Los ‘apagafuegos’ del Gobierno explican sus trucos
Méndez de Vigo, Rubalcaba, Conde y otros portavoces del Ejecutivo describen su labor
Dormían con un fax pegado a la cama, temiendo que rugiera de noche para transmitir un atentado de ETA. Antes de los móviles, vivían comunicando a La Moncloa el número de teléfono fijo en el que podían ser localizados. Y ahora —siglo XXI, fin de la etapa analógica— sufren con el ritmo vertiginoso de la actualidad, que les obliga a reaccionar tuit a tuit y noticia a noticia. Íñigo Méndez de Vigo, Alfredo Pérez Rubalcaba, Rosa Conde, Josep Piqué, Pío Cabanillas y Eduardo Sotillos, portavoces de distintos Gobiernos en los últimos 40 años, han reflexionado este lunes sobre la responsabilidad de marcar el tono de un Ejecutivo. Los portavoces son la cara y la voz del Consejo de Ministros. Los transmisores de la estrategia del presidente. Y algo más. “Una suerte de apagafuegos”, ha resumido Rubalcaba. Estos son sus trucos.
“Es importante la pedagogía, la reiteración de los mensajes”, ha dicho Piqué en el foro La política de comunicación en los Gobiernos de la democracia, organizado por el Centro de estudios políticos y constitucionales (CEPC). “Antes las cosas iban muchísimo más lentas. Ahora van vertiginosas. Y como eso es así, muchas veces perdemos visión estratégica en los grandes temas”, ha advertido tras definir su paso por la política como “un estigma”. “O repetimos mucho más la importancia del proyecto europeo, o ganarán la batalla quienes dicen que no vale la pena; o repetimos que el Estado del bienestar se tiene que reformar para que sobreviva, o conseguiremos que no sobreviva; o repetimos que la inmigración es imprescindible para la supervivencia de nuestras sociedades, o ganarán aquellos que cifran todos los males en la inexistencia de fronteras”, ha ejemplificado, subrayando la importancia de afrontar el reto del independentismo catalán con esa actitud. “Eso es comunicación, eso es política y tiene que ser una responsabilidad básica de los Gobiernos. No se puede hacer política sin comunicación”, ha rematado el exportavoz del Gobierno de José María Aznar (1998-2000).
Los portavoces son una pieza clave en la acción política del Gobierno. Su misión es convertir complicadas estrategias en sencillos mensajes; complejos argumentos jurídicos en eslóganes; y largos documentos en breves tuits. Explicar, contar y convencer. Comunicar para trasladar a la ciudadanía la posición del Ejecutivo frente a las cuestiones más espinosas. Los atentados de ETA. La huida de Luis Roldán. El estallido del caso Rumasa. La huelga general de 1992. El “chorreo” de casos de corrupción. Las interminables negociaciones para formar Gobierno tras la aparición de Podemos y de Ciudadanos, que ha hecho resquebrajarse los cimientos del bipartidismo del PP y el PSOE. O las tensiones territoriales que recorren España con Cataluña como epicentro del terremoto. Rodeados por exministros, diputados y periodistas, los seis portavoces han repasado este lunes los hitos que marcaron su tarea. Polémicas que afectaron a las presidencias de Felipe González, José María Aznar o Mariano Rajoy y que enfrentaron a sus representantes con el reto de limitar daños, corregir errores y proteger la imagen de sus líderes.
“En la crisis estudiantil de 1987 aprendí tres cosas: que un error de comunicación puede convertir una crisis en algo inasumible; que en un estallido social quien manda debe ser el negociador y no el portavoz; y que es mucho mejor dormir con pastillas que no dormir”, ha explicado Rubalcaba, portavoz de dos gobiernos socialistas. “Hay que tener una historia, saber contarla y ser creíble”, ha recetado el también exministro de Interior. “Esto es lo más difícil, porque la credibilidad es mucho más fácil perderla que conseguirla”, ha añadido durante su intervención en una cita en la que también han participado las periodistas Anabel Díez (EL PAÍS), Carmen del Riego (La Vanguardia), Lucía Méndez (El Mundo) y Mayte Alcaraz (ABC). Y ha subrayado: “El portavoz se convierte en una suerte de apagafuegos, es inevitable. Los ministros ya se encargan de dar las buenas noticias”.
“Felipe González me dijo que tenía que aprender a decir ‘no comment’. Y Alfonso Guerra, que me olvidara de los periodistas y me dirigiera a la sociedad”, ha recordado Conde, primera mujer portavoz de un Gobierno de España, asesora del CEPC y coordinadora de la jornada. “Algunas veces dije cosas en las que no creía. Nunca mentí”, ha añadido Conde, quien ha recordado la red de contactos constantes que tejió con directores de medios, periodistas y corresponsales extranjeros. “Había que contar todo el proyecto”, ha rematado la exportavoz socialista (1988-1993), que ha defendido la importancia de que los portavoces gubernamentales tengan la categoría de ministros para así coordinar mejor al resto de ministros y al grupo parlamentario.
Ni improvisar, ni bromear, ni contestar a todas las preguntas
Todos los viernes, Íñigo Méndez de Vigo sigue el mismo ritual: acude al Consejo de Ministros, da su rueda de prensa, toma un aperitivo con su equipo y llama a su madre periodista y a su hija para saber si ha explicado bien lo que quería contar. Ese último gesto no es el único que comparte el portavoz actual con Alfredo Pérez Rubalcaba. Los dos coinciden en la importancia de asumir que no se puede responder a todo.
