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Santi Vila pide una dinámica de alto el fuego para buscar una salida en Cataluña

El 'exconseller', Piqué, Batet, Girauta y De Carreras debaten en el Club Siglo XXI sobre la situación catalana

Meritxell Batet, Francesc de Carreras, Juan Carlos Giratua, Josep Piqué, Santi Vila y Xavier Vidal Folch.Foto: atlas | Vídeo: J.J. GUILLÉN (EFE) / ATLAS
Miquel Alberola

Hacer política, celebrar las elecciones convocadas para el 21 de diciembre y aportar distensión y empatía son las fórmulas sugeridas por la mayoría de los participantes en el debate celebrado este lunes en el Club Siglo XXI, en Madrid, para buscar una solución a la congestión creada en Cataluña tras los acontecimientos vertiginosos de los últimos meses, que han llevado a la declaración unilateral de independencia y a la aplicación del artículo 155 de la Constitución.

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Moderados por el periodista Xavier Vidal-Folch, el debate, en el que han paticipado la socialista Meritxell Batet, el catedrático de Derecho Constitucional Francesc de Carreras, el diputado de Ciudadanos Juan Carlos Girauta, el exministro Josep Piqué y el exconseller Santi Vila, ha abordado el horizonte que se abre a partir de este momento en el que la aplicación del precepto constitucional ha frenado la convulsión institucional catalana, así como el impacto social y económico causado.

Vila, que se desmarcó del Govern el día antes de la declaración de la independencia, se ha esforzado en proyectar su imagen de moderado y ha abogado por “entrar en una dinámica de distensión, de alto el fuego” para rebajar los sentimientos y tratar de empatizar con los desafectos. “Aportemos razón y no sentimiento y emoción. Si no, utilizaremos la cabeza para embestirnos y no para pensar”, ha defendido. El exconseller de Empresa catalán ha confirmado que no se presentará a las elecciones catalanas "por razones éticas", porque compañeros suyos en el anterior Govern de la Generalitat están en prisión.

El exministro Piqué, por su parte, ha propuesto “hacer política” para encontrar una salida y ha admitido que no se ha explicado suficientemente bien el proyecto de España como un proyecto atractivo para los catalanes. Asimismo, ha subrayado que ha habido “un exceso de política” con “el famoso monotema”, en el que se ha tratado de subsumirlo todo y relacionarlo con la secesión en “una burda simplificación”. Piqué ha llamado a hacer la política entre todos, esgrimiendo en positivo los argumentos y con objetivos cohesionadores. Y ha puesto el énfasis en el colosal crecimiento del independentismo, que era un sentimiento minoritario, en los últimos años. “Algo ha sucedido para que el independentismo haya crecido”, ha incidido apelando a reflexionar sobre ello. Como remedio, ha propuesto “convencer a ese 25% de independentistas sobrevenidos de que España es el mejor negocio que pueden tener los catalanes”.

La portavoz parlamentaria socialista Batet ha puesto todas sus esperanzas en la celebración de los comicios del próximo 21 de diciembre. Van a servir para encontrar una solución al problema”, pero ha advertido de que serán cruciales las voluntades con las que acudan los partidos. “Si encallan en los reproches, no avanzaremos”, ha prevenido. Estas elecciones, ha ponderado, “no van de marcar posición en ámbito de confortabilidad, de a qué grupo se pertenece, de fortificarse en una huida hacia delante. Sino de tolerancia, transversalidad, de capacidad de llegar a acuerdos”.

Girauta, portavoz de Ciudadanos, también ha apuntado a las elecciones como el primer paso para recuperar la normalidad en Cataluña después de la hemorragia de empresas y de que las dos principales entidades bancarias catalanas hayan trasladado su sede social a Valencia y Alicante. Para revertir esa situación, a la que augura un agravamiento porque a las sedes sociales seguirán los centros de producción, ha propuesto trabajar por restablecer la estabilidad política y la seguridad jurídica. Para ello, ha considerado que “la única posibilidad” es llegar al gobierno de la Generalitat, lo que permitirá “cambiar el carácter propagandístico” de los medios públicos catalanes y que el sistema de educación no sea monolingüe sino trilingüe.

Algo que también ha considerado clave el catedrático Francesc de Carreras, que ha señalado que ”al nacionalismo catalán se le tiene que ganar en las urnas”. De Carreras se ha mostrado “contento” de que después de haber forzado la legalidad los miembros del Govern estén sometidos a un proceso penal. En ese sentido, ha destacado que en la lectura de los autos de la juez Carmen Lamela “había civilización occidental, liberalismo y razón”.

Pero Cataluña no es una discusión entrañable, como lo fue Barcelona para Josep Pla. Se ha convertido en una controversia áspera y lo es aun cuando los participantes en el debate pudieran compartir posiciones genéricas. Así lo han evidenciado los intercambios eléctricos entre Girauta, Batet  y Vila, a menudo por disputa enmarcable en la campaña electoral o por, en el caso del exconseller, haber acompañado al Govern en sus decisones hasta la independencia. Pero también los reproches de Piqué y De Carreras.

El exmiembro del Govern, que ha querido ceñirse a un debate de fodo que abriera nuevas posibilidades para salir de la situación y no entrar al debate político que le planteaban tanto Girauta como algunas preguntas del público, ha renegado del fatalismo al que parecen abocadas las relaciones entre Cataluña y el proyecto de España. Pero ha hecho hincapié en que el problema, que estaba razonablemente resuelto, sigue latente: "El consenso de la idea de España se ha roto en Cataluña". En ese sentido, ha mantenido que "el orden constitucional no colma las aspiraciones de dos millones y medio de catalanes". Vila ha reclamado capacidad crítica a todos y ha sostenido que de la última legislatura, que en Cataluña "ha sido absolutamente distorsionada por la extrema izquierda", nadie se podrá sentir satisfecho. Con todo, ha apelado a no resignase y pensar  que la situación a la que se ha llegado "es una fatalidad española". "El futuro no está escrito", ha esperanzado.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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