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“No hay relevos en ‘el Piolín”

Los guardias civiles hospedados en el barco desde el 21 de septiembre no serán sustituidos y les han suspendido sus días de permiso

Patricia Ortega Dolz
El barco Moby Dada, con el dibujo de Piolín, en el puerto de Barcelona.
El barco Moby Dada, con el dibujo de Piolín, en el puerto de Barcelona.Agustí Ensesa

Después de más de un mes nada ha mejorado en el barco Moby Dada, más conocido como el Piolín por el dibujo animado que decora su casco. Los cerca de 800 guardias civiles, de los casi 3.000 que fueron desplazados a Cataluña con motivo de la celebración del referéndum independentista de 1 de octubre y que se alojan en sus camarotes —hay también un pequeño grupo de policías nacionales—, llevan desde el 21 de septiembre viviendo en lo que ya definen algunos como "una cárcel flotante". A la retahíla de carencias ya denunciadas —atascos en las cañerías, comidas repetitivas y deficitarias, ausencia de entretenimientos, falta de higiene, espacios escasos, disfunciones de las instalaciones, etc.— se suma ahora la imposibilidad de ser relevados e incluso, según las órdenes de los últimos días, se han suspendido los cinco días de permiso que hasta ahora les venían concediendo.

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El tiempo y esas condiciones pensadas para una estancia temporal pesan en los agentes en un momento en el que nadie sabe —menos aún ellos mismos— cuál será su papel si el Gobierno aplica finalmente el artículo 155 de la Constitución o si el Govern declara la independencia de Cataluña de manera unilateral. En la Policía Nacional, sin embargo, los relevos comenzaron el martes y se completaron este jueves, en todas las especialidades desplazadas (Unidades de Intervención Policial —UIP—, Unidades de Prevención y Reacción —UPR—, de Seguridad Ciudadana, de Información y de Policía Judicial) con policías procedentes de toda España y en un alto porcentaje, de Madrid. En total, el Ministerio del Interior desplazó de manera progresiva a cerca de 6.000 agentes a Cataluña con motivo del desafío independentista.

"El permiso de cinco días que se empezó a dar hace unos días, se ha paralizado por la situación actual", señala en un mensaje un guardia civil alojado en el Piolín, y lo acompaña de varios emoticonos de desconcierto y asombro. "Solo han podido disfrutar de esos cinco días varias unidades de los Grupos de Reserva y Seguridad (GRS) y las Unidades de Seguridad Ciudadana de las Comandancias (Usecic) de Madrid y Sevilla, únicamente", apunta.

Según la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), que hace las veces de sindicato en un cuerpo en el que no están permitidos, no hay relevos porque no hay con quién relevar a los agentes: "En la Policía tienen más efectivos que nosotros, los nuestros están todos en Cataluña, Ceuta y Melilla", señalan.

Según algunos de los guardias del Piolín, "en las GRS sí ha habido algún relevo"; "En algunas comandancias hay listas de voluntarios para sustituirnos y no lo hacen, nadie entiende por qué", dice un guardia procedente de una Usecic.

Los "pobres del cuerpo pobre"

Los agentes procedentes de Unidades de Seguridad Ciudadana de las Comandancias de diferentes provincias que se alojan en el Piolín suman entre 300 y 350, según fuentes del barco. Es decir, son aproximadamente la mitad de los guardias civiles allí hospedados. Sin embargo, son los más castigados en estas circunstancias excepcionales prorrogadas sine die, ya que desde el Ministerio del Interior siguen manteniendo que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado permanecerán allí "mientras sea necesario".

"Lo mismo hacemos servicios de seguridad de objetivos importantes —una entrada del Aeropuerto, una garita de un cuartel—, que vigilancias en el barco", cuenta un agente de esos cuerpos que prefiere no revelar su procedencia. "Entre un servicio y otro, hacemos Piolín", señala otro, que además recuerda las condiciones en las que se hacen esas guardias de ocho horas, en garitas sin ningún tipo de acondicionamiento —"ni agua, ni mesa, ni silla, ni termo"—, a pleno sol. "Ni las GAR ni las GRS hacen este tipo de vigilancias, aunque comparten barco con nosotros", relatan. "Somos los pobres dentro del cuerpo pobre", dicen.

"En los servicios no hay ningún patrón", señala otro guardia. "No hay horarios definidos para hacer deporte o tener tiempo libre, ni una rutina de trabajo: lo mismo haces dos servicios de noche y entras de mañana, o de tarde, o repites turno o lo que sea. Pero todos los días tenemos algo de servicio y, si no, ese día estás de localización, por lo que no te puedes ir lejos por si hay alerta o aviso". 

Mientras la situación en Cataluña se encona por minutos, centenares de guardias acumulan días de vida en un barco del puerto de Barcelona con escasa información y con la obligación de estar listos para salir en cualquier momento con el cometido que sea.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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