_
_
_
_

Cuando Guam era una isla española

El pequeño enclave del Pacífico estuvo bajo dominio español durante más de 200 años

José Manuel Abad Liñán
Exterior del Museo de Guam en Agaña, la capital de la isla, construido cerca de la primera misión cristiana.
Exterior del Museo de Guam en Agaña, la capital de la isla, construido cerca de la primera misión cristiana.Tassanee Vejpongsa (AP)

En 1521, Guam, la colonia estadounidense amenazada por Corea del Norte, apareció ante los ojos de los marineros de Magallanes como un paraíso con agua y fruta. Llevaban meses de dura travesía por el Pacífico y la desnutrición y el escorbuto ya habían hecho mella en la tripulación. De algún modo, esa siguió siendo la función de las Marianas todos los años que estuvieron bajo dominio español: la de oasis donde avituallarse en la ruta del galeón de Manila que cada año partía de Acapulco a Filipinas.

De paso al archipiélago también llegó a Guam en 1565 la expedición de Miguel de Legazpi: pisó la mayor de las islas de los Ladrones, como se denominaron en principio las Marianas, antes de seguir camino al Este y fundar Cebú y Manila. Y en 1668 arribaron los primeros misioneros jesuitas españoles, como Luis Diego de San Vitores.

Más información
El drama del aborto en América Latina
Facebook y las mentiras electorales
¿Estar desnudo es una ideología?

Agaña, la capital de Guam, recibe el estatuto de ciudad en 1686 y se convierte en la primera urbe occidental de Oceanía. Carlos Madrid, historiador especializado en la presencia española en Filipinas y Oceanía, recuerda la crudeza de la guerra de conquista y el daño a la población por los males que traían consigo los occidentales. “Hubo mucha despoblación por las enfermedades que portaban los conquistadores”, apunta. La viruela y la gripe se cobraron miles de víctimas. La población local, más de 50.000 personas, quedó en 3.000.

Con los primeros matrimonios mixtos, los locales emparentaron con los recién llegados europeos, americanos y asiáticos, lo que dejó huella en costumbres, comidas y bailes, en nombres, apellidos y topónimos. Pero Guam fue siempre un lugar remoto de la Monarquía española. “No tenían apenas comunicación con el resto de territorios; se enteraban de los acontecimientos con años de retraso”, incide Madrid. “La Corona intentó repoblar la isla con españoles, mexicanos y filipinos, de lo que ha resultado una cultura muy criolla”. Con el aislamiento, en la Administración local cundieron casos de corrupción.

Hija de aquel encuentro de culturas es una peculiar lengua nacida del contacto del idioma malayo-polinesio de los locales y el castellano, que creyeron entender "chamorro" cuando los aborígenes les decían cómo se autodenominaban. El chamorro es cooficial en Guam desde 1974 y aún lo hablan 60.000 personas, aunque diezmado por el mayor prestigio del inglés. 

El chamorro, una lengua mixta con el español, es cooficial en la isla desde 1974 y aún la hablan 60.000 personas

Más o menos la mitad de sus términos son originarios del castellano. “Los habitantes de Guam están muy orgullosos de su lengua, aunque solo son conscientes vagamente de sus orígenes españoles”, apunta Rafael Rodríguez-Ponga, secretario general del Instituto Cervantes y especialista en el idioma.

Guam, el resto de las Marianas y las Carolinas dejaron de ser españolas en 1898. Tras el Tratado de París de aquel año, pasó a manos de EE UU, cuya Marina gobernó las islas con mano de hierro durante años. Con todo, “la legislación de España estuvo vigente aún veinte años, y un periódico local se publicaba en inglés y en español”, recalca Madrid.

Dimensiones de la isla de Guam en comparación con Lanzarote (mapas a la misma escala).
Dimensiones de la isla de Guam en comparación con Lanzarote (mapas a la misma escala).Utilio

En la memoria del Desastre del 98, Guam no se ha mantenido viva como Cuba, Puerto Rico o Filipinas. Rodríguez-Ponga lo atribuye a su menor tamaño e importancia; Madrid, a que para entonces era provincia de Filipinas y se daba por incluida en la pérdida del archipiélago.

Un recorrido histórico por Agaña mantiene vivo el legado del pasado, a pesar de los enormes destrozos que causó en la ciudad la II Guerra Mundial. Toni Leon Ramirez, historiador de la Oficina de Preservación Histórica, destaca la catedral del Dulce Nombre de Maria, levantada sobre el lugar donde se ubicó la primera misión de los jesuitas, el fuerte de Santa Agueda y la Plaza de España. En la ortografía también queda un legado: las tildes desaparecieron del chamorro, pero sí se conserva la eñe.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

José Manuel Abad Liñán
Es redactor de la sección de España de EL PAÍS. Antes formó parte del Equipo de Datos y de la sección de Ciencia y Tecnología. Estudió periodismo en las universidades de Sevilla y Roskilde (Dinamarca), periodismo científico en el CSIC y humanidades en la Universidad Lumière Lyon-2 (Francia).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_