El “orgullo” de arrancar cabezas de ganso para el santo patrón
El Carpio de Tajo ha celebrado este martes sus "tradicionales" carreras, consistentes en descabezar estas aves a caballo mientras cuelgan de una cuerda
El sonido de la dulzaina y del tambor rompe con el silencio que inunda las vacías calles de El Carpio de Tajo a las siete menos diez de la tarde de este martes. Dos mozos a pie, instrumentos en mano, encabezan la procesión de 19 jinetes que enfila hacia la Plaza de España de este pueblo toledano, donde medio millar de personas aguarda la llegada de los caballistas de la Hermandad de Santiago. Entre ellos, bajo un sol imponente, marcha al trote José Antonio Segovia, un militar de 53 años que minutos después arrancará los aplausos del gentío. Será cuando, tras fijar la vista en el cuello de un ganso que pende de una cuerda por las patas, inicie una carrera de más de veinte metros, extienda el brazo y agarre del gaznate al animal hasta que su peso y el impulso desgajen la cabeza del ave del resto del cuerpo. Entonces, los vítores se multiplican. Y llegan los besos. Y las felicitaciones. Aquí, en este municipio de 2.000 habitantes, están de fiestas.
"Para nosotros es una tradición y un orgullo", cuenta Segovia sobre las denominadas carreras de gansos, una práctica que arrastra las críticas de los colectivos animalistas; que forma parte de las Fiestas Patronales celebradas en honor de Santiago Apóstol cada julio; y que consiste en pasar a caballo por debajo de una cuerda, de donde cuelgan las aves, para intentar descabezarlas. Los animales actualmente están muertos. Aunque, hace años, los ponían vivos. "Se entendió que era innecesario que sufrieran y ahora se les sacrifica antes", explica el jinete, apostado ante la puerta de la Parroquia de San Miguel Arcángel, de cuyo campanario cae un pendón con la Cruz de Santiago. A apenas unos metros, sobre la fachada del templo, también luce un enorme cartel con la imagen del santo y un lema: Fe y tradición. "Mi padre fue corredor y espero que mi hijo y mi hija también lo sean", remacha el militar.
Según explica el Ayuntamiento, estos festejos se llevan convocando desde hace más de 400 años. "Los primeros estatutos de la Hermandad de Santiago, de esa época, ya los menciona. Aunque sus orígenes podrían remontarse al medievo", subraya el Consistorio sobre unas celebraciones que giran, primero, en torno a tres tandas de carreras de jinetes —convocadas a las diez de la mañana, a la una y a las siete de la tarde—. En estas tres citas, los caballistas atraviesan en pareja y a toda velocidad la plaza. "Deben demostrar su arte ecuestre abrazándose por el hombro e intentando que los caballos vayan lo más parejo y rápido posible", detalla la administración municipal.
Pero, una vez concluida la carrera de las siete, llega el plato fuerte: el descabezamiento de gansos. Este martes, el reloj marca las 19.42 cuando dos grupos de operarios empiezan a cavar en la arena vertida sobre la calzada de la plaza. En apenas unos minutos, levantan dos largos postes de madera separados por seis metros y los unen con una gruesa cuerda. A continuación, atan al primer animal y lo alzan hacia al cielo, donde comparte espacio con pequeñas banderas de plástico de España, de Castilla-La Mancha y de la Unión Europea. Entonces, la expectación se multiplica y las miradas se desvían hacia el primer jinete, que ya corre hacia su objetivo. Al primer intento, le desgaja la cabeza. Y el caballista se besa los dedos y señala a las nubes con ellos. Y la banda de música del pueblo, apostada en el balcón del Ayuntamiento, empieza a tocar el himno nacional.
Denuncias de los animalistas
Las fiestas de El Carpio de Tajo se han celebrado este martes sin ningún tipo de incidente. Aquí, en este pueblo a 40 kilómetros de Toledo, viven ajenos a las denuncias de los colectivos animalistas, que pusieron hace años la vista en las carreras de gansos. "Es una actividad arcaica e innecesaria", subraya Silvia Barquero, presidenta de Pacma. "Sacrifican animales con el único fin de que sirvan como trofeos a los participantes. No cabe en la cabeza de nadie que alguien se divierta así en el siglo XXI", remacha la líder de un partido que impulsó las intensas y dilatadas protestas que acabaron en 2016 con el Toro de la Vega, un torneo de origen medieval celebrado en Tordesillas (Valladolid) cada septiembre, consistente en perseguir y alancear a un morlaco hasta la muerte.
"La sensibilidad de todos los que vivimos en este país es muy diferente al paradigma que esta práctica absurda, violenta y escudada en la tradición nos ofrece", añade Carmen Córdoba, una alicantina que se ha propuesto combatir las fiestas de El Carpio y que recogió 135.000 firmas a través de la plataforma Change.org para pedir su prohibición. El listado lo entregó el pasado junio en la subdelegación del Gobierno de Castilla-La Mancha.
Una polémica calificada como "artificial" por el alcalde del municipio, Germán Jiménez. El regidor insiste en la tranquilidad con la que que se desarrollan las carreras de gansos y añade que cuentan con el respaldo mayoritario de un pueblo que ya se enfrentó con los animalistas hace tres décadas. Entonces, perdió. "El descabezamiento de los gansos vivos en las fiestas de Santiago, prohibido por el Gobierno Civil de Toledo a primeros de los años setenta, fue restablecido. Pero esta costumbre fue denigrada por la opinión pública nacional. A instancias de la Sociedad Protectora de Animales, se levantó tal polvareda que el Gobierno la prohibió tajantemente en 1983", recoge el libro Historia de El Carpio de Tajo, editado por la Diputación de Toledo en 1989.
A las 20.57 vuelven a resonar los aplausos en la Plaza de España. El espectáculo ha concluido. Y los caballistas, tras dejar atrás 21 gansos descabezados —alguno de ellos, tras casi 20 intentos— y recoger una pica que les ha regalado el Ayuntamiento a cada uno, enfilan hacia la casa del próximo Hermano Mayor. Él portará el pendón de la hermandad en las fiestas de 2018. "Muchas gracias", dice emocionado: "Espero que el próximo año disfrutemos, al menos, tanto como este". Y los jinetes ponen punto final a la celebración: "¡Viva Santiago!", gritan.
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