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Primera manifestación en Baleares contra la masificación turística

Una cincuentena de entidades sociales salen a la calle en Palma bajo el lema “Hasta aquí hemos llegado”

Lucía Bohórquez

Varios miles de personas han salido este sábado a la calle en Palma para protestar contra la masificación turística en la que se ha convertido en la primera protesta contra el exceso de visitantes de la historia de Baleares. Una cita convocada por una cincuentena de entidades sociales, cívicas y ecologistas agrupadas en la plataforma 23-S que llega apenas dos meses después de las reformas impulsadas por el Gobierno de Francina Armengol, cuya Consejería de Turismo está en manos de la formación ecosoberanista Més per Mallorca.

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Grupos de jóvenes, familias y mayores han marchado desde la Plaza de España hasta el Paseo del Borne en un recorrido en el que no han participado políticos, ni siquiera representantes de Podemos -socio externo de PSOE y Més en el Gobierno autonómico- que habían avanzado su intención de acudir a una convocatoria en la que los participantes han exigido poner coto al turismo de masas con lemas como ‘Sin límites no hay futuro’ o ‘Masificar perjudica seriamente la salud’.

La portavoz de la plataforma que agrupa las entidades, Margalida Ramis, ha explicado minutos antes del inicio de la marcha que la manifestación pretende protestar contra la masificación y exigir medidas para limitar la llegada de visitantes al archipiélago, que superan los 12 millones anuales. “Se vive una sensación de saturación evidente en las playas, carreteras, puertos y aeropuertos” ha denunciado Ramis, que considera que la situación deriva posteriormente en consecuencias como la explotación laboral, la degradación de los espacios naturales y la dificultad de acceso a la vivienda. “Reclamamos medidas a un Gobierno de izquierdas que se supone tiene claras las ideas con respecto a la conservación medioambiental de las islas” ha subrayado.

“Hay un enorme exceso de gente, de suciedad y de poco sentido común por parte de turistas y de los negocios que viven de ello” afirmaba María, una jubilada que charlaba con su amiga Antonia antes del inicio de la manifestación. Para ambas es necesario poner límites a esta actividad y sobre todo “educar vigilar y sancionar” porque creen que las islas ya están al limite de sus recursos.

Un sentimiento muy parecido al de Carmen y Carla, dos chicas jóvenes que creen que las consecuencias del Turismo desenfrenado puede limitar en el futuro su intención de emanciparse y de encontrar un trabajo de calidad. Para Carmen, los turistas “se están comiendo Mallorca” mientras que Carla lamenta que por las calles “no se pueda ni andar” y sean pocos a los que se escuche hablar idiomas diferentes al inglés o el alemán.

Turistas comprensivos

Una protesta que entienden algunos de los turistas que seguían la música de los tambores en la plaza y esperaban con curiosidad el comienzo de la marcha sin saber muy bien qué ocurría. “Tiene que ser difícil convivir con tantos turistas” reconocía Julia, una visitante alemana que ya ha veraneado en Mallorca con sus amigos en varias ocasiones porque le gustan sobre todo “la comida y el clima”. “No me siento enojada porque la gente se manifieste en contra del exceso, creo que es normal que se quejen” afirmaba.

Una visión parecida la que manifestaban Javi y Bittor, dos excursionistas de Dima (Vizcaya) que pasaban por la Plaza de España con las mochilas y los bastones de senderismo. “No entiendo qué mallorquín puede tener un proyecto de vida digno con unos terrenos y unas viviendas con precios que solo pueden pagar los alemanes, la gente de fuera de Mallorca no tiene ni idea del precio que tiene el suelo aquí” lamentaba Bittor, que se mostraba partidario de regularizar la llegada de visitantes de alguna manera. “Es que hay una auténtica colonización” apostillaba su amigo, que advertía de que en otras zonas que le son más cercanas, como el centro de San Sebastián, “está empezando a pasar lo mismo”.

Una problemática, la del exceso de turismo, que no todos los visitantes han palpado. Así lo afirmaba Eric, un turista danés que junto con su esposa está pasando sus vacaciones en el municipio costero de Calviá y que se mostraba sorprendido al conocer los motivos de la protesta. “No entiendo cómo se puede protestar contra el turismo que genera riqueza” explicaba extrañado afirmando que tras visitar multitud de destinos en el mundo no ha encontrado que Mallorca esté especialmente saturada.

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Sobre la firma

Lucía Bohórquez
Colaboradora de EL PAÍS en las Islas Baleares. Periodista de la Cadena SER en Mallorca desde el año 2008, donde se ha especializado en temas de tribunales. Estudió Periodismo en la Universidad del País Vasco.

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