Un exsacerdote de Mallorca niega abuso sexual y atribuye la denuncia a un móvil económico
Los psicólogos forenses dan credibilidad al testimonio de la niña, que entonces tenía 12 años
"El padre de la menor me dijo que si no le daba 60.000 euros me destrozaría la vida y luego diría que he tocado a su hija". Antoni Cano, expárroco de la localidad mallorquina de Selva, atribuye a un móvil económico la denuncia por presunto abuso sexual a una menor de 12 años ocurrido en su domicilio de Es Calonge en febrero de 2015. El escrito de acusación relata que la menor se quedó a dormir en la residencia del cura y que durante la noche se metió en su cama porque tenía miedo de estar sola. La fiscalía sostiene que el religioso de 74 años le tocó la zona de la barriga hasta la ingle y que la menor tuvo que darle un codazo para que desistiera en su actitud hasta en dos ocasiones. Los psicólogos forenses dan credibilidad al testimonio de la niña.
El religioso ha negado los hechos y ha atribuido la denuncia a un móvil económico orquestado por el padre de la menor. Durante su relato ante el tribunal de la sección primera de la Audiencia Provincial que estos días juzga el caso, Cano ha admitido que la niña se quedó a dormir en su casa porque el padre le insistió en que tuviera una charla con ella tras la reciente muerte de su madre y la nueva situación familiar que tendría que afrontar, ya que el progenitor se había vuelto a casar y estaba esperando un hijo. El religioso ha mantenido que tuvo una charla de más de una hora con la menor, que no aceptaba a la nueva pareja de su padre, y que después se fue a dormir dejando a la niña frente al televisor.
"Al día siguiente fui a dar misa a unas religiosas y luego llevé a la niña con su padre", ha relatado el expárroco. Varias semanas después el padre de la víctima le propuso participar como intermediario en la venta de la casa que tenía en Es Calonge, según afirma, por una comisión de 60.000 euros. Finalmente, decidió ceder el inmueble a otra persona a cambio de una pensión de alimentos de por vida lo que provocó el enfado del padre: "Me amenazó con denunciarme si no le daba 60.000 euros, me dijo que me destrozaría la vida y que un juez creería antes a la niña que a mí". "Su padre me dio las gracias tres veces por hablar con la menor. Me dijo que era un ángel y que había logrado lo que él no había podido lograr", ha declarado el acusado.
Otras denuncias
El padre de la menor ha comparecido en segundo lugar y ha explicado que meses después del pasar la noche en casa del párroco, su hija le comentó que no quería volver porque el cura se había metido en su cama. "En ese momento no quise escuchar más y fuimos a poner la denuncia", ha dicho el progenitor, que ha desvelado que también sufrió abusos sexuales a manos de Antoni Cano hace 30 años "en un episodio que ya tenía olvidado en mi cabeza". De hecho, el padre puso en conocimiento de la Guardia Civil estos hechos junto con otra denuncia por presuntos abusos hacia su hijastro que fue archivada posteriormente por un juzgado de instrucción.
El testigo ha negado haber exigido dinero al párroco o haberle amenazado. "Ha sido duro porque en cierto modo no sé por qué después de 30 años esta niña ha pasado a manos de este señor. Esto son cosas que han sido muy difíciles de sacar de mí mismo y es una cosa que ella ha notado y se ha percatado de que quizás la he fallado en el aspecto de alejarla de esta situación", ha dicho el padre de la víctima, que aportó en la denuncia un testamento del religioso en el que figuraba como heredero de sus bienes "y que todos los jóvenes de los que ha abusado este señor tienen uno", según ha asegurado.
La menor ha declarado ante el tribunal a puerta cerrada. Posteriormente lo han hecho dos psicólogas que han tratado su caso y que se han ratificado en sendos informes en los que consideran que su relato presenta "un testimonio suficiente y es consistente y motivado". El párroco fue apartado de los oficios y de su actividad pastoral cuando se presentó la denuncia y el proceso contra él todavía continúa ante el Tribunal Eclesiástico.
Este es el segundo proceso que se sigue contra un sacerdote por abusos sexuales en Mallorca. En julio de 2016 el excura de Can Picafort, Pere Barceló, aceptó una condena de seis años de cárcel tras reconocer que violó más de una decena de veces a una niña de 10 años que frecuentaba su parroquia. El religioso ya había sido expulsado de la Iglesia en 2013 después de que el Tribunal Eclesiástico dictará una sentencia ante los "gravísimos" indicios de delito sexual. El sacerdote está actualmente cumpliendo la pena de cárcel en Palma.
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