No era la madre de Luis Miguel, es Honorina Montes
La familia de Honorina Montes la dio por muerta en 1992. Casi tres décadas después la prensa la encuentra en Buenos Aires al confundirla con la madre desaparecida del cantante
Hace 24 años, San Julián de Bimenes, un pueblito asturiano de 300 habitantes, enterró simbólicamente a una de sus vecinas. El párroco ofició una misa y la humilde familia de Honorina Montes dio inicio a su luto. Nori, como la llamaban, llevaba dos años desaparecida. No renovaba sus documentos y no usaba su cuenta bancaria. Un primo policía siguió su rastro de Madrid hasta Toledo, pero allí se esfumó. Pasado tanto tiempo solo podía estar muerta, pensaron. Y guardaron sus cosas en el desván.
Casi tres décadas después de perderle la pista, un pelotón de paparazzis chilenos y argentinos ha desvelado, involuntariamente, que Honorina, ahora con 59 años, está viva. El cómo es una historia rocambolesca que a su hermano, Rubén Montes, un ex minero de 52 años que nunca ha entrado en YouTube, aún le cuesta entender. “Me dejó un poco descuadrado enterarme de que está viva después de todo este tiempo. Pasé tres días de los nervios”, cuenta mitad en castellano, mitad en bable.
El hallazgo se explica gracias al lanzamiento en Netflix de la serie sobre la vida del cantante mexicano Luis Miguel, que ha resucitado el fascinante papel de su madre, desaparecida misteriosamente en 1986. Tras el estreno, los programas de cotilleo lanzaron a sus reporteros a la calle en busca de pistas sobre el paradero de la bella Marcela Basteri. A ella no la encontraron, pero sí a una señora muy parecida –aunque cerca de 15 años más joven– que mendigaba en el centro de Buenos Aires. El hallazgo rellenó la parrilla de varios programas del corazón en los que se especulaba hasta con fisionomistas si esa mujer desdentada y española era la madre italiana del cantante. No era. Era Honorina.
Uno de los vídeos en los que la asturiana divaga, con un aparente trastorno mental, acumula medio millón de espectadores. La invención disfrazada de historia verosímil encandiló a los fans del cantante durante días. Pero entre los desvaríos de Honorina, vestida con gabardina oscura y sombrero, se colaron algunas expresiones en bable. Y para zafarse de los paparazzi, antes de tener que huir de sus calles habituales, les dice algo así como “que no soy la madre de nadie. Id a Bimenes, a Tuenes y preguntad”. Un detalle que no se le escapó a una joven de Gijón.
Fue esta chica, una devota de Luis Miguel, la que reparó en que la supuesta madre de su ídolo estaba hablando de un concejo a 40 minutos de su casa y envió los vídeos a una amiga de San Julián de Bimenes, una parroquia donde no se escucha mucho más que pájaros y los cencerros de las vacas. Esta, a su vez, se los mandó a su vecina Ana Martínez, que conoce a todo el pueblo. “Le pregunté a mi madre si sabía quién era y en seguida me dijo: ‘¡Pero si es la hermana de Rubenín!’ Era blanco y en botella”, recuerda la joven de 27 años. Ana se lo contó al matrimonio que regenta el bar donde pasa las horas el hermano de Honorina y la pareja, sin ponerle en antecedentes, le mostró el vídeo en el móvil. El hombre, ya de pocas palabras, se quedó mudo. “Al principio no entendía nada, ni qué tenía que ver ese vídeo conmigo, hasta que fui reconociendo a mi hermana. No me lo creía”, recuerda.
Ha pasado algo más de una semana desde que Rubén reabrió abruptamente la herida que le dejó la pérdida de su única hermana. Todo este tiempo le sirvió para borrar recuerdos y la pena que ahora le vuelven a atormentar. Al enterarse y antes de asimilarlo tuvo que tomar una decisión difícil que le deja un nudo en la garganta cada vez que llega a casa: ocultárselo a su madre. A los 84 años y con síntomas incipientes de demencia, mantiene que no quiere hacerla sufrir. Los vecinos sellan los labios cuando la ven. “Ahora vive muy tranquila. Si yo supiese que Nori va a querer venir pues sería el primero a decírselo”, defiende el hombre. Pero Rubén no sabe cómo su hermana va a reaccionar cuando sepa que su familia la espera. Ante la duda, de respuesta tan imprevisible como su propia historia, Rubén prefiere que su madre no tenga que darla por muerta dos veces.
Una denuncia de desaparición 26 años después
El hermano de Honorina, Rubén Montes, denunció el pasado viernes su desaparición 26 años después de perderle la pista. Es el primer paso para activar un protocolo que movilice al consulado español en Buenos Aires y lo lleve a encontrar a la asturiana.
La Oficina de Información Consular (OID), que ya fue alertada sobre el descubrimiento de Honorina, no da detalles específicos sobre el caso, pero informa de que el cuerpo diplomático en Buenos Aires puede intentar localizarla e identificarla con la colaboración de las autoridades argentinas. "En una situación de indigencia o peligro, además, se pide a los organismos locales que pongan en marcha sus servicios sociales", explican desde la OID. Si se diese el caso de que Honorina quisiese reencontrar a su familia en España –lo que no siempre ocurre en situaciones similares–, la asturiana podría volver a casa gracias a un proceso de repatriación.
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