Los pulpos de Navidad encienden el debate en Fuerteventura
La sustitución de los adornos tradicionales por criaturas marinas de material reciclado en las calles de Corralejo divide a los vecinos
¿Qué vínculo tienen un pulpo, un calamar o una medusa con la Navidad? El mismo que puede tener Papá Noel, un reno o la nieve con un destino turístico español de playa donde se superan los 20 grados de temperatura en pleno diciembre. Las luces navideñas de este año en el pueblo de Corralejo, Fuerteventura, se salen de lo común. Allí, el arquitecto canario Fernando Menis ha reciclado flotadores, botellas de plástico y churros de piscina abandonados por los turistas para insuflarles nueva vida como originales y coloridos animales marinos. Una iniciativa que ha recibido elogios y críticas.
Todo surgió meses atrás, mientras el arquitecto se alojaba en un establecimiento de esa localidad, una de las zonas turísticas más importantes de la isla. Observó cómo una gran cantidad de elementos que habían servido a los visitantes para disfrutar de sus jornadas de playa acababan en la basura. La invitación que recibió en esos mismos días por parte del alcalde de La Oliva (municipio al que pertenece Corralejo) de hacerse cargo de la iluminación navideña del pueblo, y que esta además fuera sostenible, le impulsó a poner en marcha su idea. Menis, uno de los arquitectos isleños con mayor reconocimiento internacional —autor de edificios como el auditorio CKK Jordanki de Torún (Polonia), por el que ha obtenido numerosos premios—, plasmó en las luces de Navidad de este rincón de Fuerteventura los mismos conceptos que se distinguen en el resto de sus obras: razonamiento y emoción. “En esta propuesta, la parte de razonamiento era el reciclaje; la de la emoción, el carácter de pueblo marinero y festivo de la localidad”, explica.
Sobre las calles más céntricas de Corralejo flota desde hace semanas la novedosa iluminación. Una veintena de calamares y pulpos de hasta 10 metros de diámetro y cerca de 700 medusas. Todos acompañados de llamativas luces led. Durante varias semanas de trabajo, Menis y su equipo aplicaron al material reciclado pinturas luminiscentes azules, naranjas y verdes, e introdujeron en los pulpos puntos de luz negra (como la de las discotecas) con la finalidad de realzar su efecto brillante. Para construir los octópodos de plástico contaron con 300 flotadores de todas clases: grandes y pequeños, redondos y en forma de estrellas, algunos con colores llamativos y otros transparentes, que fueron uniendo, a veces descartando, para darles las formas buscadas. Pero casi nada fruto de la improvisación. Cada pulpo, calamar y medusa a partir de su propio diseño y láminas a escala, no solo para facilitarles el trabajo a ellos mismos, sino para que sirvan también a otros diseñadores que quieran utilizar su técnica en cualquier otra parte.
Acogida desigual
El alcalde nacionalista (Coalición Canaria) de La Oliva, Isaí Blanco, apunta que desde que accedió al cargo, en mayo de este año, se ha propuesto poner en marcha acciones “con repercusión” que incidan en la proyección e imagen exterior del municipio. “Este es uno de los proyectos de los que más orgulloso me siento, en particular por la relevancia que ha tenido en revistas especializadas de diseño de todo el mundo y en televisiones, por ejemplo la ZDF alemana, que ha hecho un reportaje a nuestras luces de Navidad”, señala. Más allá de esa buena acogida en medios de comunicación y en las redes sociales, entre los habitantes de la localidad la recepción ha sido desigual. Lo reconoce Blanco y lo corrobora el presidente de la asociación local de comerciantes Empronor, Stefan Schroder: “Hay mucha gente del pueblo que está en contra, dicen ‘esto no es Navidad’ o que la iluminación ‘es muy rara’. Y entre los propios comerciantes hay división de opiniones, aunque a mí sí me gusta”, comenta.
Una de las posturas más críticas es la del Partido Popular, en la oposición municipal. Esta semana presentaron una moción para solicitar la devolución de los cerca de 18.000 euros que costaron las luces por el “daño” producido a la imagen de Corralejo. Tras ser debatida en el pleno de la corporación celebrado ayer, fue rechazada por el grupo de Gobierno. “En política nadie te aplaude nada y solo tratan de tirarte abajo lo que haces”, se queja el alcalde.
El arquitecto Fernando Menis ha dado una segunda vida a flotadores, botellas de plástico y churros de piscina abandonados por los turistas
Fernando Menis admite que puede haber quien no comprenda del todo su creación, y reconoce que hay que tener en cuenta las opiniones de los vecinos, recoger sus comentarios para el futuro porque considera esta iniciativa como un primer paso que puede evolucionar en siguientes ediciones, las lidere él o no. Pero defiende su propuesta ante los que la califican de poco navideña. Argumenta que ha pretendido una aproximación al mar con “una actuación no estándar” frente a las imágenes asociadas a la tradición de Navidad nórdica dominante. “Los renos son nuestros pulpos”, enfatiza. Reafirmando su convicción, y para el caso de que haya que retomar el proyecto el año que viene, ya ha recopilado chanclas, cubitos de playa y flotadores con formas de pelícanos y cocodrilos.
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