“El portavoz no conoce la verdad de todo”, ha resumido Méndez de Vigo. “Hay muchas cosas que al portavoz no le transmiten, no le cuentan”, ha añadido. “Yo sigo una idea que le escuché a Andreotti [expresidente italiano], que definía a los periodistas como unos señores que quieren que digas una cosa que tú no quieres decir”.
¿Y qué es venirse arriba? Contar más de lo que uno quiere en los tradicionales corrillos que forman los periodistas alrededor del portavoz para pedir aclaraciones tras la rueda de prensa. Pronunciar una frase desafortunada de las que cuestan el cargo. O asumir el papel de un técnico sin serlo, como ocurrió en distintas ruedas de prensa durante la crisis del ébola de 2014.
“No puedes contestar a todo, es un error, un error de libro”, ha dicho Rubalcaba, que recomendó dejar a los técnicos y expertos que contesten a las preguntas en las que están especializados. “Es mejor admitir que no sabes de todo, porque es imposible”, ha recordado, recordando que él estuvo a punto de responder a una pregunta sobre la crisis del fletán sin conocer el tema a fondo. “La clave de una rueda de prensa es su preparación. No hay nada peor que la improvisación. Un chiste te mata”.
Los trucos de los portavoces
¿Cómo se hace eso? Los portavoces han repasado este lunes su carrera y sus técnicas de comunicación, muchas veces construidas con dicotomías, enfrentando opuestos para crear contrastes que cimenten la posición del presidente al que representan. También usan imágenes: en una ocasión, Cabanillas apareció por el Congreso con dos periódicos bajo el brazo para trasladar el mensaje de que la huelga general convocada el día anterior no había tenido éxito. Y Rubalcaba presionaba a ETA y a Batasuna con slóganes llenos de significado político: “O se está con los votos o se está con las bombas”.
“Es una tarea difícil, apasionante y con la que puedes contribuir a intentar explica las cosas. Eso me parece fundamental en una acción de Gobierno”, ha resumido Méndez de Vigo, que cada viernes defiende las posiciones del Ejecutivo de Rajoy enfrentando los conceptos de estabilidad y caos; de recuperación y crisis; y de unidad e independentismo. “En esta legislatura, diferente a las demás, con cuatro partidos, y donde el Gobierno no tiene mayoría, y busca acuerdos para cada caso, me esfuerzo por explicar que esta es la legislatura del diálogo”, ha seguido. “Que el mensaje de los electores es pónganse ustedes de acuerdo”, ha añadido. “Y que el pacto no es una humillación, o bajarse alguna prenda masculina, sino que es bueno”.
El reino de los portavoces son las ruedas de prensa que cierran todos los viernes el Consejo de Ministros. A ellas acuden tras el tradicional aperitivo que reúne a todos los ministros después de su cita semanal. Entonces comienzan una hora de tira y afloja con la prensa que se convierte en un pulso entre lo que quiere contar el Ejecutivo (“la venta”, en definición de Sotillos) y lo que quieren saber los periodistas. Pese a que ese momento pone todos los focos sobre ellos, casi todos los portavoces han calificado esa rueda de prensa de “obsoleta”.
“No hay un solo Gobierno que haya llegado con una idea clara de plan de comunicación”, ha opinado Pío Cabanillas, portavoz del Gobierno de Aznar entre 2000 y 2002. “Aún estamos con estructuras, ideas y planes analógicos. La rueda de prensa del viernes es el gran rito analógico que queda. ¿Para qué sirve?”, se ha preguntado. “En las situaciones de crisis, en los grandes desastres, vemos cómo el mundo de la empresa privada ha elaborado manuales y estrategias, y lo poco que hemos llegado a hacer a nivel de gobierno”, ha seguido. Y ha concluido: “Igual que debemos pasar de analógicos a digitales, no pasaría nada porque aprendiéramos más de la empresa privada”.
Respuestas frente al independentismo catalán
El independentismo catalán y la amenaza de un referéndum de autodeterminación han planteado el mayor reto político, jurídico y comunicativo al que se han enfrentado los últimos Gobiernos. Alfredo Pérez Rubalcaba, exportavoz de dos Ejecutivos socialistas y exministro de Interior, ha pedido un mayor esfuerzo en defensa de la unidad de España.
“El Estado ha carecido de un proyecto político en Cataluña, nos guste o no, ha hecho dejadez de sus funciones. Nosotros hemos renunciado a explicarnos y el soberanismo, en contraposición, ha hecho un gran proyecto”, ha argumentado. “Hablamos del derecho a decidir, que es una fórmula ganadora desde el punto de vista mediático”, ha añadido. “El derecho a decidir, formulado como tal, es un eslogan magnífico, reconozcámoslo”, ha seguido. “¿Qué echo de menos?”, se ha preguntado. “Echo de menos la valentía de haber ido a contracorriente”, se ha respondido tras pedir que los políticos contrarios a la independencia tengan más presencia en Cataluña, y que expliquen sus razones más allá de oponerse solo con la Constitución y las Leyes. “Hay varias razones de fondo para oponernos: porque las decisiones en democracia se acuerdan; porque [admitir el derecho a decidir] pone un cartel de frágil al Estado...”, ha enumerado.
El exportavoz socialista no ha sido el único de los intervinientes en reclamar un mayor esfuerzo al Gobierno.
También lo ha hecho Josep Piqué, que fuera ministro de José María Aznar, y que pidió que se aplique una estrategia comunicativa de Estado en la materia, explicando las consecuencias de la independencia de Cataluña.
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