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“El feminismo es que las chicas cobran menos y ahora van a hacer huelga”

Niños de un colegio madrileño de 5, 9 y 12 años debaten sobre la igualdad y las diferencias entre hombres y mujeres

Vídeo: CARLOS ROSILLO / EL PAÍS
Mónica Ceberio Belaza

¿Qué es el feminismo? “Que las chicas y los chicos a veces somos iguales”. “Que a lo mejor las chicas pueden hacer lo mismo que los chicos si quieren”. “Que las chicas ganan menos dinero y ahora van a hacer huelga”.

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¿Y hay diferencias entre los niños y las niñas? “Los niños tienen pene y las niñas vulva”. “Las chicas tienen tetas y bebés en la barriga y los chicos no”. “Los chicos pegan y son más brutos”.

Son las respuestas de un grupo de niños y niñas de tercero de Infantil en un colegio de Madrid, el Montserrat, a preguntas relacionadas con el Día de la Mujer. Tienen solo cinco años. Estudian en una escuela concertada, laica y perteneciente a la red de la Fundación Hogar del Empleado, de ideario progresista, que trabaja a conciencia las cuestiones de género. A pesar de ello, en las respuestas de los menores, y de sus compañeros de Primaria, queda patente la dificultad de erradicar en la práctica ciertos estereotipos de género que se van gestando a lo largo de los años. Y se ve cómo, incluso cuando su discurso es igualitario, su realidad cotidiana no siempre lo es. Por ejemplo, en el patio, donde los profesores han puesto en marcha un programa para que los chicos no ocupen todo el espacio.

“Las niñas ahora tienen posibilidades que antes no tenían”, reflexiona Ana Jiménez, una de las tutoras de Infantil. “Pueden hacer cualquier cosa, y está bien visto. Pero los chicos siguen limitados por la presión del fútbol y les cuesta imaginar otras cosas. Ahora, sobre todo, el problema lo tenemos con ellos”. En la escuela se ha instaurado un día sin fútbol, otro día sin balones, y quieren volver a juegos tradicionales, de suelo, que incluyan a todos y eviten esas imágenes tan habituales en los patios escolares de niños jugando al fútbol y niñas sentadas en un rincón.

Volviendo al aula, al grupo de Infantil le cuesta ver las diferencias entre niños y niñas más allá de la biología. Alguno dice que los chicos son más fuertes, más altos y más rápidos. Otro le reconviene: “Pues Paula corre más que los chicos”. Pero en cuanto se les pregunta lo que quieren ser de mayores, la clase se divide en dos rápidamente: futbolistas, policías y saltadores de piscina los niños; médicas, pintoras, profesoras, y enfermeras las niñas. La voz discordante la pone una chiquilla que quiere ser constructora de robots.

En la clase de 4º de Primaria, con niños de 9 o 10 años, hacemos una lista de cualidades de las niñas: “cariñosas”, “amables”, “guapas”, “majas”, “listas”, “nos cuidan”. Muchos, adjetivos relacionados con roles de amabilidad y cuidados. Cuando les toca a ellas definirlos, curiosamente, no dan adjetivos. Todas hablan de lo que ellos piensan de sí mismos. “Se creen muy guays”, “se creen mayores”, “se creen superiores”, “se creen más fuertes”. El único adjetivo que les dedican es “chulitos”. Cuando se les anima a definirlos más allá de lo que ellos creen ser, añaden: “algunos amables y otros muy brutos”, “bruscos”, “divertidos”, “a veces un poco abusones”, “deportistas”.

El tema del patio sale. Muchas dicen haberse sentido rechazadas por los niños en el recreo por el fútbol. “Una vez me dejaron jugar pero luego nadie me pasaba la pelota y me sentí muy mal”, dice una chica. Ellos se ríen cuando se les pregunta si juegan con muñecas —“es que no sé cómo se juega a eso”—, pero tampoco saben explicar muy bien por qué los Playmobil, que al fin y al cabo son también muñecos, sí les gustan.

Una niña opina que el machismo y el feminismo sí se parecen porque este último “a veces se pasa de la raya y quiere humillar a los chicos”. “Yo no quiero ni que los chicos ni que las chicas sean más poderosos”, responde a su lado Lola. “Quiero que seamos iguales. Eso es el feminismo”.

En la clase de sexto, la última de primaria, los adolescentes tienen los conceptos bastante claros. Saben lo que es el machismo y el feminismo, todos creen en la igualdad de derechos, en que cualquier discriminación por razón de sexo es injusta y se debe combatir, aseguran que juegan juntos en el patio… Dicen que salvo por las diferencias biológicas, los niños y las niñas se parecen muchísimo. Se indignan porque la tele ponga a veces partidos de tercera división de hombres y no de primera de mujeres. Aunque son conscientes de que la sociedad no es igualitaria: “las gradas del baloncesto femenino están siempre vacías, es que a la gente no le interesa”; “en los libros siempre el caballero tiene que salvar a la chica indefensa”; “los superhéroes van muy tapados y las superheroínas con escote y poca ropa”.

Bien, discurso igualitario asumido por todos. Vamos a por el test de profesiones. De nuevo, ellas quieren ser profesoras, abogadas (“para ayudar a los demás”), veterinarias (“para curar”), bibliotecarias (“para ordenarlo todo”), periodistas, profesoras y peluqueras. Una aspira a policía. Ellos, programadores, biólogos, pilotos, policías, futbolistas, atletas, jugadores de baloncesto…

- Las chicas habéis elegido casi todas profesiones para ayudar y cuidar..

- A lo mejor los gustos vienen desde que somos pequeñas, no sé.

- ¿Pensáis que vais a tener más dificultades en la vida por ser mujeres?

Todas, sin excepción, levantan la mano.

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Sobre la firma

Mónica Ceberio Belaza
Reportera y coordinadora de proyectos especiales. Ex directora adjunta de EL PAÍS. Especializada en temas sociales, contó en exclusiva los encuentros entre presos de ETA y sus víctimas. Premio Ortega y Gasset 2014 por 'En la calle, una historia de desahucios' y del Ministerio de Igualdad en 2009 por la serie sobre trata ‘La esclavitud invisible’.

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