El exdirector de Trabajo insiste en rechazar sus anteriores testimonios en los ERE
El secretario del tribunal interrumpe la lectura de interrogatorios: "Estoy medio afónico, no soy una máquina"
El exdirector general de Trabajo andaluz Javier Guerrero ha vuelto a rechazar esta mañana sus declaraciones anteriores prestadas en el juzgado durante el juicio del caso ERE. Guerrero ha seguido el guion trazado por su defensa para evitar las acusaciones contra la excúpula de la Junta de Andalucía, a la que hace siete años hizo conocedora del sistema de ayudas y su gestión del fondo, dotado con 855 millones entre 2001 y 2010.
“No lo ratifico por las mismas razones que ayer”, ha afirmado el ex alto cargo de la Junta ante el tribunal de la Audiencia de Sevilla sobre la lectura de su declaración judicial ante la primera instructora Mercedes Alaya, en marzo de 2012. En esta comparecencia salieron a relucir las acusaciones sobre su supuesto consumo de cocaína y alcohol en los peores años de su gestión al frente de la Dirección General de Trabajo andaluza (1999-2008).
“El exconsejero de Empleo José Antonio Viera va diciendo de mí que soy un indeseable, el expresidente de la Junta Manuel Chaves dice que no me conoce de nada y la portavoz del Gobierno Mar Moreno me pone a caer de un burro cada vez que puede (…) lo cual me escandaliza”, dijo hace seis años en el juzgado y se ha leído esta mañana.
Sobre las acusaciones de consumo de drogas, el exdirector de Trabajo rebatió en 2012: “No sé donde se compra cocaína, solo me gusta el Malboro y el gin tonic Beefater. ¿Usted cree que un cocainómano tendría mi capacidad mental?”, inquirió. Esta mañana Guerrero ha negado la mayor y no ha ratificado su testimonio anterior.
La tediosa lectura del interrogatorio de Guerrero hace seis años ante la juez Alaya ha tenido una brusca interrupción cuando su protagonista, el letrado del tribunal, Rafael Castro, ha protestado porque la consideraba inútil. “Yo no tengo por qué estar leyendo esto. No son declaraciones. No estoy dando fe de nada, son preguntas formuladas por el fiscal”, ha dicho con tono airado tras una hora de lectura del documento, ya incorporado a las actuaciones y que todas las partes poseen.
Ante la inusual protesta, los jueces han puesto cara de perplejidad y el presidente del tribunal ha preguntado a los fiscales si eran necesaria dicha lectura, y estos han respondido que sí sin apenas inmutarse.
Poco después, el secretario ha estallado: “Yo estoy ya medio afónico, no soy una máquina. Tengo derecho a un poco de agua”. Tras solicitar que una funcionaria le sustituyera en la lectura, la sesión se ha interrumpido de manera breve hasta que esta ha acudido al rescate y esta ha continuado la lectura de la declaración durante otra hora más.
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