Las espectaculares imágenes de las luminarias de Ávila
La localidad de San Bartolomé de Pinares celebra las tradicionales hogueras para purificar a más de un centenar de caballos en una tradición que se extiende desde hace dos siglos
Un jinete sale de las llamas de una hoguera, montado en un caballo blanco teñido de negro por las cenizas. No es la escena de una película de época, la imagen proviene de las tradicionales luminarias que se celebran cada año en San Bartolomé de Pinares (Ávila). Una veintena de hogueras fueron encendidas este martes en la localidad de 581 habitantes para purificar a los animales, en la víspera a los festejos de San Antonio Abad, el patrón de los animales.
Desde hace más de dos siglos, los vecinos de este pueblo purifican a los equinos por medio del fuego y del humo de las grandes hogueras repartidas en las calles de la localidad abulense. Estos creen que de esta manera ahuyentan a los malos espíritus y protegen a los animales de las epidemias.
Nadie sabe realmente cuál es el origen de esta tradición. Salvador Saez, de 64 años, profesor retirado de la localidad, cree que podría tratarse de una celebración pagana practicada por los celtas que vivieron en esta zona de Castilla y León, desde el año 1.000 a. C., retomada posteriormente por la Iglesia católica. Sin embargo, no hay registros escritos sobre su origen. “Todos hemos preguntado de dónde proviene esta celebración a nuestros padres y abuelos, y la respuesta ha sido ‘desde siempre’ ”, cuenta Saez.
A las 19.30 horas empezó el festejo en honor a San Antonio Abad con una misa. Cuando finalizó, el mayordomo –el encargado de organizar la fiesta– y sus ayudantes encendieron las veinte hogueras repartidas por las empinadas calles de la localidad. Tras la bendición del párroco a todos los caballos, iniciaron los saltos a las hogueras.
Pese a las bajas temperaturas y la nieve de las últimas semanas —este año la afluencia ha sido un poco menor que en años anteriores—, vecinos y visitantes llenaron la calle principal de esta localidad situada a unos 30 kilómetros al este de la capital abulense, apretujados alrededor del fuego. Los aplausos del público se entremezclaban con el crepitar de las ramas y los flashes de los fotógrafos, arremolinados en torno a las luminarias.
Después de recorrer durante más de dos horas las veinte hogueras distribuidas por el pueblo, los vecinos aprovecharon las brasas que quedaron para asar chorizo, morcilla, panceta o chuletillas, para reponer fuerzas y seguir festejando al patrón de los animales durante la madrugada.
Síguenos en Twitter y en Flipboard
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.