la Asociación de salas gallegas de música ao vivo (Clubtura) y en la entidad cultural Cidade Vella- contaban con que la nueva ley modificase el Decreto de 2005, regido por un catálogo de actividades que prohibía la música en directo -no así la grabada- en estos establecimientos aunque cumpliesen todos los requisitos de insonorización. No obstante, la Xunta ha tardado 13 años en modificar el decreto y no ha tocado el Catálogo de espectáculos públicos por el que este se regía. “Pese a la transformación del sector y pese a que tenía la obligación de actualizar el decreto anualmente, el Gobierno gallego no ha introducido una sola modificación en estos 13 años”, afirma una fuente oficial del Ayuntamiento de Santiago. Lo ha hecho ahora, aprobando una ley que no ha acompañado de un nuevo listado, por lo que continúa vigente el anterior, “muy restrictivo con la música en directo”.

“Nos deja sin competencias para innovar o establecer nuevas categorías”, que puedan salvar la situación del sector, sostienen las fuentes municipales. El alcalde, Martiño Noriega, (de Compostela Aberta) ha reconocido la “preocupación evidente” que esto supone para un Ayuntamiento como el de Santiago, con “una dinámica cultural muy activa” por lo que, aunque la institución local “no ha sido invitada por la Xunta a participar en el desarrollo de la ley”, ha enviado igualmente sus propuestas. Reclama que se permita a los ayuntamientos “adaptar las categorías” a sus realidades, que la música en vivo pase a ser “un valor cultural”, que se incluya una “nueva categoría de bar con música en vivo” y que se definan conceptos como “actuaciones en directo, ambientación musical, amenización musical e hilo ambiental”.

El vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda, ha dado sin embargo por zanjada la cuestión reprochando a los regidores, en alusión a Noriega, que no “hayan hecho nada” hasta que les “ha pillado el toro” y ha tildado de “valiente” la ley porque, sostiene, “innova en muchas cosas y cubre vacíos legales de hace mucho tiempo”. “Si algún ayuntamiento no sabe ejercer su competencia, no es problema de la Xunta”, ha sentenciado.

Músicos y empresarios esperan aún que la Xunta reaccione y cuente con ellos en el escaso mes que queda para aprobar un nuevo catálogo “acorde al cambio producido” en el sector y que ponga fin a las “obsoletas” categorías que se contemplan ahora. No obstante, son pesimistas: “la Xunta nunca ha escuchado al sector de la música de Galicia y la ley fue redactada de espaldas al mismo”, sostienen. El colectivo urge a las instituciones local y autonómica a que, de forma urgente, “desbloqueen la situación de indefinición legal” de la música en vivo en la ciudad. “Necesitamos una ley que proteja nuestra actividad profesional”, demandan los músicos, mientras la asociación Clubtura expresa el convencimiento de que, si no se remedia, acabarán cerrando los locales.

No es solo la prohibición de la música en directo. Los empresarios alertan de que la nueva norma impide el acceso a los menores a los recintos en los que se despache cualquier tipo de bebida alcohólica lo que provoca “una diferencia sustancial entre las salas de conciertos y los restaurantes y cafeterías, a los que sí pueden acceder menores sin consumir alcohol”. En su opinión, la nueva normativa es “absolutamente irresponsable con el sector y, a diferencia de otras comunidades españolas que han solucionado esta cuestión, hará que una generación entera no pueda disfrutar de la música en directo en las salas de conciertos”. De momento, en Santiago, los músicos se quedan en la calle.

 

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