ETA, la última banda terrorista de Europa
Otros grupos armados europeos como el IRA, la RAF y las Brigadas Rojas se disolvieron hace años
El anuncio este jueves de la disolución de ETA, no solo supone el final de la banda terrorista en España, también acaba con la presencia de los grupos armados europeos, cuyo auge tuvo lugar entre los años 70 y 80. Junto con la del País Vasco, el Ejército Republicano Irlandés (IRA), la Autodenominada Fracción del Ejército Rojo (RAF), en Alemania, y las Brigadas Rojas, en Italia, conformaron durante décadas las grandes bandas terroristas del continente, aunque con ideologías y motivaciones diferentes. Así fue la historia de cada una de ellas y su desaparición, tras la que dejaron miles de víctimas.
El precedente del IRA
El 28 de julio de 2005, el Ejército Republicano Irlandés (IRA) ordenó a todos sus militantes, en un histórico comunicado, que cesaran las acciones armadas y contribuyeran a alcanzar sus objetivos a través de medios exclusivamente "democráticos, políticos y pacíficos". Tres años después, en septiembre de 2008, el Gobierno británico concluía que el grupo armado ya no constituía una amenaza, después de que un informe de la Comisión Independiente de Observación del conflicto asegurara que el mando del IRA había “cumplido su compromiso” y ya no era “operativo ni funcional”. Atrás quedaban 30 años de conflicto que dejaron 3.600 muertos, la mitad de ellos atribuidos al IRA.
El fin de la violencia en Irlanda del Norte fue fruto de un largo proceso de paz. Conversaciones secretas entre ambos bandos a finales de los ochenta dieron paso a un alto el fuego del IRA, declarado en 1994, y a las negociaciones que se materializaron en 1998 en el Acuerdo de Viernes Santo, de cuya firma se cumplieron 20 años el pasado 10 de abril. Fue rubricado por los Gobiernos británico e irlandés, aceptado por la mayoría de fuerzas políticas norirlandesas y aprobado en sendos referendos por irlandeses y norirlandeses. A cambio de abandonar las armas, los republicanos lograron su plena integración en la vida política y la liberación, en un plazo máximo de dos años, de todos los presos que aceptaran esa renuncia a la violencia.
La RAF, el grupo que cayó con el Muro
Andreas Baader y Ulrike Meinhof fundaron a finales de los sesenta la Autodenominada Fracción del Ejército Rojo (RAF, por sus siglas en alemán), el grupo terrorista y anticapitalista que acabó con la vida de 34 personas.
La Baader Meinhof comenzó siendo un movimiento estudiantil y anticapitalista, que declaró la guerra a un Estado que consideraban una continuación del nazismo. Vietnam y el papel de la generación de sus padres en el Tercer Reich fue para aquellos jóvenes motivo suficiente para alzarse en armas a finales de los sesenta. Empezaron atacando objetivos capitalistas y robando bancos, pero en seguida comenzaron los secuestros y los asesinatos. Su popularidad inicial se tornó en rechazo a medida que las acciones armadas fueron cobrando intensidad.
El Estado alemán se empleó a fondo para dar caza a los terroristas. Ya a principios de los años setenta, la mayoría de los integrantes de la banda estaban encarcelados. La detención de los cabecillas no logró sin embargo desmantelar una organización, que dio sangrientos coletazos. En 1976, Ulrike Meinhof apareció ahorcada en su celda. Su muerte tampoco aceleró la disolución del grupo.
Un año más tarde, el terror de la banda alcanzó su punto álgido durante seis semanas, conocidas como “el otoño alemán”. Hanns-Martin Schleyer, director de la patronal alemana, fue secuestrado con el objetivo de intercambiar al rehén por la libertad de Baader y otros miembros encarcelados. En paralelo, un grupo armado palestino secuestró un avión de Lufthansa con destino a Mallorca y que acabó en Mogadiscio para pedir la salida de prisión de los terroristas alemanes. La liberación de los rehenes por parte de fuerzas especiales alemanas resultó un golpe mortal para la banda. Sus cabecillas acabaron cometiendo un suicidio colectivo en la cárcel de Stammheim, a las afueras de Stuttgart.
Aún así, los asesinatos en nombre de la Baader Meinhof continuaron durante los años ochenta. Finalmente, fue la caída del muro en 1989 y la consecuente pérdida de apoyo de la Alemania socialista la que asestó el golpe definitivo a la banda, que en 1992 anunció que dejaría de matar y en 1998 su disolución.
Las Brigadas Rojas y su disolución no oficial
Las Brigadas Rojas se fundaron en Italia en el año 1969, en un periodo convulso de reformas, inestabilidad y revueltas. La llama social prendió siguiendo la estela del mayo del 68 francés y al calor del Partido Comunista Italiano, pero se transformó en un grupo terrorista que asesinó a 84 personas entre 1974 y 2003. Tal y como sucedió con la Cosa Nostra, el grupo comenzó su autodestrucción con su golpe más mediático: el secuestro y asesinato de Aldo Moro, del que se cumplen ahora 40 años y que provocó el efecto contrario que esperaban. Un suceso que mantuvo en vilo a toda Italia – como sucedió en España con el concejal del PP de Ermua, Miguel Ángel Blanco, en 1997- y que despertó el rechazo de toda la sociedad y el inicio de su desaparición.
Pero a diferencia de ETA, las Brigadas Rojas no realizaron nunca una declaración formal de cese de la violencia. Los arrepentidos, que fueron desfilando ante los jueces ayudaron a desmantelar poco a poco la banda, pese a que en los noventa hubo un intento de reconstruirla con las Nuevas Brigadas Rojas, que protagonizaron dos asesinatos más (el último en 2003). La banda languideció y desapareció sin hacer ruido. Su jefe en Roma, el asesino confeso de Aldo Moro, Mario Moretti, pasó 14 años en la cárcel y salió en libertad condicional. Pasó a dirigir una ONG de reinserción de presos y escribió diversos libros. La banda no está disuelta oficialmente, pero no hay rastro de ningún pulso vital en la actualidad. Cinco de sus integrantes permanecen en la cárcel y se niegan a salir en libertad, pese a que podrían optar a ello.
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