El nuevo juicio a Pablo Ibar arrancará en marzo
El español, que pasó 16 años en el corredor de la muerte, confía en quedar libre en 2018


El nuevo juicio a Pablo Ibar ya tiene fecha de inicio, el próximo 5 de marzo. En una vista preliminar celebrada en Broward (Florida) este lunes la juez Lisa Porter fijó el día con firmeza, recalcando ante la Fiscalía –que venía demorando el proceso– que es el caso criminal sin resolver más viejo de su corte y su resolución es “prioritaria”. Ibar, de 45 años, estadounidense de origen español, lleva preso desde 1994 acusado de un triple homicidio del que se declara inocente. Desde 2000 estuvo en el corredor de la muerte y en 2016 el Tribunal Supremo de Florida anuló su condena porque se demostró que el abogado que lo había defendido era adicto a las drogas. Desde el año pasado Ibar está en una cárcel común, ansioso por someterse a un “juicio justo” y “con confianza” en ser absuelto, según dijo en la corte su padre, Cándido Ibar.
Porter asumió el caso este mes y es especialista en casos complejos. De cabello corto, seria, se mostró atenta y dialogante con ambas partes –fiscales y abogados– pero sin dar pie en lo más mínimo a que el curso del proceso se dilate, comprometiéndose a trabajar en él “de lunes a viernes desde la mañana hasta la noche”. El abogado de Ibar, Benjamin Waxman, se mostró “satisfecho” con la actitud de la jueza.
“Estamos impacientes por ir a juicio. Estamos listos. Existe una tonelada de evidencia de que nuestro cliente no es culpable”, dijo el letrado, de un pretigioso bufete local. La defensa de Ibar para este nuevo juicio cuesta la friolera de 1.300.000 dólares. A la familia le faltan unos 300.000 por reunir y la Asociación Pablo Ibar está haciendo una campaña de crowfunding (donaciones por internet). Los principales apoyos del preso son los Gobiernos vasco y español. Su padre es del País Vasco, es hermano del fallecido boxeador Urtain (1943-1992) y llegó a Florida en los sesenta como jugador de pelota, un deporte tradicional vasco conocido a este lado del Atlántico como jai alai.
Pablo Ibar asistió a la vista esposado, con grilletes en los pies y un uniforme de preso a bandas negras y blancas. Fuerte, pelo corto, barba delineada, el acusado siguó la vista sentado en la esquina de la pequeña sala, junto a la única ventaba que daba al exterior, concentrado y abrazando una carpeta atiborrada de documentos. Hubo un momento en el que, inquieto por un detalle de su laberíntico caso, que después de 23 años de cárcel y tribunales conoce hasta la última coma, Ibar hizo por pedir la palabra –“¡Su señoría…!”–, pero su abogado se acercó a hablar con él y al final no intervino.
Finalizada la vista, Ibar fue trasladado de nuevo a la quinta planta de la prisión de Broward. Una hora después su padre lo visitó, aunque no lo puede ver en persona sino a través de un circuito cerrado en una pantalla. Al salir comentó que si bien “el juicio está aún por celebrar” su hijo “está con buenas expectativas y buen ánimo”, y dijo que le había pedido “que trasladase a los españoles su solidaridad por el atentado terrorista de Barcelona”. “Lo vio en la tele de la cárcel y le afectó”, contó Cándido, que también está ilusionado ante la posibilidad de que su hijo recupere la libertad. Los abogados estiman que en primavera o en verano debería haber una resolución final del juicio, que contará con un jurado popular de 12 miembros y en el que la Fiscalía volverá a solicitar la pena de muerte –pese a que nunca ha presentado evidencias científicas que demuestren su culpabilidad y se basa en un conjunto de testimonios que la defensa considera muy débiles–. “No quiero pensar en ninguna otra opción que la absolución. Es nuestro momento y vamos a por todas”, afirmó su padre.
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